Parece que el Coaching está de moda. Hoy día existe el coaching personal, ejecutivo, de autoimagen, nutricional… Y ¿del Coaching educativo, qué? ¿No será que los padres vivimos preocupados en exceso por el bienestar de nuestros hijos?
El Coaching educativo aterriza en nuestras vidas como un recurso. Un recurso, desde mi punto de vista, que sirve de eslabón para «unir», para alinear miradas.
El Coaching educativo se presenta en nuestras vidas como una herramienta para “resetear” nuestra manera de educar. Nosotros no somos nuestros padres, ni nuestros hijos son nosotros con su edad. La sociedad ha cambiado de forma vertiginosa.
Mirad, educar viene de la palabra educere, cuyo significado es: extraer hacia afuera. Somos los adultos del entorno educativo (padres, maestros, jefes de estudio, orientadores, etc.) quienes asumimos la enorme responsabilidad de acompañar a nuestros hijos/alumnos y ser capaces de descubrir y actualizar sus mejores potenciales.
Así, el Coaching educativo se produce en el encuentro personal en sesiones entre un coach y un niño/a – adolescente-adulto. El coach es capaz de acompañar al menor y al adulto para entrar en contacto consigo mismo, para que navegue dentro de sí –a través de sus pensamientos, emociones, comportamientos, creencias, etc.–
Herramientas accesibles para todos
Y esto lo hace con herramientas al alcance de todos. Solo necesitamos tomar conciencia de ellas y ponernos a entrenar en el día a día. Las comparto y defino de forma sencilla:
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- La primera de ellas, requiere entrenamiento para hacer músculo y es: la escucha. Podría escribir un artículo aparte. Pretendo daros ideas claras y sencillas. Escuchar es estar en silencio, escuchando solo lo que el niño dice (no conectados a tus «intuiciones» preparando qué le voy a contestar). Escuchar implica conectar y ponerse en la edad del niño, y tratar de ser tú con esos años, y desde esa edad, oír y conectar. Escuchar bien al niño conlleva salir de la mente del adulto para sostener y comprender lo que nos cuentan con mirada de niños.
- Enfocar la situación, cuando nuestro hijo dice: es que la «seño» grita mucho en clase. Podemos tomar dos actitudes bien distintas. O bien, criticar a la seño, ponernos en campaña total contra ella, liarla en el cole, en el grupo de whatsapp… O bien, tras ponerlos a su nivel, «de tú a tú» comenzar a hacerle preguntas para que nos explique el porqué de esa queja y que se dé cuenta de qué parte de responsabilidad tiene él/ella en esa situación. Por ejemplo, algunas de las preguntas pueden ser: Cuando la seño grita, ¿lo hace a alguien en concreto? ¿Qué le puede estar pasando a la seño? ¿Qué estaba haciendo esa persona cuando la seño gritaba? ¿de qué manera quieres que hable la seño? ¿Qué puedes hacer tú para que la seño hable así? ¿De qué otra manera habla la seño? etc. Y además, también podemos conectarlo con algunas ideas más sin sermonear, sin dar a entender que lo que decimos es verdad. Por ejemplo, a veces los mayores gritamos porque no sabemos hacernos oír de otra manera. Eso no significa que gritar sea la forma más acertada de hablar.
- Como veis, hacer preguntas abiertas es otra de las herramientas mágicas: hacer preguntas les lleva a la reflexión, a tomar conciencia y a potenciar el autoconocimiento y examinarse ellos mismos. De esta forma evitamos sermonear, dar charlas que les aburre y que les llevan a evadirse. Así ellos mismos sacan sus conclusiones, aunque también podemos guiarlos en el camino.
- Parafrasear: cuando nos están contando algo, repetir alguna de sus palabras, les ayuda a darse cuenta que están siendo escuchado, vistos y tenidos en cuenta. Que lo que dicen importa y tiene un valor para nosotros.
- Confrontar: Cuando en el transcurso del diálogo haya contradicciones, de forma pausada, tranquila y amorosa, podemos hacerle ver esa incongruencia. Por ejemplo, algo así: cuando te acuestas tarde has dicho que por la mañana no tienes ganas de levantarte, y ahora me dices que ¡por la mañana estás a tope!
- Y el reto mayor que tenemos, es conectar con el niño-adolescente, con una mirada apreciativa, amorosa, que no juzga, que no sabe lo que va a decir, queriendo conocer más del otro. Y claro que sé que como madre/padre, tutor, etc. es difícil. Lo sé. Los menores están bajo nuestra mirada y a menudo decirnos cosas así: “yo sé lo que a que a ti te pasa”, “es que yo fui cocinero antes que fraile”, “tú no sabes nada de esto”, “los años te harán entender la vida”, y frases de este tipo lapidan sus aportaciones, su autoestima y nos alejan de ellos.
- Otra forma de confrontar: cuando nuestro hijo/alumno tiene una respuesta, un punto de vista que nada tiene que ver con el nuestro y hasta puede ser equivocado podemos decir algo así: por mi experiencia sé que eso no es una buena idea, quiero saber más, para saber por qué opinas así. Tenemos maneras de ver distintas, y tu punto de vista me importa. De esta manera, nos acercamos a ellos y a su mundo.
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El Coaching educativo, es una herramienta, que además de aplicarla en sesiones, es un espacio que tu también puedes crear sin juicio para que lo mejor de la otra persona aparezca. Y se produce un baile entre dos, que invita bailar, a conocerse, a arriesgarse, porque nada de lo que se dice es juzgado.
Autoexamen
Eres de los que
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- ¿Sermonea a diario?
- No permites el enfado en casa
- ¿Gritas cuando las cosas no salen como quieres?
- ¿Criticas comportamientos de tus hijos?
- ¿Culpas a la profesora de tu hijo de sus malos resultados?
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Si tras responderte seriamente, descubres más síes que noes, entonces el Coaching educativo tiene mucho que ofrecerte.
Si quieres formar parte de una comunidad que educa desde la excelencia con respeto y confianza, ponte en contacto, conmigo.
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