Hay personas que parece tienden a encontrarse, desconozco el punto de unión o lo que suscitó exactamente el interés de Muriel Spark para escribir sobre la vida de Mary Shelley, ya que esta motivación sería más fuerte que la simple celebración del centenario de su muerte, considerando además, que dicha biografía fue su primera obra literaria. Pero pocos saben que Mary Shelley fue la autora de Frankenstein. La publicación inicial de esta obra de forma anónima provocó que se atribuyera inicialmente a su marido, el poeta Percy Bysshe Shelley, pero fue ella quién lo soñó y escribió.
“Busca serenamente la felicidad y evita la ambición, aunque ésta sea en apariencia tan inofensiva como la que persigue el camino de la ciencia”. Mary Shelley
La novela de Muriel Spark trataba satíricamente y con ironía la vida contemporánea, quizás de ahí su atracción por las biografías. Nació en Edimburgo, su padre era un judío inglés, de origen italiano, y su madre, una inglesa anglicana, quizás por ello, a la edad de 36 años, Muriel se convirtiera al catolicismo en el año 1954 y se fuera a vivir a Italia a partir de entonces. No sabemos si el curso de correspondencia comercial que hizo en el año 1934 sembraría la semilla para su inquietud por las letras pero, como ella escribe “nunca pensé en escribir una novela, y ahora no hago otra cosa”.
Cuando tenía 19 años se casó con S.O.Spark, yéndose a vivir a Rodesia, donde tuvieron su único hijo. La pareja se separaría enseguida, pese a ello, Muriel siempre usó el apellido de su marido. Volvió a Inglaterra, y. no deja de sorprender que trabajase para el Foreign Office en labores de contraespionaje bélico, siéndole concedida la DBE. Sus decisiones y cambios muestran, desde luego, un carácter inquieto en busca de su sitio, camino que encontraría a través de la palabra.
Comenzó a escribir poesía y biografías, publicando su primera obra en el año 1957, «The comforters». Este fue su punto de partida y no paró de escribir desde ese momento, su consagración llegó de la mano de «Los mejores tiempos de Miss Brodie» en el año 1961, cuyo éxito llevó incluso a una adaptación cinematográfica de la obra que dio un Oscar a Maggi Smith por su interpretación.
Fue amiga de Graham Greene, quién incluso la ayudó económicamente en una etapa de complicaciones económicas. Este escritor fue uno de los primeros en comentar la obra de Muriel, y así comenzar a apoyarla, como sus palabras acerca de «Memento», publicada en 1959, del cual diría “era un libro divertido y macabro”, pues la novela cuenta con humor negro las andanzas de los huéspedes de una residencia de ancianos.
El único problema, Merodeando con aviesa intención, La imagen pública, Una mujer al volante, fueron otros de sus títulos, de los que se intuye su fino toque satírico. En Las señoritas de escasos medios, Muriel refleja su propia experiencia personal rememorando una época en la cual llegó a pasar hambre. En el libro cuenta la lucha de unas muchachas por salir adelante con modestos trabajos, ella escribía “pocas personas son más ingenuas, más deliciosas, más conmovedoramente adorables, y, también más salvajes, que las muchachas de escasos medios”, convirtiendo así la ironía en un signo de identidad. Su obra fue variada, escribió poesía, libros infantiles comedia e incluso piezas teatrales para la radio.
Se convierte en la biógrafa de algunos personajes como Emilie Brönte, que escribió junto al escritor Derek Standford o de Mary Shelley. Elige estudiar la vida de otra mujer peculiar incluso antes de escribir novelas, en cuyo prólogo, treinta y seis años después de la primera edición escribirá: ”En mi aproximación a la vida de Mary Shelley, sostuve la entonces difundida opinión de que, tras la muerte de Shelley, sus ansias de respetabilidad burguesa fueron en aumento. Hoy no estoy tan de acuerdo con tanta simplificación…»
Recibió gran número de premios, a pesar de que escribir no entraba en sus planes. Fue investida con el título de doctora honoris causa por varias universidades, como la de Londres, Oxford o Edimburgo, e incluso fue nombrada dama del Imperio en 1993. Murió en Italia a los 88 años de edad.
Mary Shelley nació en Londres el 30 de agosto de 1797. Cuando no es reconocida como la esposa del poeta Percy B. Shelley, es reconocida como la hija de la aclamada escritora feminista Mary Wollstonecraft (Vindication of Women Rights) y del novelista y filósofo William Godwin. Incluso cuando recibe méritos por sí misma, vive bajo la sombra del grandioso monstruo que ella misma creó, Frankenstein. A pesar de que su obra no volviera a repetir nunca este éxito, la escritora, editora y crítica Mary Shelley es considerada como una de las mujeres más cultas y audaces de la literatura.
Su madre murió a los pocos días de su nacimiento, pero la lectura de los escritos autobiográficos y los libros que escribió antes de su muerte, junto a las Teorías político-liberales de su padre, fueron la formación básica para la visión de la política, un tanto radical.
“No deseo que las mujeres tengan más poder que los hombres, sino que tengan más poder sobre sí mismas”. Mary Shelly
La Historia de Victor Frankenstein fue resultado de una apuesta durante un verano “húmedo y poco amable en lo que respecta al clima, ya que la lluvia incesante nos obligó a encerrarnos durante días en la casa” según describiría años después su autora. Aunque se publicó en 1818, fue años más tarde (1831), y a petición de sus editores, cuando Mary Shelley describe como surgió Frankenstein o El moderno Prometeo. Durante las jornadas de ese verano en una villa en los alrededores de Ginebra, entre conversaciones acerca de los experimentos del filósofo del siglo XVIII Erasmus Darwin y la lectura de historias de fantasmas es cuando Lord Bayron sugiere que cada uno de los invitados a la casa escribiera una historia sobrenatural. Así, y a raíz de un sueño nació Frankenstein.
El mejor cuento fue el de Mary, tal y como ella misma cuenta en el prólogo de la edición de 1831 :
“Una historia que hablase de los miedos misteriosos de nuestra naturaleza y despertase un horror estremecedor… Debía ser espantoso; pues supuestamente espantoso sería el resultado de todo esfuerzo humano por imitar el prodigioso mecanismo del Creador del mundo. El éxito aterra a su propio artista; huiría horrorizado de su propia obra. Confiaría en que, abandonada a sí misma, se apagaría la leve chispa de la vida que había infundido; en que este ser que había recibido tan imperfecta animación se resolvería en materia inerte; y así pudo dormir, en la creencia de que el silencio de la tumba extinguiría para siempre la existencia efímera del horrendo cadáver al que había juzgado cuna de la vida”.
Esta obra se convirtió en un éxito de crítica y público, considerándosele así una de las pioneras en el género de ciencia ficción. Mary tenía tan sólo 20 años. Aunque esta ficción ha dejado de serlo en este sentido después de la aparición de la oveja Dolby. Realmente es una historia sobre los peligros de la ciencia y una muestra sobre la destrucción del hombre cuando busca ser creador de vida.
“La contemplación de la grandiosidad de la naturaleza siempre confirió nobleza a mis pensamientos, haciendo que olvidara las preocupaciones cotidianas”. Mary Shelly
No logró tal popularidad con ninguna de sus obras posteriores o la excelencia de esta primera, pese a que escribió otras cuatro novelas, varios libros de viajes, relatos y poemas. Su novela «El último hombre» (1826), considerada lo mejor de su producción, vuelve a ser futurista, ya que narra la futura destrucción de la raza humana por una terrible plaga.
“Sé que usted busca el conocimiento y la sabiduría, como yo lo hice una vez; y espero vivamente en que la satisfacción de sus deseos no resulte ser una serpiente que le muerda, como ha sucedido en mi caso”, decía. A la muerte de su marido, se convirtió en su mejor representante y defensora de su obra, ahí su labor de editora. Tuvo cuatro hijos de los cuales sólo uno sobrepasó la niñez, pero siempre los añoró y estuvieron en su recuerdo.
“Amo la vida, pese a que no es más que un cúmulo de angustias, y la defenderé”. Mary Shelley