Desde que murió la reina de Inglaterra hemos leído mucho sobre ella, desde quien habla solo de su estilo, otra hora muy criticado, quien la retrata como la influencer de los últimos años, casi un siglo, sus relaciones con nuestro país y cercanía familiar a la corona española, simpatías o curiosidades, lo que no sabías de…todo el mundo comenta algo, pero sin duda, lo que no hace falta explicar es lo que las miles de fotografías que hay de Isabel II, Grannie (como la llama su nieto) o tía Lilibeth a lo largo de su vida nos revelan, su sonrisa, y una persona con un carácter especial, no en vano el pueblo británico se ha levantado para el último adiós a su reina, quizás una de las últimas personas tan referentes como coherentes que hayamos tenido el placer de ser coetáneos en este siglo. A todos nos ha sorprendido la muerte de la reina a la que vimos hace unos días recibiendo a la recién nombrada primera ministra británica Liz Truss, y aunque sabíamos que este momento tendría que llegar, la reina parecía ser casi inmortal.
«Mi abuela decía que el dolor es el precio que pagamos por el amor». Guillermo de Inglaterra
Durante su reinado, el mundo, la sociedad, el imperio que le había sido encomendado por las circunstancias de la vida, así como su familia, se han visto sometidos a sucesos, unos más históricos que otros, escándalos, cambios y más cambios. Sin embargo, los problemas no le hicieron distraerse de su responsabilidad, de intentar acertar, pese a la corta edad a la que le tocó comenzar a trabajar, porque es un trabajo, y de los arduos. No son privilegios sin sentido, y por supuesto, sin responsabilidad, la responsabilidad es inmensa y cuando el sentido del deber corre por las venas, la carga es mucho mayor, como también es mayor el resultado. Quien critique a la monarquía, y especialmente en los tiempos que corren, sinceramente no es consciente del valor de unión en tiempos de enfrentamiento, de la estabilidad que aporta a una nación. La monarquía es garantía de la unidad de un pueblo, porque solo ella representa a todos y cada uno de los ciudadanos por encima, como muy bien dijo su hijo, de ideales, creencias, o procedencia. Somos afortunados los que todavía podemos tener una corona que nos una.
El 21 de abril de 1947, en su vigésimo primer cumpleaños, la princesa Isabel dijo: “Declaro ante todos vosotros que toda mi vida, sea larga o corta, estará dedicada a vuestro servicio”.
Hablar de la reina Isabel II como influencer se queda corto, por muy de moda que esté esa palabra, el liderazgo es otra cosa, y además, mucho más que eso. Como sus palabras indicaban, fue toda la vida un liderazgo de servicio, al que añadiremos la serenidad a pesar de las circunstancias que la tocó vivir.
El legado de Isabel II fue, no solo para su hijo como sus propias palabras confirman como “ejemplo e inspiración”, sino para todos. Muy en particular podemos decir que se ha convertido en ejemplo para las princesas europeas que reinarán a finales del siglo XXI o incluso XXII, como analiza muy bien la historiadora y experta en reinas, María José Rubio, para quien el legado de Isabel II es determinante, la reina británica recogió el testigo de la gran reina Victoria, que fue el gran personaje del siglo XIX y ella ha sido el gran personaje del siglo XX, y muy bien debería ser el referente en virtudes para estas jóvenes herederas.
En su mensaje de Navidad al comienzo del Milenio, dijo:
«Para muchos de nosotros, nuestras creencias tienen una importancia fundamental. Para mí, las enseñanzas de Cristo y mi propia responsabilidad personal ante Dios proporcionan un marco en el que intento conducir mi vida”. Reina Isabel II
Todas las Navidades hablaba a sus súbitos de Jesús, proclamando su fe sin complejos, más bien con frecuencia y elocuencia en sus mensajes públicos, lo que ahora también ha proclamado su hijo al comprometerse a servir, “si Dios se lo permite, con lealtad, respeto y amor”. Y es que cuando se vive la transcendencia del servicio, el compromiso es mayor.
Su ejemplo, hasta el final de sus días, nos recuerda al también ejemplo de Juan Pablo II en sus últimos momentos, afrontando sus responsabilidades a pesar de la enfermedad y vejez, otorgando la dignidad que le corresponde a toda vida en su final, demostrando su valor
¿Qué habría sido del Reino Unido, incluso de la familia real, sin la sabiduría, la estabilidad, templanza y el servicio que encarnó su reina y madre constantemente, y muy menudo, en circunstancias de extrema dificultad?
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