El título de este libro es la rememoración de los veranos de la infancia del autor, Fulco di Verdura (Palermo 1898-Londres 1978), en su Sicilia natal, en la Villa Niscemi.
Fulco di Verdura, además de autor de este libro al más puro estilo gatopardo, aunque con más dosis de humor, fue conocido mundialmente como diseñador de joyas de renombre internacional, cuyos trabajos sedujeron a Coco Chanel. Las actrices más cotizadas del Hollywood del momento lucieron sus joyas.
En «Los felices días de verano», el autor relata el idílico verano de su infancia, que no es el de un muchacho corriente. Sus memorias se desarrollan en la atmósfera de una aristocracia italiana, ya que su familia pertenecía a la nobleza, lo que acerca al lector a este ambiente en un intento de aproximación a esta desde la madurez.
“Para mi continuará siendo lo que siempre fue: “La Casa”, la única casa que realmente he amado, con ese amor que no conoce reservas y que sólo puede albergar un niño”.
Recuerda los días en el lujoso caserón de Palermo, en los veranos previos a la Primera Guerra Mundial, en una vuelta nostálgica a una forma de vida que se perdió.
Realiza una descripción, con dosis de ternura y humor de la casa, paisajes, familia y demás habitantes de la casa, así como de sus costumbres y anécdotas del estilo de vida y cultura de la alta sociedad siciliana.
Destaca su querida hermana mayor y la figura imponente de la abuela, matriarca del clan, la prima bonachona a la que gustaba incordiar, sin olvidar al las niñeras, institutrices y personal del servicio que pasó por la casa. Nos seduce con las anécdotas de sus familiares, de sus extravagantes vecinos o de los animales con los que tanto disfrutaba junto a su hermana.
“Resulta asombros pararse a pensar en la gran cantidad de engaños y crueldad que se da entre niños. Desde luego, debimos ser bastante terribles cuando éramos pequeños. Siempre nos portábamos bien con los animales pero éramos bastante desconsiderados con otros seres humanos"
Aunque se reconoce como un niño irritante y un alumno perezoso que traía locas a las institutrices por sus inocentes trastadas, desarrolló un gran interés y gusto por el arte, una sensibilidad artística precoz, descubriendo la ópera, el teatro y el arte en general.
«Los felices días de verano» termina con la muerte de la matriarca, que coincide con la época en que comienzan las clases, y otra vida a la que enfrentarse cada día sin la protección de la familia.
“Así era yo o, más bien, así es como recuerdo haber sido en aquellos años soleados, felices y lejanos.”
¿Qué te pareció este artículo? Deja tu opinión: