Resulta esencial desde la infancia, la interacción y el compartir momentos, como pueden ser leer y conversar, con el entorno familiar más cercano afectivamente. La familia, el primer ámbito social de la persona, es el núcleo clave para que los niños se desarrollen del modo más adecuado. También para que interioricen valores y principios que les sirvan para producirse en sociedad.
La familia es el agente que más va a influir en el niño, a todos los niveles, en su crecimiento personal. El niño necesita a su familia y el tiempo que se permanezca en reunión entre sus miembros, debe ser enriquecedor para todas las partes, pudiendo existir disfrute y aprendizaje a partes iguales. En algunos de esos eventos, cuando todos los integrantes se sienten cómodos y comparten tiempo para leer y conversar se procura calidad en las relaciones.
Por norma general, suele olvidarse lo realmente importante, incluso se resta, niega valor o pierden oportunidades con personas que verdaderamente ofrecen un sentido crucial a nuestra existencia y a lo que somos o podemos llegar a ser. Los seres humanos solemos rescatar tiempo para otras actividades u ocio, incluso trivial. No obstante, estar en casa y deleitarse al conversar con padres, abuelos, hermanos o tíos, llega a convertirse en una labor menos frecuente.
El niño necesita a su familia y el tiempo que se permanezca en reunión entre sus miembros, debe ser enriquecedor para todas las partes, pudiendo existir disfrute y aprendizaje a partes iguales.
Somos consumidores de lujos y vidas de ensueño que queriendo o no llegan constantemente a nuestro centro de visión y no prestamos atención a quienes sufren, se sienten solos y perdidos, sobre todo a pocos días de fiestas navideñas. Y dejamos de apreciar la grandeza que existe en nuestras propias vidas, pequeños detalles y gratificantes segundos que muchas veces ni percibimos.
Tiempos pasados siempre fueron mejores
Si recordamos épocas anteriores, como niños nos llenaba el alma, el corazón y perduraban en el recuerdo horas empleadas al aire libre entre amigos después del colegio, a la hora de la merienda, donde se jugaba a la pelota, con la bicicleta, los patines o las barbies. Y se conversaba mucho, de mil y un temas. En las aldeas ocurría lo mismo, incluso se suma que, en las sobremesas de comidas familiares, las anécdotas eran constantes.
A día de hoy, las fotografías impresas, los libros o periódicos en papel dejan paso a las versiones digitales. No obstante, de ahí debe seguir imperando la palabra, las explicaciones, teorías y opiniones varias de quienes comparten espacio y tiempo en pro de la cultura y el aprendizaje diario.
La familia que comparte y se preocupa por cada uno de sus miembros teje una red que se interconecta entre todos y es difícilmente quebradiza.
Los padres deben leer al niño desde muy pequeño y adentrarle en el infinito mundo de las palabras y las aventuras. Todo aquello que despierte interés en el niño le permitirá no abandonar aquello que al día de mañana le abrirá puertas y le facilitará su incursión en el mundo escolar o académico; del mismo modo su progreso en el rendimiento intelectual. Es frecuente que el niño pregunte “por qué” y obteniendo respuestas e incluso descubriéndolas entre los libros o en las tertulias con sus padres y demás familiares, sentirá formar parte de algo bueno.
Pasar tiempo en familia con los hijos, interesarse por su jornada escolar, qué han aprendido, significa en los pequeños amor e implicación. La familia que comparte y se preocupa por cada uno de sus miembros teje una red que se interconecta entre todos y es difícilmente quebradiza. Pese a que exista decaimiento a nivel académico en el futuro, el hecho de querer aprender y trabajar a diario, preparándose y recibiendo mucho en casa, supondrá un gran empuje para remontar.
La necesidad de la palabra
La palabra debe perdurar, cuando acompañados o no, deseemos escuchar y aprender; conocer opiniones y empaparnos de conocimiento. En momentos de café, en descansos en los parques…, que el uso del teléfono móvil quede relegado a un tercer puesto y se siga mirando a los ojos del camarada. ¿Qué hay de las risas y los temas de actualidad? No pueden solo revisarse las redes sociales e interesar la vida de otros. Palabra y voz que narran y repasan hojas de cuentos y libros, dan paso al sueño, la evasión y la emoción.
“Es nuestra obligación como adultos que no solo sean esas pantallas las que les cuenten historias. Nunca ninguna imagen podrá sustituir al valor que sus palabras ejercerán sobre ellos. Una madre, una abuela, con su hijo o su nieto en el regazo, contándole un cuento, es la imagen exacta de la transmisión de la palabra y del amor. Si esa experiencia no sucede antes ni después de que el pequeño ingrese en la escuela, será muy difícil que ese niño o esa niña cuando crezcan sean lectores y les gusten los libro. Recorrer junto al adulto que lee o narra el itinerario de la historia es caminar un sendero conocido, protegidos por la seguridad que da el conocimiento de la peripecia y la presencia de un adulto protector”. (“La importancia de leer en casa”, de Antonio Ventura)
Instauración de la digitalización y estrés en nuestras vidas
Es habitual referir que no hay tiempo para nada, solo prisas, obligaciones, responsabilidades y estrés. “En la sociedad actual, frecuentemente y sin casi darnos cuenta, nos encontramos alejados los unos de los otros, aunque compartamos el mismo techo. Los niños son los que más sufren esta distancia emocional cuando apenas podemos pararnos a mirarnos, jugar y disfrutar de tiempo de calidad”, reza Sara Hernández de Pascual, psicóloga sanitaria especializada entre otros tratamientos en terapia familiar.
El mundo tecnológico no nos lo pone fácil para la interrelación en la familia. “Llegamos a casa del colegio o antes de dormir y parece que no priorizamos la familia”, expone Hernández de Pascual. La experta asegura que un hábito muy saludable que fortalece los vínculos en la familia es sin lugar a dudas, la lectura y “debería fomentarse más entre todos los miembros”. Construir esa costumbre entre todos permite al niño copiar de sus modelos progenitores, motivarse al encontrar momentos satisfactorios y que le reportará un saber añadido.
Todo aquello que los niños reciban de sus padres y resto de familiares adicionará sentimientos de seguridad emocional y fortalecerá su autoestima. Además, se reforzarán lazos afectivos. Leer con los niños será como entrar en un mundo de fantasía e imaginación “donde compartir afecto y risas”. “Podemos ayudarles a desarrollar su hábito lector y creatividad, además de que leer cada día con ellos les ayudará a mejorar su lenguaje, escritura y vocabulario”, expresa la psicóloga.
Otra de las ideas cruciales que refrenda la profesional es que debe conseguirse un ambiente óptimo para tal fin. “Desarrollar esta actividad junto a los niños, un rincón de juegos y lectura donde desconectar, relajarnos, compartir y construir juntos, se convertirá en un recurso muy valioso. Allí podrán regular sus emociones cuando emocionalmente lo necesiten”, remata la profesional en psicología sanitaria.
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