Viajando, en la piscina, haciendo castillos de arena en la playa, en el campamento, en un parque… Cualquier ocasión es buena para que los niños echen a volar su imaginación y, no estén tan pendientes de las pantallas, cuánto más en verano con tanto tiempo libre donde pueden crear, soñar, sentir ilusión y disfrutar.
Con los padres, con los primos en el pueblo, con los abuelos y amigos, el socializar y el construir lazos también permite el camino para el fomento de la imaginación, es decir, contando historias donde participen varios miembros, jugando, leyendo y siendo el protagonista o cambiando los acontecimientos de la historia, escuchando las aventuras que a diario relatan otras personas o pensando en aquello que está por venir o apetece cumplir.
“La imaginación debe trabajarse y las pantallas lo impiden”, es la clara afirmación de Patricia Jiménez, técnico en logística y creadora de «SuperCelia: Aventuras en Saturno» (cuento que trabaja la imaginación), quien asegura que educó a su hija Celia para que tuviese claro que la imaginación es lo más importante y, desde luego, debe trabajarse. “En un año de hospital y encierro (su hija se enfrentó con 7 años a un cáncer de huesos) trabajé con constancia con ella en la lectura, las actividades manuales, los juegos, la música, las canciones…, todo lo que involucrara que la imaginación se activase y eso provocó que la depresión no se apoderara de ella. Por el contrario, móviles y tabletas te transportan a un estado de latencia en la que dejas de interactuar con lo que te rodea”.
Enfrentar dificultades
Como cuenta la autora, leer libros y hacerlo con los niños, inventar juegos y retos con ellos, es más gratificante para los menores que la implicación sin control en redes sociales o videojuegos. “Esto nos llevó a que juntas pudiéramos crear incluso libros. Celia escribía sus historias, las dibujaba y añadía los diálogos”.
Jiménez explica que, en días de ingreso, tan sólo recurrían a la televisión o la consola en momentos puntuales de agotamiento, pero si el entretenimiento era óptimo, la niña ni se acordaba de su existencia. ”La imaginación le ayudó a sobrellevar su día a día. También fue la imaginación la que nos ayudó a dejarla marchar”, señala esta madre.
Marisa Tejada, directora de La Fábrica de Sueños y creadora y directora de El Duende del Globo (programa infantil), cree necesario y urgente rescatar a los niños (esos que la llaman Azul) de la invasión digital descontrolada. Según sus palabras, sus espectáculos siembran lazos, vínculos, cercanía, empatía, juegos de imaginación y de risas, a ritmo musical.
“A capela nos inspiramos y respiramos palabras tesoro, narraciones traviesas, valores eternos y generosos, que unen, guiños de entendimiento inocentes, despiertos y frescos para juntos deslizarnos hacia los mundos de Alicia, traspasar el espejo aprendiendo y tener la certeza de que vivimos y somos parte del fascinante y maravilloso Planeta Azul que nos cuida y al que es un honor y un placer cuidar”, afirma la artista, en su día capitana de la banda de pop rock Piter Punk y de la que también dicen ser “Chica Almodóvar”.
Atender las inquietudes y motivaciones de los menores
El que vivamos en una sociedad rodeados de tecnología (móviles, tabletas, ordenadores y videojuegos) supone la existencia de una delgada línea roja que separa el entretenimiento, la información y la conectividad, con el aislamiento que hace dejar de hacer otras muchas cosas. “Esto se traduce frecuentemente en una dependencia no sólo para adultos, también para niños y adolescentes”, expresa Pedro Martínez Ruiz, COO (director de operaciones) y fundador de la Escuela de Emprendimiento Sostenible.
Sin embargo, el profesional recuerda que, pese a que es positivo estar conectado e informado, “la labor crucial es impedir que esa conectividad sirva para lo contrario”. “Como adultos, como educadores, bien sea por ser padres, tener en la familia niños o adolescentes, o incluso si somos profesores, tenemos la responsabilidad de hacer ver la parte buena y la no tan buena de la tecnología”.
Martínez describe que, para ayudar a fomentar en los menores, la creatividad y la imaginación, se puede ser partícipes de sus momentos, proponerles nuevos retos e incluso escuchar sus inquietudes y motivaciones, porque -como asegura- será de ahí donde pueda obtenerse una valiosa información.
No prohibir la tecnología, pero saber administrarla
Cuando el hijo de Martínez tenía seis años, tuvieron esta conversación:
– ¿Qué haces papá?
– Estoy escribiendo mi cuarto libro
– ¿Y cuándo vamos a escribir un libro juntos?
– Podemos ponernos ahora mismo, pero debemos escribirlo entre los dos, no sirve que yo lo escriba y ponga el nombre ambos
– Tengo la historia en mi mente, cuando quieras comenzamos
En ese momento y juntos, comenzaron a escribir “Una aventura emocionante”, un cuento infantil que meses después se publicó con Editorial Fagus.
“El tema no es tratar de prohibir la tecnología a niños y adolescentes, pues sería negar la evolución y no facilitarles las herramientas disponibles del mundo que están viviendo. Sin embargo, es importante que sepamos administrársela y, sobre todo, dejar espacios para ellos y compartir para fomentar su creatividad, e incluso, cocreando con ellos alguno de sus retos e ilusiones”, asegura.
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