La OMS (Organización Mundial para la Salud) en la categoría de salud mental, refiere la desatención en menores de 18 años, como un maltrato infantil. Esta exposición es una causa de sufrimiento para el niño y le causa estrés, falta de autoestima y confianza en sí mismo y en su entorno.
Los padres son el vehículo educativo y el modelo del hijo y le ayudarán en su seguridad personal cuando le elogien, acepten sus imperfecciones, no le etiqueten y le preparen para el fracaso, siempre alentándole con sus pasiones.
Según el Child Mind Institute, crear niños seguros de sí mismos implica potenciar y apoyarles en las habilidades que van desarrollando desde su nacimiento. Los niños adquirirán confianza para llevar a cabo ciertas destrezas y esa posibilidad de éxito deben manejarla sus padres o tutores.
Cuando el niño nace, se predispone a relacionarse con sus figuras de apego. “Los padres son esenciales para el niño, para su desarrollo y para generar en él confianza y estabilidad. A partir de los progenitores, se estructuran su mente y su propia vida. Ellos deben educar en un ambiente familiar y cálido, ofreciendo libertad y fomentando la responsabilidad”, refiere Laura Rodríguez Navarro, psicóloga infantil, experta maltrato y abuso sexual.
Por otra parte, también deben estar al tanto de situaciones donde el niño se muestre apático, se infravalore, se aleje socialmente, le preocupe en exceso lo que los demás piensen de él o haga comentarios del tipo “nunca hago nada bien”, “soy feo” o “nadie me quiere”, entre otras, según la Academia Americana de Pediatras (healthychildren.org).
Es esencial el apoyo y la conexión con el hijo
El apego se establece con su figura de referencia, su cuidador (estadísticamente es la madre). Es en esta relación donde el niño empieza a formar la imagen que tiene de sí mismo. “Resulta curioso observar como en ocasiones una adulto no se quiere ni acepta, esto es, por lo que él ha percibido en su infancia por sus figuras principales”, declara Rodríguez Navarro.
Es importante conectar emocionalmente con el hijo desde bebé. “Debemos enseñarle a “mirarse bien” y a conectar con sus propias emociones. Esto es determinante para la formación de su autoconcepto y para crear generar confianza”, prosigue la experta en psicología infantil.
Según Laura Rodríguez Navarro, los padres pueden tener dudas sobre cómo implicarse con el hijo:
- Ponerse a su altura: Agacharse para que sus ojos coincidan en la misma línea que los del progenitor. Así será consciente de que hay conexión con la mirada del progenitor.
- Regularse emocionalmente primero: No vale que la relación que establezca con el niño dependa del estado anímico diario del adulto. El niño no puede prever en qué estado se encontrarán sus padres un día concreto y cómo le afectará eso a él.
Los niños pasan por la etapa del egocentrismo, piensan que todo lo que ocurre en su entorno o a ellos es por su culpa. “Si los progenitores le gritan, (si incluso le pegan), será porque ha hecho algo mal o porque es malo. Y en este caso ¿cómo pueden desarrollar confianza en ellos mismos?”, asevera Rodríguez Navarro.
“En mi experiencia con niños cuyos padres están separados por violencia de género, son muchos los que a pesar del maltrato que han recibido, a la cuestión sobre cuál es la razón por el motivo de la separación afirman que por ellos, porque hacían ciertas cosas mal”, declara la profesional en infancia.
Seguridad y libertad a partes iguales
De acuerdo con Paula Pérez Marina, psicóloga sanitaria, para que el niño llegue a tener confianza en sí mismo y un concepto positivo, lo que en psicología se denomina “apego seguro”, estudios han revelado que los padres deben:
- Estar disponibles para ayudar al niño cuando lo necesite.
- Fomentar su autonomía, permitiéndole explorar su entorno y obtener nuevas experiencias.
- Tener una buena comunicación con el niño, de manera que sepan escuchar sus necesidades y transmitirle confianza y apoyo.
- Tenerle en cuenta en la toma de decisiones.
En definitiva, el niño tiene que sentir que, si en algún momento atraviesa dificultades, podrá contar con el soporte de sus padres. No solo eso, los padres deben saber pedir perdón a sus hijos, corregirles cuando se equivocan y ser pacientes.
Los niños necesitan normas para integrarse y relacionarse en la sociedad. “Es necesario encontrar el punto intermedio entre ser padres demasiado permisivos o demasiado autoritarios. Los padres deben cooperar para que el niño cumpla los requerimientos que se le exigen. Sin embargo, esto no significa que la vida del niño tenga que ser un deber constante”, sostiene Pérez Marina.
Los padres deben dejarle “ser”, conocer sus puntos fuertes y sus debilidades. “Es bueno que los progenitores potencien aquello que el niño hace mejor, sin prohibirle libertad de actuación. A todos nos gusta más hacer lo que se nos da bien, por lo que es una buena oportunidad para que el niño se desarrolle en ámbitos concretos”, asegura la psicóloga y formadora en Mindfulness.
Es primordial que se reconozca el trabajo y el esfuerzo del niño. “Conviene alentar al niño a continuar y no regañarle o recalcar lo que no logra hacer del todo bien. La disciplina positiva llega mucho más lejos que el enfoque de la exigencia y la obligación impuesta”, remata Pérez Marina.
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