Elaine Aron, como ella se define, psicóloga, investigadora, profesora de universidad, psicoterapeuta y novelista y con varios libros publicados, es una persona PAS o persona altamente sensible. En su libro “El don de la sensibilidad” en el que facilita herramientas a padres en cuanto el tema, asegura “ocultarse del caos exterior en su familia cuando era niña”. A mediados de los 90 acuño el término PAS. La alta sensibilidad resulta una propiedad aumentada del sentimiento. Diversas investigaciones desde la psicología o neurología confirman la existencia probada de este rasgo que se produce en los individuos en aproximadamente el 15% de la población. Los NAS o niños altamente sensibles nacen con un sistema nervioso rápido.
En la Asociación de Personas con Alta Sensibilidad (APASE) proporcionan el test de la doctora Aron. Resulta un test orientativo, por lo tanto, se recomienda confirmar el diagnóstico con un especialista.
Socialmente tiende a relacionarse sensibilidad con vulnerabilidad, algo que provoca que los NAS se sientan desplazados en algunas situaciones.
Las familias de los niños altamente sensibles han de ofrecer una educación presente, constante en la que se dé cabida a la comprensión, la escucha activa, la empatía y el acompañamiento respetuoso. Expertos revelan que puede resultar complicado mantener unos hábitos y un aprendizaje estable con los niños altamente sensibles. Tanto en sus familias como en ellos incurren con frecuencia episodios de estrés y sobre estimulación.
Características de los niños altamente sensibles
Según Aron, los niños altamente sensibles se caracterizan por:
- Profundidad de procesamiento: realizan intensos análisis de las situaciones antes de iniciar una acción.
- Gran emocionalidad y empatía: se muestran vehementes en sus emociones y poseen gran capacidad para empatizar. Sufren con los conflictos.
- Presentan una gran sensibilidad ante sutilezas.
- Sobre estimulación o saturación: ambientes cargados de estímulos pueden saturarlos; no presentan filtros.
El estudio realizado por Marie-Lise Schaläppy buscaba la conexión entre alta sensibilidad y altas capacidades. Se pone de manifiesto que se podría tener en cuenta la alta sensibilidad como primer indicador para buscar una alta capacidad (2% población). Sin embargo, cabe señalar que no siempre existe vinculación. “Si bien las etiquetas a menudo pueden ser limitantes, a veces son importantes para la visibilización y comprensión”, declara M. Luisa Balaguer Guilabert, psicóloga sanitaria y psicopedagoga. E incorpora que: “es muy importante su detección para poder acompañar a estas personas de un modo adecuado en la escuela evitando que sus características especiales les causen sufrimiento”.
La experta que expresa que los NAS suelen sentirse molestos por estímulos que otros niños casi ni perciben, refiere la alta sensibilidad como una condición temperamental innata. Las personas que la presentan se sienten identificados cuando hablan de vivir en una montaña rusa de emociones. También la percepción de las sutilezas la hacen a través de olores, sabores, texturas…, captar pequeños detalles que otros no alcanzan (Aron, Aron y Jagiellowicz, 2012).
Tener en cuenta sus necesidades y particularidades
La profesional en psicopedagogía asevera que los niños altamente sensibles, además, presentan otras características a destacar:
- Fuerte vínculo a la naturaleza y animales.
- Gusto por la música.
- Intensidad en las decepciones: lloran mucho.
- La concepción de la vida desde un punto colaborativo.
- Asunción y el manejo de conceptos sobre la vida, la muerte, la ética, la amistad.
A los NAS les genera malestar el dolor de otros, la falta de hábitos y aquello que no les da seguridad, el no reconocimiento de quienes le rodean o acontecimientos que perciben como injustos. “Necesitamos tener muy en cuenta estas características para poder comprender reacciones y conductas de los niños y así evitar etiquetas sobre mal comportamiento o reacciones exageradas”, resalta Balaguer Guilabert.
“Es muy frecuente que se confunda la alta sensibilidad de un niño con alguna patología. Es decir, presentan características en su carácter y personalidad como parte de sus malas experiencias que se asemejan a síntomas presentes en algunos trastornos mentales como: el trastorno por déficit de atención; trastorno negativista desafiante y el trastorno generalizado del desarrollo con rasgos del espectro autista. El niño necesita estar rodeado y acompañado de sus progenitores y maestros y que ayuden a que disponga de una buena calidad de vida y educación”, explica Angélica Rodríguez, neuropsicóloga infantil.
Un rasgo innato sin necesidad de tratamiento psicológico
La alta sensibilidad se presenta como una característica genética y en la mayoría de casos es heredada por el padre o la madre. El rasgo de la alta sensibilidad no está determinado por el hecho de ser niño o niña. “No suele resultar fácil reconocer la singularidad de alta sensibilidad en bebés y niños muy pequeños. No obstante, a medida que el NAS se desarrolla, existen comportamientos y características propias”, subraya y enumera la experta.
- Tienen mucha imaginación, son intuitivos, empáticos y muy creativos. Sin embargo, por los niveles de estrés que pueden sufrir, suelen evitar determinadas actividades sociales.
- Resultan niños muy observadores, se fijan incluso en los detalles poco perceptibles. Frente a niveles altos de estimulación terminan muy molestos por ejemplo: sonidos estridentes o ruidos, aglomeraciones o luces brillantes.
- En algunas ocasiones, pueden parecer tímidos e inquietos al apartarse de determinados contextos sociales que les aturden.
- Normalmente son persistentes y perfeccionistas, lo que les hace tener baja tolerancia a la frustración.
- Tienen hipersensibilidad en su piel. No suelen tolerar algunos tejidos.
Rodríguez asevera un niño altamente sensible requiere del conocimiento de sí mismo, esto es, “debe descubrir qué necesita con la ayuda de sus cuidadores, quienes deben crear un ambiente adecuado a su propio bienestar implicándose en la gestión de sus emociones”.
Los NAS no necesitan tratamiento psicológico. Sus familias deben acompañar a sus hijos y permitirles sentirse a salvo y confiados. Han de tener consideración respecto a sus características particulares, enseñarles a resolver problemas y establecer límites que puedan comprender.
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