Tableta, ordenador, teléfono móvil, videojuegos o redes sociales, un batiburrillo de inputs en el cerebro de los más pequeños. La televisión, un antiguo y potente agente socializador, también genera en nuestros hijos un duro impacto.
Los padres necesitamos momentos para hacer las tareas del hogar, para hacer deporte, terminar algo de la oficina para el próximo día o relajarnos con un libro en el sofá. Cuando no funciona en nuestros hijos eso de “ve a jugar un rato solo”, permitimos que vea la televisión y confiamos en que, de todos los aparatos audiovisuales, es el menos perjudicial.
Hemos pasado de unas fechas donde los dispositivos electrónicos como tabletas o consolas han triunfado como regalos, aunque quiero pensar por el bien de tantos que también ha existido un “aunque sea un libro, un puzle, un cuento…” que apuntaba hace pocos días una alcaldesa en un discurso bastante desacertado.
Recordemos que, como progenitores, no podemos olvidar el control y los límites, esos que dan contención y seguridad a los niños y mediante los cuales pueden tener presente qué no es apto para su edad, como series o películas con un exceso de violencia. La televisión trasmite valores y el cerebro de nuestros niños está en constante desarrollo. Los profesionales nos explican cómo puede esto afectar a su formación integral y maduración.
Los expertos hablan
El Plan Digital Familiar elaborado por la Asociación Española de Pediatría (AEP) facilita algunos consejos a padres y educadores a los que preocupa la salud digital familiar y desean educar en ese sentido. Como apuntan: La herramienta más poderosa que tenéis al alcance es vuestro ejemplo. Es una buena idea que instaléis un programa de bienestar digital en los dispositivos y tengáis una idea lo más aproximada posible de cuál es vuestro consumo digital en este momento, qué aplicaciones usáis más y en qué horarios. Cada familia puede conseguir su catálogo de recomendaciones según la edad del menor.
Por ejemplo, en edades comprendidas entre los 6-9 años, exponen: Las pantallas deben usarse con moderación, con un propósito y en equilibrio con el tiempo dedicado a una variedad de actividades fuera de la pantalla.
También, es necesario rescatar la idea sugerida desde el Instituto Nacional de Salud Mental de los Estados Unidos aseverando que los niños pueden llevar a cabo conductas agresivas estando expuestos a escenas de violencia y donde se infiere daño a otros individuos.
Sabemos que los pequeños pasan más tiempo del que deberían estimulándose en casa y no al aire libre. Vicky Garrido Martín, psicóloga general sanitaria, especialista en psicología infantil y juvenil, recuerda que las tabletas o la televisión generan en los menores una estimulación y un aprendizaje hiperactivo por su información, algo que como especifica, se traduce en problemas en el desarrollo, como retrasos en el aprendizaje, problemas de atención, de sueño y de conducta.
La también, directora de Clínica Júcar Teatinos, sostiene: “Si sumas a esto películas que añaden violencia, lenguaje ofensivo y programas tan populares como Gran Hermano o La Isla de las Tentaciones, contenidos para los que los niños no están preparados emocionalmente ni tienen todavía una capacidad de juicio moral ni de gestión, se les expone a un aprendizaje derivado de situaciones no reales o una realidad cruel”.
Ver la televisión con nuestros hijos
Para la profesional, esto puede llevar a los niños a tener una visión distorsionada de la realidad suponiendo un peligro en el desarrollo del futuro adolescente y adulto. Por lo tanto, Garrido, indica que es recomendable que los padres veamos la televisión con ellos y tengamos el mando sobre lo que ven.
“Como padres debemos seleccionar los contenidos que pueden visualizar nuestros hijos y convertir esos instantes en ocio, en una oportunidad de aprendizaje y de tiempo de calidad familiar al utilizarse correctamente”, destaca la especialista.
Nos preocupa el contenido y los inputs que reciben constantemente nuestros hijos mediante las redes sociales. Frente a esta idea Úrsula Perona, psicóloga infanto-juvenil asegura que ponemos menos control a otros que pueden consumir muy fácil y libremente con el mando del televisor y con todos los canales que hay hoy en día. “Puede ser igual de nocivo, entonces, la responsabilidad ha de ser compartida por padres, educadores y el Estado, porque de no vigilarlo, podríamos hablar de una forma de negligencia, de maltrato”.
La profesional lo compara con el ámbito sexual donde presumiblemente podemos decir que lo tenemos más claro, asimismo, está tipificado como delito la exposición de un menor a contenido sexual como a imágenes pornográficas, por lo tanto, ¿qué hay de otras escenas de contenido violento? “Si entendemos el daño que se hace a unas mentes no preparadas ni maduras, ¿por qué no pensamos lo mismo con imágenes de agresiones, un lenguaje soez, la hipersexualización u otros valores?”, reflexiona la psicóloga.
Estrategias para ayudar a los niños
Perona recomienda a las familias aplicar las siguientes ideas para abordar esta difícil cuestión y que los niños no interioricen toda la información que reciban sin saber discernir adecuadamente:
- Control parental propiamente dicho (en móvil, ordenador, en la tableta) que limite los accesos que están codificados para mayores de 12-14-16 años y lo mismo con los videojuegos.
- La comunicación, información, psicoeducación, hablar mucho con los hijos porque pueden tener acceso por varias vías. Procurar que nos enseñen lo que ven, darles otro punto de vista, ayudarles a tener un pensamiento crítico, preguntarles mucho qué les parecen determinadas conductas que ven o cómo hubiesen reaccionado ellos frente a alguna situación.
- Favorecer que tengan una autoestima sana ya que es la mejor protección para que no ser tan sugestionables y para que se encuentren más centrados. Tener buena autoestima y concepto de uno mismo significa conocerse y transitar por la vida en función del propio potencial, las habilidades y el respeto por uno mismo.
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