La sobreestimulación a la que estamos sometidos, el exceso de información, las prisas o la falta de tiempo para detenernos a observar, hace que la ausencia de motivación sea una queja generalizada a nivel de padres y profesores.
Presentamos al niño pequeño estímulos externos, de manera que estos suplantan su asombro, anulamos su capacidad de motivarse por sí mismo.
¿Cómo conseguir entonces que un niño, un adolescente, haga las cosas con ilusión, pueda estarse quieto observando con calma a su alrededor, piense antes de actuar, tenga interés por conocer lo que le rodea, o simplemente esté motivado para aprender?
Catherine L’Ecuyer, autora de Educar en el asombro, nos da las claves para educar y empieza con una a frase escrita hace más de siete siglos :
“El asombro es el deseo para el conocimiento” Tomás de Aquino.
Esta frase sigue siendo tan actual como entonces. Y su libro, del cual este artículo es una reseña, es una invitación a replantearse la forma en la cual estamos educando a nuestros hijos, o a meditar sobre el asombro en nuestras vidas.
Según la autora, un estudio realizado por la Universidad de Pennsylvania (What makes online content viral?” Berhger,J y Milkman K,2011) queanalizaba una serie de variables relacionadas con la comunicación a través de varios artículos del New York Times durante un período de más de 6 meses, concluyó que tuvieron más éxito los artículos de contenidos positivos, más largos y que habían provocado asombro en sus lectores. Dicho estudio definía el asombro como “una emoción de trascendencia personal, un sentimiento de admiración y de elevación frente a algo que supera a uno. Invoca la apertura y la ampliación del espíritu y una experiencia que hace que uno pare para pensar”.
Para Platón el asombro era el principio de la filosofía, para los griegos en general, este asombro era la primera manifestación de aquel intangible que mueve al ser humano: el deseo para el conocimiento. Nos explica como María Montessori, una reconocida pedagoga, cuyo sistema educativo se ha instaurado en muchos colegios, descubrió la importancia del asombro para el aprendizaje del niño.
Pero, ¿Cuáles son los problemas de la sobreestimulación? La autora nos los detalla:
- Sustituye al motor del niño, y anula su sentido del asombro, de creatividad, de imaginación.
- Tras la fugaz sensación de euforia, el niño se vuelve pasivo, no tiene iniciativas, se aburre.. además, la sobreestimulación predispone al niño a vivir con niveles de estímulos cada vez más altos.
- Necesita buscar sensaciones nuevas cada vez más intensas, se vuelve nervioso, no está contento consigo mismo y quiere llamar la atención de los adultos. Cuando encuentra sensaciones nuevas con las que calmarse es como un fumador ansioso que se reencuentra con su cigarrillo.
- Aumenta el ruido de fondo de sobreestimulación y se inicia el círculo vicioso con más fuerza. En el momento actual de nuevas tecnologías, redes sociales etc.hace que este sobreestímulo esté muy asequible.
- El niño sobreestimulado se convierte así en un adolescente que ha visto y tenido todo o casi todo, que está saturado y tiene el deseo bloqueado.
“La tarea del educador moderno no es podar las selvas, sino regar los desiertos”. C.S.Lewis
La autora se remonta a la raíz etimológica de “educar” ex y ducere, que es acompañar, sacando lo mejor de cada uno desde dentro hacia fuera. No explica como acoger y acompañar es lo que nos hace más humanos a todos, al que acoge y al acogido.
Para que uno se pueda asombrar necesita ser libre interiormente. Esta es la razón por la que los niños pequeños se asombran tan fácilmente, debido a que no están condicionados. Si no hay libertad interior en la realización del trabajo, si no disfrutas realizando la tarea, no se le pone ilusión, no se interioriza, es difícil conseguir el éxito. Para que haya libertad debe haber voluntad, y no hay voluntad sin motivación, pero esta debe ser auténtica, debe salir del interior.
Otro requisito es la disciplina, Pablo Picasso decía “la inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando”. Así el conocimiento y la disciplina son complementarios. Primero hay que acompañar al niño, creando las condiciones favorables para que él pueda descubrir por sí solo, y en segundo lugar, estructurar la transmisión del conocimiento de forma mínima y contando con la motivación, para facilitar la invención y el descubrimiento.
Para Víctor García Hoz, el juego tiene un papel muy importante en el buen desarrollo del niño educación del niño, pero da a la disciplina un papel de soporte, no un fin, ya que a través de este aprenden movidos por el asombro.
La autora cita también un artículo de la revista Harvard Educational Review (Children’s need to know:Curiosity in schools, 2011) que explica como la curiosidad de los niños es el motor de su desarrollo intelectual siendo este el mecanismo que sostiene un aprendizaje auténtico.
En un estudio realizado en EEUU se concluyó que la creatividad en los niños desde jardín de infancia hasta primaria, había descendido de forma significativa en los últimos 20 años, razón por la cual se habla de una crisis en el sistema educativo y en la sociedad en general.
La autora explica como el aburrimiento puede ser el resultado de una tarea demasiado fácil para las habilidades de la persona que la está realizando, mientras que la ansiedad se da cuando esta es demasiado difícil para las competencias de la persona que la está llevando a cabo. Por tanto, las actividades demasiado estructuradas encasillan a los niños en un estadio u otro: aburrimiento o ansiedad. El juego dirigido, sea por videos, películas o juegos de ordenador hace que el niño se vuelva más pasivo e incluso distraído ya que exigen poco esfuerzo mental, y la mente se hace vaga y se acostumbra a no pensar. Mientras tanto, el juego libre hace que el niño se plantee retos que se ajusten a sus propias capacidades, así como contribuye al desarrollo del pensamiento creativo.
Por tanto, puede establecerse el orden siguiente en el cual el primer lugar lo ocupa la invención y el descubrimiento y después iría la disciplina y el aprendizaje. En otro caso, se cumplirá lo que decía Carl J.Jung “todos nacemos originales y morimos copias”.
“La forma más directa y eficaz de matar el asombro de un niños es darle todo lo que quiere, sin ni siquiera darle la oportunidad de desearlo” Catherine L’Ecuyer.
«Aprender que lo bueno y lo valioso lleva su tiempo y su esfuerzo es otro pilar fundamental. Hay que saber decir NO en lo que consideramos que no conviene al niño…y hasta el final» son las palabras de Catherine L’Ecuyer para alentarnos a actuar.
Como consecuencia de todo, la disciplina y la invención se complementan en el juego libre pero dentro de unos límites. Ya que siempre hay límites, si te acercas al fuego, te quemas, por tanto, habrá que plantearles las consecuencias naturales de sus acciones, para lo cual hace falta tiempo, para educar hay que dedicar tiempo.
Para Aristóteles el niño se encuentra la predisposición a la virtud, pero esto no pasa en el niño cuyos sentidos están saturados por el consumismo y cuyo corazón no siente agradecimiento, porque todo se lo merece, es un niño que ha perdido el asombro y la capacidad de superación y de esfuerzo para llegar a la excelencia, por que la excelencia siempre cuesta.
“El consumismo ahoga las semillas del conocimiento y la ausencia de límites sofoca la predisposición a la virtud.” Educar en el asombro
Pero ¿cómo podemos recuperar el asombro? La autora nos da una serie de respuestas a esta pregunta.
La primera de ellas está en la naturaleza, esta no es sólo una de las primeras ventanas al asombro de un niño, sino que sirve para todos, ya que ofrece espacios abiertos, ritmos lentos, olores, colores, plantas, animales, todo en su ambiente, es una forma de vida más dura que nos hace fuertes.
La naturaleza permite encontrarse con la realidad y enseña que las cosas no son inmediatas y que lo bueno y lo bello llevan su tiempo. Su observación favorece a formar personas pacientes, fuertes y capaces de controlar su impulsividad.
Catherine describe como Gaudí fue un niño con salud muy débil y continuos ataques de reumatismo, que le apartaron de los juegos de niños y retrasaron su ingreso en la escuela elemental. Su madre pasaba muchas horas con él y le distraía con paseos por el campo, el resultado fue que Antonio Gaudí supo llevar la belleza de lo Divino a las calles y elevar los espíritus de miles de personas hacia el cielo, a través de la maravilla de la Belleza de la Naturaleza.
Otro factor a tener en cuenta es el de respetar sus tiempos, el niño disfruta del presente, tienen la clave de la felicidad que es vivir con intensidad y asombro cada momento del presente.
“Los niños deben ser muy indulgentes con las personas grandes” decía El Principito.
Para la autora, atender las necesidades básicas de los hijos y sus ritmos, es clave para conseguir un buen desarrollo. Las investigaciones confirman que el apego es fundamental y el niño que ha percibido este en sus primeros años de vida, tendrá una afectividad más ordenada, será más seguro de sí mismo y le será más fácil asimilar de forma más armoniosa los conocimientos. Ha recibido el mensaje de “valgo la pena”, te han dedicado tiempo a tu ritmo.
En contra de esto está la autora apunta el riesgo de la hipereducación u obsesión por adelantar las etapas cognitivas y afectivas del niño y todo se convierte en una carrera.
Nos cita, así mismo, las palabras del autor de El síndrome de Peter Pan: El hombre que nunca crece, una infancia mal vivida puede dificultar el paso a la edad adulta.
Otro de los problemas consecuencia de la sociedad actual a los que apunta la autora es la reducción de la infancia. La obsesión por no quedarse fuera de juego y hacer que los niños descubran las cosas por otros lleva a frustrar la imaginación del niño matando sus ilusiones, la imaginación, el asombro y la creatividad y acortando así la infancia, dando lugar a comportamientos y conocimientos que no corresponde al proceso madurativo y al orden interior del niño, dando lugar a una sociedad fría y calculadora.
Si a esto le unimos la falta de silencio consecuencia de la sobrecarga de estímulos de distintas fuentes, nos encontramos con la consecuencia de la falta de atención que viene motivada por su división entre tantos estímulos y que provoca falta de concentración. El ruido continuo ocasiona una falta de interioridad propia, el silencio es necesario para escuchar, interiorizar los aprendizajes, mirar a los ojos, estar atentos a las necesidades ajenas, reflexionar… Es necesario, por tanto, un equilibrio entre silencio, palabras, imágenes y sonido.
La ecuación de Einstein para el éxito, se completa con el silencio:
A (éxito)= X (trabajo)+Y (juego)+ Z (callar la boca)
Entendiendo X juego como el interiorizar y disfrutar lo que se está haciendo y Z como la necesidad de reflexión en el aprendizaje. El ruido no sólo ensordece, sino que acalla las preguntas que surgen ante la observación.
Potenciar la lectura como medio para la interioridad, capacidad crítica, de asombro, de potenciar la imaginación en los niños frente al uso del ordenador, cuyo uso no está recomendado por los ingenieros de Silicon Valley para sus propios hijos, es otra de las soluciones y pequeñas, pero con gran resultado, las cuales Catherine nos reta a implementar.
“- ¿Qué es un ritual?
-Es lo que hace que un día sea diferente de los otros días; una hora de las otras horas.” El Zorro al principito.
La humanización de la rutina de la vida, muchas veces necesaria para el orden, es otro elemento de educación. La rutina debe estar humanizada y tener un sentido, cuando hay una persona relacionada de alguna forma con el niño, es cuando tiene sentido también, no se llega a aprender de un CD, sino de una persona. La asociación de un acto a la presencia de un ser querido es lo que lo humaniza y la convierte en un rito.
“El misterio es la cosa más bonita que podemos experimentar. Es la fuente de todo arte y ciencia verdaderos” Einstein.
La autora sigue explicando, como los niños nacen con asombro, y el asombro es el deseo de conocer, esto hace que se entienda que a los niños les fascine tanto el misterio. El niño se acerca al misterio con humildad y asombro, y esta capacidad hace que pueda conocer un mundo cada vez más grande. Sin embargo, la pérdida del sentido del misterio también lleva a la pérdida de la inocencia, se adelanta etapas e incluso se les escandaliza por que no están todavía preparados para ciertas cosas. Proteger su mirada es un tema de prioridades, buscar alternativas de calidad es dirigir su mirada hacia la excelencia, lo mejor, lo bello.
La autora explica como educar en la belleza, no entendida como una estética sujeta al gusto, sino a la de verdad, que en filosofía sería la expresión visible del Bien y de la Verdad. Lo bello para un niño sería todo aquello que respeta la verdad de su naturaleza, de sus ritmos, su inocencia, su proceso…por tanto, los padres deben intentar filtrar la mediocridad y la vulgaridad y que su entorno sea rico en belleza. Educar en sensibilidad consiste en rodear al niño de lo que le conviene a su naturaleza y proteger su mirada de lo que no le conviene. El niño lleva brotes de bondad y semillas de conocimiento, esto llega a través del asombro, y cuando este proceso ocurre sin obstáculos, es cuando el niño interioriza la virtud y el aprendizaje.
Ser padres es lo más difícil que hay en la vida, así que si buscas ayuda y estás preocupado de la educación de tus hijos, espero que los consejos de este libro te animen en esta emocionante aventura de educar y acompañar a ser persona.
¡Ánimo!
Fuente: Educar en el asombro. Catherine L’Ecuyer