Suelen decir que “si caminas solo, irás más rápido, pero si caminas acompañado, llegarás más lejos”, que individualmente somos una gota, pero que juntos formamos un océano. Aquí tenemos dos grandes verdades que podríamos definir de muchas maneras pero que, en esencia, vienen a señalar lo mismo. Reflexionando sobre ello me atrevo a decir que en el instante de la vida en el que entendemos lo que algo así nos viene a expresar, dejamos a un lado nuestro egocentrismo y damos valor al sentido de pertenencia, comprendiendo humildemente que entre todos podemos conseguir mucho más de lo que haríamos solos.
Tiempo de pandemia, tiempo de catástrofe y temporal y tiempo de reflexión. Entre tanta angustia, pérdida y miedo se eleva un rayo de luz y de esperanza que me hace sentir que pertenezco a aquello que me da seguridad, que me motiva y que favorece el desarrollo de mi autoestima, de mi capacidad para creer que lo que parece imposible puede hacerse posible, que lo que no puedo hacer sola, lo hago con los que caminan conmigo.
Y tú, ¿dónde o a qué perteneces? El sentido de pertenencia nos hace conscientes de formar parte de un grupo en el que los modelos de referencia nos determinan, nos influyen directamente y nos van configurando a lo largo de nuestra vida. Esto comienza en la familia y se hace extensible a cada grupo social que forma parte de nuestro desarrollo evolutivo, donde además influyen los cambios sociales producidos por el paso del tiempo. Si tenemos en cuenta todo esto, cada uno desarrollará de forma muy diferente su sentido de pertenencia, pero lo más importante de todo esto es que ha de estar directamente relacionado con nuestros valores, creando lazos afectivos que saquen lo mejor de nosotros mismos para ponerlo al servicio de los demás. Esto es el colegio donde trabajo.
Sí, nuestro colegio no es “el colegio”, sino que es nuestro, que lo hacemos cada uno de nosotros y que, entre todos, logramos que sea algo más que un lugar al que ir a trabajar, estudiar o, peor, sencillamente “aparcar” a los alumnos. El primer día que llegué ya me di cuenta de que dentro del edificio ya se “respiraba diferente”. ¿Quién va a su trabajo y puede sentirlo como su hogar, como un regalo de valor incalculable? Pues bien, nuestro colegio somos las personas, todos y cada uno de los que cada día entramos y salimos añadiendo la gotita de agua a ese océano inmenso. Ese sentido de pertenencia que nos lleva a más, ese “creer común” y ese valor de cada uno añadido al valor del otro es lo que marca la diferencia en todos y cada uno de nuestros colegios. Formar personas no es solamente enseñar contenidos, sino también predicar con unos valores que sean ejemplo y que generen confianza en quienes apuestan por una educación donde el ser humano esté por encima de lo que se puede aprender en los libros o en Internet.
Formar personas no es solamente enseñar contenidos, sino también predicar con unos valores que sean ejemplo y que generen confianza en quienes apuestan por una educación donde el ser humano esté por encima de lo que se puede aprender en los libros o en Internet.
Ejemplo de lo que quiero expresar es que llegó una pandemia y todos juntos logramos organizarnos para seguir adelante, familias, PAS, profesores, alumnos y cada uno de los que formamos la Comunidad Educativa nos pusimos juntos en camino para ser luz para los demás en mitad de la oscuridad. Tras ello (y sin perderlo de vista aún), llega una gran nevada que colapsa la ciudad, que deja otra “herida abierta” que hay que curar. Bien, nuestro colegio convoca, sigue trabajando codo con codo, y todo el personal interno y externo se moviliza para hacer frente al nuevo reto. Las familias ofrecen sus manos, sus piernas, su ser entero para ayudar. Los profesores atienden desde casa y cada persona que puede se desplaza al centro para “salvar” lo que es parte de todos. Sí, esto es posible porque el sentido de pertenencia tiene raíz, sostiene, es bien común. Todos somos parte de un único cuerpo. Si un miembro está mal, se resiente el cuerpo entero, pero es labor de todos lograr que el cuerpo desarrolle su potencial máximo. Es aquí cuando entiendes de verdad que cada gota forma nuestro océano y que la belleza e inmensidad de ese océano es cosa de todos. Siento realmente que, como dice una gran compañera y amiga, “nuestra gran fortaleza y nuestra gran diferencia es el equipo humano”, que hace que «nuestro colegio» sea un ejemplo de vida, de unión, de cooperación y de calidad. Gracias a todos por hacerlo posible. Como dice Maya Angelou “Pienso que un héroe es cualquier persona que trata de hacer del mundo un lugar mejor para vivir”. ¿Y tú qué eres y quieres ser?
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