Resulta esencial que los padres valoren las capacidades personales de sus hijos, los quieran por quienes son y les ofrezcan su voto de confianza, algo que potenciará su autoestima.
Pese a que la adolescencia implica cambio de etapa, dejar de ser un niño al que se puede decir todo lo que ha de hacer, los jóvenes siguen necesitando a sus padres, precisando su apoyo, comprensión, asesoramiento y comunicación.
En la adolescencia, los chicos quieren probar, investigar, seguir a sus instintos y tomar sus propias decisiones. Asimismo, deben ver en sus progenitores modelos a seguir y ejemplos de superación, esfuerzo y trabajo y entender que, también ellos como adultos se equivocan y pueden aprenden de sus errores.
La autoestima comienza a desarrollarse desde que el niño tiene conciencia de sí mismo como persona. Su entorno, relaciones sociales y experiencias pueden influir de forma positiva o negativa en el desarrollo del concepto. “No se nace con ella, ni se hereda, sino que se aprende, por lo tanto, debe ser educada y reforzada por parte de los adultos más cercanos al menor, los padres y los maestros. Los padres son modelos a seguir para los hijos, por lo que incluso de forma inconsciente se influye en ellos”, asegura Sara Rodríguez Chenlo, psicóloga educativa en Study Hall, Logroño.
Reforzar las emociones con profesores y padres
La profesional refiere que en la escuela y en casa pueden reforzarse las emociones para que los adolescentes acaben de formar su autoestima de un modo óptimo, repercutiendo así en su salud física y emocional. Rodríguez aconseja a las familias:
- Mantener los canales de comunicación abiertos y de un modo recíproco, pese a los conflictos y discusiones que pueda haber. Aunque los adolescentes quieren ganar independencia, deben saber que pueden volcar sin temor, los miedos e inseguridades en los padres. Si los padres también se comunican con sus hijos mostrarán que no hay nada de malo en expresar los sentimientos.
- Hablar con naturalidad acerca de las emociones, tanto en casa como en la escuela: Cuantos más ejemplos tengan los adolescentes de la importancia que tiene expresar lo que uno siente, más abiertos se mostrarán a practicarlo ellos también.
- Tener en cuenta sus sentimientos al corregir: No critiques la persona, sino la acción. No es lo mismo decir: “eres malo/eres torpe”, que “eso se ha hecho mal/eso no debe hacerse así”. Aquello que hacen los chicos no tiene por qué definirlos.
- Evitar comparaciones entre hermanos y compañeros: En la era actual los adolescentes ya reciben mucha información a través de las redes sociales que los lleva a compararse con los demás, incluso sin conocerlos. Las comparaciones podrían servir para intentar motivar al hijo, aunque, en muchos casos, logran todo lo contrario, mermar su autoestima y hacerlos creer que no son suficientes. No hay que olvidar dar valor a su esfuerzo y no sólo a su resultado.
- Permitirles responsabilidades y tareas: Los jóvenes buscan una mayor independencia, así que es necesario fomentarla, de igual modo que la individualidad a través de sus propias responsabilidades y tareas. Además, será todavía óptimo que sean escogidas por ellos mismos, si no negociándolas con ellos.
Consideraciones a aplicar las familias para potenciar la autoestima en los adolescentes
Leticia Garcés Larrea, pedagoga y docente, experta en educación emocional e inteligencia emocional, considera crucial que los padres ayuden y acompañen a sus hijos en su desarrollo emocional. Para la autora de «Padres formados, hijos educados» (Editorial Tébar Flores, 2023), los padres han de tener presentes estas siete recomendaciones a la hora de ayudarles en la potenciación de su autoestima:
- La escucha activa, tanto saber escuchar como ser escuchado: Con “buenos escuchadores” es más fácil confiar, expresar lo que uno siente, hablar de los errores, miedos o inseguridades porque uno siente que no va a ser juzgado por su entorno.
- La autoestima no se educa directamente, es el resultado de unas experiencias determinadas: Es aquello que se siembra en los niños, es mucho amor, valores de respeto, tiempo en familia y acompañamiento emocional. Cuando les toca aprender cosas importantes para la vida, eso hace que se fortalezcan interiormente y cuenten con una mejor autoestima que les protege.
- Los jóvenes necesitan contar con una resiliencia que se active en momentos difíciles como, por ejemplo, el estudio de una materia difícil o resolver un conflicto entre iguales. Entender que uno es merecedor de que le sucedan cosas buenas, que se pueden alcanzar los objetivos ajustados a las capacidades reales de cada uno y que el esfuerzo es el medio idóneo, permite que todo se haga más llevadero.
- La autoestima puede sufrir altibajos, no siempre nos sentimos bien y que sea así está bien: Los momentos tristes son necesarios. Los chicos necesitan saber estar tristes, pasar duelos y permitirse momentos de “bajón” para ordenar ideas, reorganizar prioridades y retomar objetivos personales.
- Hay personas que tienen baja autoestima, en parte porque carecen de habilidades sociales para poder tener relaciones positivas. Cuando no saben mantener las relaciones, ser constantes o tener iniciativa, la tristeza les puede invadir, como resultado de no poder mantener relaciones de calidad.
- La autoestima crece cuando tu nivel de satisfacción con la vida es alto, por lo tanto, entonces, esto es positivo para mantener un nivel de satisfacción personal alto, mejores hábitos de salud, tomar mejores decisiones y tener mejores relaciones.
- Para mantener una autoestima sana es conveniente contar con personas de confianza, expresar y hablar de lo que sentimos y preguntar a otras personas si se les puede ayudar. Interesarnos y preocuparnos por los demás y, sobre todo, por las personas que queremos, también puede hacernos inmensamente felices.
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