Mientras me dispongo a escribir en mi oficina, miro hacia el cielo. El techo transparente de la habitación contigua me muestra espesas nubes grises, anunciando que la lluvia se aproxima.
No importa si yo tengo que salir al concierto de jazz en el que intervendrá mi padre. Si va a llover, lloverá a pesar de mí, de la música y de mi entusiasmo por asistir al concierto.
Pero yo tengo un medio de transporte, ropa adecuada, un paraguas y, sobre todo, tengo un plan para llegar a mi destino, con lluvia o sin lluvia.
Pero, ¿cuál es ese destino de conciliación laboral, al que se supone que las madres deberíamos aspirar?
Dame 50 mujeres y te daré 50 conceptos de conciliación laboral: en la lista de deseos de una están las guarderías, en la de otra la exterminación de estas; mientras una quiere más trabajo desde casa, otra quiere horarios reducidos y no tener que llevar trabajo a su casa; una quiere beneficios para reintegrarse pronto, mientras otra prefiere tomarse unos años para dedicarlos exclusivamente a la maternidad. Y lo más asombroso es que todas llevan la razón.
Más allá de la pasión por nuestro trabajo, del amor por la familia, y de nuestra necesidad de generar dinero, está la realidad. El problema es que se nos ha enseñado que la realidad es dura, y nos hemos entrenado a no mirarla, solo sufrirla tal cual nos va llegando. Así, cuando eventualmente llueve sobre nuestros propósitos, sucede como en la canción: estos “se mojan como los demás”, sin que nos quede más que lamentarnos.
Pero, ¿qué pasaría si hoy levantaras la vista, para mirar por ese techo transparente? Tal vez descubrirías una nube negra, indicios de tormenta. Del tipo de tormenta que si va a caer, caerá con todas sus fuerzas, sin importar tu pasión por el trabajo, tu excelencia profesional, o el ilimitado amor hacia tus hijos.
Si va a llover, lloverá, a pesar de ti
Pero tú también puedes tener un plan. Uno que te permita llegar a tu destino, con lluvia o sin lluvia.
Sé valiente, levanta tu mirada hacia arriba y descubre la realidad. No te intimides, es solo un poco de lluvia, sobre la cual no tienes control. Ahora recuerda hacia dónde quieres llegar. No hacia donde “todas las mujeres” quieren llegar, sino a ese destino que incluye -o no- una guardería; que incluye -o no- trabajo desde casa, que incluye -o no- comidas en familia.
Ahora mira todo lo que sí puedes controlar: tus palabras, tus sentimientos, tus decisiones, tus acciones, tus negociaciones, tu nivel de profesionalismo, y tu compromiso.
Una vez que has ganado claridad, considera el peor escenario posible, y haz un plan para llegar a tu destino, ¡con lluvia o sin lluvia!
Mientras más te prepares, más sencillo será lograr lo que te propongas. Por eso, aquí te anoto lo que deberías considerar para armar tu Plan de Conciliación Laboral:
- Una descripción de tu destino: El resultado que buscas, respecto a tu familia, a tu profesión, y también a nivel individual
- Una descripción del peor escenario posible (si llueve, vas a mojarte, pero no a detenerte)
- Una lista de recursos que necesitarás para llegar a tu destino
- Una lista de personas que pueden ayudarte a llegar o acompañarte a tu destino.
- Información acerca de tus números: presupuestos, ahorros, pagos pendientes.
La conciliación laboral ha sido un tema de discusión política durante estas últimas décadas. Posiblemente seguirá siéndolo. Pero mientras tanto, no dejes pasar un día más de la vida de tus hijos sin tu propio plan de conciliación. Con un plan, llegarás a tu destino…¡con lluvia o sin lluvia!
Mónica Salazar es empresaria, coach y conferencista. También madre homeschooler de alma viajera. Muchas veces llueve sobre sus propósitos, pero ella saca su paraguas y sigue adelante…con lluvia, o sin lluvia. La encuentras en SalazarMonica.com, en donde te ayudará a descubrir tu talento financiero, para alcanzar tus más grandes objetivos.