A ningún adulto le debe escandalizar que el niño se niegue a compartir. Influye su edad y madurez y forzarlo a hacerlo no generará más que una acción contra su voluntad que le produzca enfado.
Seguro que madres y padres nos hemos visto en algún momento en la situación de pedirle a nuestro hijo que comparta un juguete con otro niño, insistir si no lo hace a la primera o llegar a quitárselo para satisfacer el deseo de otros. Muchos progenitores se empecinan en que sus hijos compartan por la creencia de que si no lo hacen tildarán a sus hijos de egoístas o maleducados.
Pero ¿es adecuado que sea nuestro niño el que se quede sin el juguete que acaba de recibir o el que ese día había decidido llevar al parque para usarlo, por no gestionarlo positivamente? Le veremos llorar y nos sentiremos fatal y malos padres y por encima, no habrá aprendido la lección que pretendíamos. Los expertos nos dan unas instrucciones sobre cómo proceder en este sentido.
Los pequeños suelen usar mucho la expresión «es mío» y temen que aquello que dejen a otros no regrese o se estropee. Es complicado resolverlo en edades tan tempranas, pero podemos hacerle entender que la vida está repleta de conflictos, responsabilidades y asuntos a encarar. A pocos días de Navidad, lo que sí debe entender es que otros niños no tienen nada y que es un afortunado en cosas físicas y en afecto.
1 de cada 10 niños no cuenta con suficientes “bienes materiales”, esto es, que no pueden alimentarse convenientemente a diario o tener calefacción en sus hogares.
Cabe destacar que el «Análisis de la Encuesta de Condiciones de Vida con Enfoque de Infancia 2023», presentado por la «Plataforma de Infancia» sobre la pobreza infantil en nuestro país revela que 1 de cada 10 niños no cuenta con suficientes “bienes materiales”, esto es, que no pueden alimentarse convenientemente a diario o tener calefacción en sus hogares.
Ser comprensivo y ponerse en su lugar
No hay que creer que hay un problema serio cuando el niño no quiere compartir, probablemente todavía no sea capaz de hacerlo por edad y madurez. Sonia Martínez Lomas, psicóloga y directora de Centros Crece Bien, explica que obligar al niño a compartir puede servir a corto plazo, aunque no para que entienda lo que en realidad supone. “Hemos de pensar que el menor lo hará para evitar una reprimenda o un castigo. Incluso cuando no esté el padre o la madre delante no lo hará sino es presionado a hacerlo y precisará de algo más”.
La también escritora de «Descubriendo Emociones» (Esfera de los Libros, 2020), incide en procurar:
- Ser modelo de generosidad con los demás y con el propio hijo.
- Hablar en familia de lo importante que es compartir con los demás, preguntar a los niños qué les gusta compartir con los demás y cómo se sienten los demás y ellos mismos cuando lo hacen.
- Mostrar comprensión. Ayudarle a ver que es normal que tenga miedo a que, por ejemplo, le rompan su juguete o no se lo regresen. Hemos de posibilitarle que sepa exponerlo al otro niño o compañero.
- Alagar su generosidad o solidaridad cuando la ponga en práctica, como aportando juguetes en campañas de Navidad o a compañeros que tienen menos que él.
- Ponernos en su lugar y así él también aprenderá a hacerlo. “¿Nos gustaría que nos obligasen a compartir nuestras cosas?”.
Educar en el valor de compartir y enseñarle a decidir
La psicóloga Eirene García, recomienda educar a los hijos en el valor de compartir, explicarles porqué es importante hacerlo y los beneficios que reporta en los implicados.
Los padres nos han de agrandar la situación. Si en el caso de hablar con el niño continúa sin querer prestar su juguete, la experta, manifiesta que hay que tener en cuenta lo que siente. “En esos momentos estamos educando en el valor del respeto hacia uno mismo, hacia nuestros deseos y hacia los de los demás. El espacio íntimo es importante para nosotros, lo mismo con nuestras posesiones. Respetar y respetarnos es lo primero”.
Hemos de ser sus consejeros y surtirles de indicaciones y herramientas frente a todo aquello que les sobrevenga y educarles en la libertad para decidir, algo que les dará armas de cara al futuro. Ante todo, el niño ha de sentirse amado y acompañado por sus referentes principales y de no ser así -como asevera García- un problema de estas características donde se sienta solo para ejecutar, puede afectar en la construcción de su autoestima.
Priorizando no solo en fechas navideñas, sino el resto del año, los valores de solidaridad, generosidad y respeto por el prójimo, sobre todo por el que menos posibilidades tiene, padres y educadores, han de inculcárselos al niño y no olvidar que ellos los niños se miran a diario.
Los adultos también deben permitir al menor aprender de sus fallos, mejorar y exponer lo que piensa y siente, gestionar conflictos y acatar su «no» para que sepan que también será así en otros aspectos y situaciones de sus vidas y que no perciban temor o inseguridad. Dejarles que sean generosos sin coacciones les reportará emociones muy agradables como la empatía. Asimismo, los niños deben aprender a ser responsables con quienes son, con lo que tienen y con lo ajeno.
¿Qué te pareció este artículo? Deja tu opinión: