De nuestra labor como padres y cuidadores principales depende el camino de nuestros hijos. Todo padre desea que hijos felices que transiten por la vida haciendo el bien. Debemos ser capaces de trasmitirles valores, disciplina y ganas de descubrirse ante la vida y las diversas situaciones que se presenten. Los niños no necesitan nada material para suplir carencias, necesitan el arropo y la protección de los padres, sentirse acompañados y valorados. Si inculcamos un ejemplo positivo en los hijos, se desarrollarán como seres felices y con la certeza de lograr lo que se les proponga.
“La principal gran necesidad que ha de ser cubierta en el niño para tener una base -desde la familia, tutores o cuidadores- lo suficientemente fuerte a nivel personal sin duda es la seguridad. Una seguridad para que sea capaz de poder mantenerse y sentirse acompañado para muchas cosas que tendrá que resolver”, asevera Eduardo Barca, psicoterapeuta infantojuvenil. El experto recuerda que aproximadamente “hace cuarenta años al niño se le proporcionaba agua y sol y crecía y se desarrollaba”. Barca hace hincapié en la vigilancia de las necesidades fisiológicas, cognitiva, sensoriales, de desarrollo y estimulación, cuidado, alimentación y protección (no sobreprotección) del niño.
Los padres en la atención a los hijos
El psicoterapeuta infantojuvenil alude a Jorge Barudy (Chile, 1949), psiquiatra infantil y terapeuta familiar, quien declara que ejercer de un modo sano con los hijos resulta un gran reto. El profesional chileno habla de las 4C y las 3P en la atención al niño según el modo en que sea la respuesta al hijo. En referencia a las primeras nos encontramos con la:
- Constancia: Frecuente y firme en el proceder.
- Consistencia: De un modo estable y en función del grado y necesidad de atención.
- Contingencia: Lo más rápido y cercano posible a la demanda. Este tipo de respuesta se irá adaptando a la gestión de la demanda en el bebé. A los 3 meses es muy baja pero la repuesta de los padres es muy rápida por el llanto incontrolable. Con el tiempo el bebé controla la paciencia y el malestar. Como padres le ofrecemos herramientas. Con 6 meses la espera para comer logra prolongarse. Más aún a los 12 meses y así de una forma continuada.
- Coherencia. Según lo que demande el hijo, debemos controlar nuestros deseos y exigencias y no centrarlo en nosotros. Por ejemplo, llego cansado de trabajar y el niño llora y me pide dedicación. Si estoy cansado puedo vivirlo como un malestar y le doy esa respuesta al niño. Si esa respuesta se repite en el tiempo dejará de pedirlo. Pero, puedo decirle al hijo que espere y que pronto se le atenderá.
Acompañar a los niños y hacerles felices
Cada etapa vital confiere unos retos que afrontar como padres con los hijos, tales como:
- Presencia: Estar disponibles para el niño.
- Paciencia: Cada etapa se compone de momentos evolutivos en los que tenemos que acompañarle e irá logrando mayor autonomía. No debemos acelerar el proceso y respetarlos, porque en cada niño es distinto. Un niño pequeño podrá lavarse los dientes y otro mayor pedirá ayuda.
- Perseverancia. Mantenerse a su lado y trasladarle el mensaje de que seguiremos acompañándole para lo que necesite y en todo momento.
Conseguir en los niños un estado de calma y confianza, permitirá que tengan control sobre situaciones y personas. Ayudará a los hijos a predecir lo que va a ocurrir y favorece que estén satisfechos. Asimismo, permite su principal motor evolutivo: el desarrollo del interés y la curiosidad, la estimulación neuropsicosociomotriz, la base del pensamiento y el desarrollo de los niños, y que pueda responder a su entorno.
Etapas evolutivas del ciclo vital
Lo expuesto con anterioridad permite la obtención de 4 grandes logros según cada etapa evolutiva:
- La etapa del autocontrol (0-3 años): A través de la tolerancia de la frustración. El niño es capaz de gestionar sus deseos y poder retrasarlos. Es un complejo trabajo que conseguirá con el acompañamiento de los padres. Ya no soy un niño donde mis necesidades fisiológicas marcan mis ritmos. Se impone el cerebro social: se abandona el egocentrismo y alrededor de los 2 años se comienza a entender que vivimos en comunidad. Nos ayuda a diferenciarnos respecto a los animales (la razón). No somos esclavos de nuestras necesidades. Podemos controlarlas.
- Autorregulación (3-6 años): Se adquiere gracias al autocontrol que nos permite tolerar la frustración y que tiene que ver con un desarrollo a nivel de la gestión emocional. Tiene como base la primera toma de contacto a través de la empatía. La empatía se empieza a cristalizar y a concretar y es la base de la siguiente etapa.
- Relación a nivel social (6-12 años): Con el desarrollo de habilidades interpersonales se nos siguen aportando herramientas para poder entendernos con nuestros iguales, y poder resolver situaciones en las que no nos encontramos cómodos con otros. El desarrollo social es fundamental porque es el espejo donde nos miramos. Y desde ahí se nos da una imagen que necesitamos para saber quiénes somos.
- La construcción de la identidad (12-18 años): Saber quién soy, qué quiero, adónde voy y de dónde vengo. Es la base fundamental para el objetivo final. Construirnos, tener una identidad clara y guiarnos a lo que queremos y lo que nos hace estar bien y felices: nuestro bienestar y éxito personal.
Recomendaciones a los padres
En muchos momentos en la educación de los hijos los padres se sienten perdidos, sienten inseguridad, les invade el miedo y comprueban los juicios en su entorno social próximo. El aprendizaje mutuo es la clave, la confianza y tranquilidad para actuar y el amor en cada momento permitirán un clima cercano y de buen hacer, dentro de lo complejo de la crianza en las diferentes etapas evolutivas, sobre todo la adolescencia. Matilde Sansegundo, psicóloga general sanitaria y psicoterapeuta infantil, refrenda este análisis en el desarrollo y educación del niño aportando una serie de pautas a los padres para lograr hijos felices:
- Educar desde el amor y el respeto: Los padres servirán de modelo y espejo en que los niños se miran. Los niños serán el reflejo de los padres.
- Educar con el hacer y no con el decir desde niños.
- No pretender ser los “padres perfectos”: Permitirse cometer errores y no vivirlo como algo malo o motivo de ansiedad o miedo, sino de experiencia y aprendizaje.
- Permitir a los hijos que cometan sus propios errores y asuman las consecuencias: Debe evitarse la sobreprotección que no deja de ser una forma de control. Será importante permitirles experimentar el mundo sin volcar los temores de los padres en ellos. Aprenderán así a vivir sus propios errores de una forma sana.
- Dejarles sentir frustración y aburrimiento: Ambas son emociones muy útiles para despertar la motivación y creatividad. Los llevará a luchar por conseguir sus metas.
- Generar un entorno estable con la delimitación de normas y límites: Deben ser constantes, coherentes y compartidos por los padres. De igual modo límites claros, concisos y bien explicados. Una vez llegada a la adolescencia, seremos el entorno de confianza al que se recurre. Conviene determinar bien la barrera de “amigo”, ya que seguimos siendo sus padres y las tareas son diferentes.
Como padres, permitir ser y hacer
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Fomentar la individuación e individualización:
- Siendo tolerantes y empáticos: Esforzarse por entender los cambios generacionales y nuevos comportamientos sociales. Esto conlleva entender cómo piensan los hijos y aceptarlo como una forma posible y correcta, aunque sea distinta a la nuestra.
- Interesarse por sus gustos: Hacerlos válidos, aunque no los compartamos, e involucrarnos en ellos. Por ejemplo: buscar información sobre el grupo de música que les gusta, los cómics que lee o las serie que ve, proponerles planes relacionados con ello, dar mensajes de agrado ante ello…
- No minimizar o infravalorar sus emociones: Todas son válidas y ciertas. Por ejemplo, evitar decir: “eso es una tontería”; “no tiene la menor importancia” o “no es para ponerse así” y sustituirlo por: “entiendo que te sientas así” o “sé que esto es importante para ti”.
- Ayudarles a reconocer su estado emocional ante una situación y motivar para buscar distintas soluciones. No darles la respuesta “correcta”.
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Para lograr una autoestima positiva:
- Fomentar la autonomía personal y responsabilidades desde pequeños: Hacerles capaces de hacer. Integrarán por sí mismos la idea que nosotros les expresemos. Debemos evitar expresas “eres” sino “has hecho”, esto es, NO “eres vago”, SI “no has cumplido tus responsabilidades”.
- Valorar su esfuerzo, no el resultado final: Enfocaremos nuestra atención a sus logros dentro de sus capacidades ajustando nuestras y sus expectativas. Será un ejercicio personal entender que existen diferencias individuales de unos hijos a otros. A unos se les dan bien las matemáticas y a otros la educación física o las artes.
Un aspecto muy importante que destaca Sansegundo como “el gran olvidado” es el cuidado al cuidador. Y es que es crucial atenderse personalmente a uno mismo para poder brindar las atenciones propicias a los hijos. “El autocuidado es una bonita lección para ellos”, refiere.
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