La Organización Mundial de la Salud (OMS) cita la demencia como una de las principales causas de dependencia en personas adultas en todo el mundo. Esta surge por lesiones que afectan al cerebro. Según los expertos, no puede hablarse de demencia como enfermedad propiamente dicha, ni tampoco como consecuencia directa de la vejez. La enfermedad de Alzheimer, siendo la forma más común de demencia, sobresale en un 60-80%. Los síntomas de esta pérdida de las facultades mentales varían y suelen afectar a la memoria, capacidad de concentración, razonamiento, comunicación y lenguaje. El apego entre las personas con demencia y sus cuidadores tiene una gran relevancia que a continuación se explica.
En los últimos años se está notando un incremento en la población mayor. Por este motivo, se pretende lograr una adecuada calidad en torno a ese colectivo y con el paso de los años. Como expone Inés Di Bártolo, doctora en psicología, en su libro El apego: Cómo nuestros vínculos nos hacen quienes somos, “las figuras de apego en la adultez son otros adultos: los padres, la pareja, un amigo. Las figuras de apego de los ancianos son muchas veces sus propios hijos”. La experta indica que en la infancia el niño establece un vínculo de apego con los padres y los padres tienen también sus figuras de apego, distintas al niño. Y suma que la figura de apego puede variar, no así su función de “brindar sostén, calmar y regular emocionalmente”.
Según datos de la OMS, cada año suelen registrarse alrededor de 10 millones de casos nuevos de demencia. La previsión habla de que en 2030 se alcancen los 82 millones de personas. Entre un 5-8% de la población de 60 años o más, puede padecer demencia en algún momento de sus vidas.
La profundidad del apego seguro
“Cuidar de personas mayores dependientes, con algún tipo de demencia, tiene efectos a nivel físico y emocional en quienes les atienden Existen evidencias empíricas de que muchos cuidadores no solo son capaces de adaptarse con éxito a la situación de cuidado, sino que, además, pueden salir fortalecidos (Crespo y Fernández-Lansac, 2015)”, manifiesta, Rebeca Cáceres Alfonso, directora de TRIBECA Psicólogos y doctora en apego.
Las figuras de apego en la adultez son otros adultos: los padres, la pareja, un amigo. Las figuras de apego de los ancianos son muchas veces sus propios hijos”.
El apego es una relación profundamente íntima y estable. La teoría del apego se relaciona con el ámbito de las relaciones afectivas. John Bowlby (1979) psicólogo pionero en estos trabajos, enfocó la mayoría de sus investigaciones a la etapa infanto-juvenil. En la actualidad, muchos profesionales, buscan conocer más acerca del apego en relación con la demencia en adultos. “Esta teoría es clave para entender el papel de la relación entre padres e hijos, teniendo en cuenta no solo el papel de los vínculos humanos, sino también del de las emociones y la regulación emocional (Mikulincer y Shaver, 2007; Simpson y Rholes, 1994)”, subraya Cáceres Alfonso.
El objetivo fundamental del apego es lograr seguridad y estabilidad. Entre la persona cuidada y sus figuras relacionales, quienes ofrecen afecto y cuidados, pueden existir diferentes tipos de apego: seguro; ansioso y ambivalente; evitativo y desorganizado. El apego seguro en la persona adulta posibilita relaciones positivas y un afrontamiento y resolución de conflictos satisfactorio. Según expertos en psicología y neurología, en la vejez, protege contra el aislamiento y la depresión.
La tesis de la doctora Cáceres Alfonso, incluyó a cuidadores reclutados de centros y asociaciones de familiares de personas con demencia. Estuvo constituida por 176 hijos cuidadores de 120 personas con demencia (padre o madre). Los cuidadores fueron evaluados y clasificados en función del apego (Cuestionario de Relaciones (RQ) (Bartholomew y Horowitz, 1991).
El apego seguro en la persona adulta posibilita relaciones positivas y un afrontamiento y resolución de conflictos satisfactorio. Según expertos en psicología y neurología, en la vejez, protege contra el aislamiento y la depresión.
Necesidad de relaciones afectivas en la demencia
La muestra estuvo conformada principalmente por mujeres con una media de edad de 50 años, trabajadoras en activo, casadas o en pareja. Por otro lado, hubo mujeres con una media de edad de 80 años. La mayoría presentaron un diagnóstico de enfermedad de Alzheimer en un estado moderado (GDS 4). En cuanto al estilo de apego, la mayoría de los hijos cuidadores presentaron un estilo de apego seguro (41,5 %); rechazante (35,8 %); preocupado (13,1 %) y temeroso (9,7 %).
Las conclusiones del estudio de Cáceres Alfonso descubren los beneficios del cuidador (hijo en este caso) con apego seguro, indicando que:
- Los hijos cuidadores, con apego seguro desde la infancia, presentaron niveles más bajos de carga en todos los grupos, siendo incluso inexistente el nivel de carga de estos hijos en alguno de los grupos de apego evaluados. También, presentaron menores niveles de sintomatología depresiva y ansiosa y menores niveles de culpa que los cuidadores con apego inseguro.
- En los recursos de los cuidadores, los resultados fueron concluyentes en variables como la autoestima, siendo mayores en los cuidadores con apego seguro. Ocurrió igual con el estilo de afrontamiento centrado en las emociones.
Los cuidadores con apego seguro pueden sentirse más cercanos a la persona con demencia. “Un apego seguro se asocia a un mejor estado emocional de los cuidadores, algo que repercute positivamente en los hábitos de vida de la persona atendida”, remata la doctora en apego.
“Conocer las necesidades y la historia de apego de una persona con demencia posibilita comprender algunas de las conductas de búsqueda de proximidad que, en muchas ocasiones, se consideran simplemente síntomas de la enfermedad y no necesidades psicológicas”, certifica Nuria Carcavilla González, psicóloga clínica, docente universitaria, experta en demencia y pionera en el uso de Terapia con muñecos en demencias en España.
Anhelo de protección y seguridad
La fundadora de Comunicación y Demencias constata que todas las personas necesitan sentirse arropadas, más aún en una situación de vulnerabilidad. “Está la persona que camina de un lado a otro por los pasillos buscando a alguien o la que procura explicar con detalle que debe ir a casa para preparar la merienda a sus hijos. En ambas, subyace una necesidad que les impulsa a estar en compañía de otras personas, a sentirse protegidas y seguras en una “situación extraña” donde la confusión, la dificultad para recordar, para reconocer a otras personas, al propio entorno e incluso a sí mismas, forman parte del día a día a medida que progresa el deterioro cognitivo”, expresa la formadora.
El apoyo y cuidados a personas con demencia deben ofrecerse desde una base segura, “permitiendo que la persona pueda conectar con su identidad, tener un rol significativo, sentir seguridad, formar parte de un entorno o dar y recibir amor”.
Los síntomas actuales y psicológicos de la demencia (BPSD) como llorar o gritar, pueden identificarse cuando el deterioro avanza. Según la teoría del apego suponen que la persona busca seguridad emocional. “La fijación por los padres es una conducta de apego típica en las personas con demencia. Mediante esta conducta la persona con demencia cree que sus padres están vivos (cuando no es así) y manifiesta el deseo de estar con ellos. Aquí resurge la importancia de tener disponible una figura de apego primaria para satisfacer la sensación de comodidad y seguridad”, subraya la experta en demencias.
Trabajar por mantener y mejorar la calidad de vida
Carcavilla González apunta que el apoyo y cuidados a personas con demencia deben ofrecerse desde una base segura, “permitiendo que la persona pueda conectar con su identidad, tener un rol significativo, sentir seguridad, formar parte de un entorno o dar y recibir amor”. La profesional en psicología clínica sostiene que el apego seguro puede facilitarse desde el simbólico mediante pensamientos u objetos transicionales como muñecos, algo que: “ayudaría a aumentar la sensación de confort y seguridad en entornos como residencias donde las necesidades de apego pueden no satisfacerse”.
Tener presente la teoría del apego en la formación y atención de las personas que cuidan, serían un punto relevante para contribuir a su bienestar personal. Por último, Carcavilla González asevera que nunca deben abandonarse las relaciones afectivas y que ofrecer apoyo a las personas con demencia desde las necesidades psicológicas debe incorporarse en planes de atención integrales centrados en necesidades individuales para mejorar la calidad de vida.
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