«La nobleza, algo de lo que Tolkien no se olvidó» es la continuación de «Tolkien y la creación de mundos posibles»
J.R.R. Tolkien, conocedor y amante de las palabras, nos regaló un mundo maravilloso y legendario lleno de belleza y esperanza. Escribió una mitología en pleno siglo XX. «Subcreó» un tapiz lleno de historias y relatos conmovedores que alegran el corazón humano.
** Sufrimiento
El Profesor tiene mucho mérito, y un corazón grande, si se tiene en cuenta el ambiente donde se gestó: en las trincheras de la Gran Guerra…
Escribe lo que lleva en su cabeza y en su corazón: nos relata su creación, a «imagen» de su pensamiento y visión tan radiante y hermosa de la realidad, que le enseñó y transmitió su madre. Ella era una mujer muy culta y fuerte, que supo, en medio de grandes adversidades, buscar y descubrir lo importante y valioso de la vida para ofrecérselo a sus hijos.
Además lo hace quien ha sufrido mucho y se ha enfrentado a la muerte desde su tierna infancia, con la pérdida de su padre muy pequeño, y en la distancia, y a los pocos años la muerte de su madre, tras muchas penurias, y después la Guerra… en la que murieron muchos de sus amigos y conocidos. Con la hambruna posterior que acarreó los años siguientes.
En este escenario, se hace las preguntas existenciales ante tanto dolor y sinsentido… Piensa sobre la vida y la muerte: un tema candente en el legendario…, aunque sin ser consciente al principio. Y quiere poner luz en el mundo y un poco de belleza, consuelo y alegría, y por tanto de esperanza.
Su obra consiste en una «Subcreación» de un universo desde el momento en el que comienza todo: desde el origen de la creación, con esas grandes cosmogonías, entretejidas con historias conmovedoras, hermosas, y terribles en ocasiones, como suele suceder en la vida real.
Este inicio en el origen es muy propio suyo, y algo de enorme envergadura que le llevará toda una vida perfilar…, con la ayuda de su querido hijo Christopher, quien continuará las revisiones de su universo mítico, especialmente de las Primeras Edades, con la creación de Arda, la Tierra, por Ilúvatar y los Ainur: «vástagos de su pensamiento», junto con las historias de los Silmarilli.
Conoce bien los anhelos del ser humano, y lo desdobla en dos razas: los elfos, con el don de la inmortalidad, artistas creativos, pero melancólicos y atados a todas las edades del mundo, y los hombres, «destinados» a morir, liberados del tiempo, que anhelan la inmortalidad de los elfos. Y en la síntesis de ambos se comprende mejor estos temas.
** Un «hechizo»
Mediante el poder creador de la palabra se revelan las maravillas de los materiales que “trabaja» y crea: la madera, la piedra, el hierro, el fuego, la comida y el vino… Algo que tantas veces pasamos por alto, o no sabemos mirar en profundidad. Nos ayuda a contemplar con “ojos nuevos”, y redescubrir esas cualidades y potencialidades de la creación.
Y además, con la magia del adjetivo…, que pone múltiples cualidades y características a los elementos, dotándolos de algo especial, singular, asombroso, al «gusto» y «arte» del artista, adquiriendo ese «hechizo» que pincela mares, sol y lunas, cielos, estrellas centelleantes, nubes y viento sibilante, caminos sinuosos, árboles frondosos o retorcidos, con raíces profundas, pájaros cantores como ruiseñores, ríos y piedras, colinas fugaces, aves aladas misteriosas…, estrellas que se apagan a su paso, y personajes de distintas razas, leales o no…, sabios, sencillos, o con codicia y ansias de poder, y siempre con libertad y esperanza. Algo que nada puede destruir…
Nos cuenta el poder del adjetivo en el libro «Sobre los Cuentos de Hadas»: «La mente que pensó ligero, pesado, gris, dorado, inmóvil, veloz, concibió también la magia de volver ligeras y aptas para volar las cosas pesadas… Si podemos distinguir lo verde de la hierba, lo azul del cielo, lo rojo de la sangre, tenemos ya el poder de un mago».
Y esto ayuda al conocimiento del mundo creado… Una suerte de encantamiento y satisfacción, tanto para el artista como para los que se acercan y disfrutan con su obra.
** Alguna cita
Dejo alguna cita como muestra de estas maravillas para saborear y animarte a leer al poeta legendario de la Tierra Media:
En El Señor de los Anillos, Las Dos Torres, en Minotauro, escribe: «Alrededor, fluía el hilo plateado de un arrollo que salía del valle; sobre la cumbre, todavía muy lejos, vieron un reflejo del sol naciente, un resplandor de oro.»
En otro momento: «A menudo la hierba era tan alta que llegaba a las rodillas de los jinetes, y parecía que las cabalgaduras estuvieran nadando en un mar verdegrís.»
Cuando avanzaban con Sombragrís: «Llegó el alba clara y brillante; un viento barrió el camino, apresurándose, entre las hierbas gachas. De pronto Sombragrís se detuvo y relinchó. Gandalf señaló allá adelante.»
** Izar la realidad
Como sostiene E. Segura, en Tolkien la palabra es «la puerta de entrada a la realidad», y lo que la «realiza». Etimológicamente, real-izar, como explicaba J.H. Newman, significa «izar» (levantarla hacia arriba), expandirla, elevarla, hacerla más real, crear nuevos mundos desde lo que todavía no es visible…
Lo que este artista ha desplegado y «real-izado» en su sentido propio que acabo de mencionar, para poder ser contemplado en toda su belleza y armonía. Algo maravilloso y radiante cual lucero o Silmaril, que contiene la luz original de la creación. Y se continuará en la historia con la luz de Eärendil… que más tarde recogerá la Dama Galadriel. Su historia te la cuento en mi blog en la entrada «el espejo de Galadriel».
Algunas pinceladas del «legendarium» de Tolkien
- Eru, o Ilúvatar para los elfos
Es muy impresionante cuando, al principio de las Edades, en El Silmarillion, Eru, «el Uno», llamado también Ilúvatar, «Padre de todos», crea y convoca a los Ainur, espíritus, vástagos de su pensamiento. Y les propone un tema musical. Así se crea la música de los Ainur, con su armonía, a pesar de las notas discordantes de Melkor, que quiere prevalecer sobre los demás. Eru, Ilúvatar para los Elfos, da una visión bella y hermosa de lo que podría ser. Entonces mediante la palabra, crea el mundo, lo hace real: ¡Eä! Se llamará Arda, «el mundo que es».
La palabra en Tolkien está viva, tiene poder creador, y «real-iza» mundos posibles desde su mente, los despliega en su potencialidad y compleción.
- Gandalf el sabio
Gandalf, que significa «el elfo de la vara», o Mithrandir para los elfos: «el que camina envuelto en plata». Bonito nombre, que, además, significa lo que él es. Buen consejero, que ayuda y anima a cada uno en lo que necesita. Es un Istari, o «Mago» para los Hombres. Pero la magia en Tolkien consiste en llevar a plenitud el ser natural de las cosas. En ese sentido es mago.
Gandalf pone camino hacia ello. Se orienta por lo mejor y aconseja bien. Caldea los corazones y anima a actuar bien. De este modo ayuda a Frodo a encaminarse a su misión, prestándole su aliento y consejo. Y será capaz de llevar la Historia a su plenitud…, con ayudas inesperadas cuando le fallan «las fuerzas», merecidas por su comprensión y actitud hacia otros, especialmente la compasión hacia Gollum.
El buen amigo, Gandalf, es poseedor de un Anillo: Narya, el Anillo de Fuego, uno de los Tres Anillos Élficos. Con él enciende los corazones de las personas, anima, aconseja para realizar actos heroicos más allá de lo que pudieran alcanzar por sí mismos. Pero los deja decidir en libertad, y actuar por sí mismos; no obliga, ni realiza sus acciones.
Sus «poderes» tienen mucha relación con el fuego en sus distintas formas. Gandalf pronuncia una palabra, y su vara de madera se enciende en los lugares oscuros: por ejemplo en las Minas de Moria. O, cuando son atacados por lobos, enciende en llamas la madera de los árboles para espantarlos… Tiene aptitudes especiales también con las Águilas, como Manwë…
Ese Anillo se lo entregó Círdan de los Puertos al intuir su alto cometido en la Tierra Media… Por eso podrá enfrentarse al Balrog en Moria: la Llama y la Sombra. Gandalf es el «Servidor del Fuego Secreto»…, administrador de la Llama de Anor contra el fuego oscuro de Udûn. Y le dirá con autoridad: ¡No puedes pasar! Y con una palabra suya destruye el puente de piedra de Khazad-dûm elevado sobre un abismo. ¡No puedes pasar!, ¡vuelve a la Sombra!, le increpará.
- Los Elfos
Son los Primeros Nacidos, inmortales, por los que no pasa el tiempo, poseen gran sabiduría y aman y preservan la belleza de lo creado. Para ellos fueron puestas en el firmamento las Estrellas, antes de su esperada llegada… Y les son muy significativas. Son artistas creativos y en ello entregan lo mejor de sí.
Como hizo Fëanor, un elfo Noldor de las Primeras Edades, muy hábil y gran artesano, que crea los Silmarilli… Tres gemas luminosas que contienen la Luz primigenia de los Dos Árboles de Valinor, que surgieron con el canto de Yavanna. Una maravilla de gemas con luz propia que iluminan y reflejan su luz. Pero Fëanor olvida que la luz no proviene de él…, y asoma la codicia a su mirada, se apropia de ellas. Su actitud posesiva acarreará guerras fratricidas y consecuencias nefastas en toda su descendencia, abocándolos a la muerte, al dolor, y a una progresiva decadencia.
Sin embargo, esa luz perdurará hasta el fin de los días… En la Tercera Edad, la Dama Galadriel la recoge en un frasquito: la Luz de Eärendil, la más preciada Estrella. Eärendil fue quien custodió el Silmaril surcando los cielos, y pidiendo perdón a los Valar por esos hechos deleznables de los Noldor. Y se la regalará a Frodo, el portador del Anillo, dada su misión, para que le ilumine en los lugares de oscuridad impenetrable y terrible…
Los elfos ponen el corazón en lo que hacen. Lo cual se manifiesta en ese amor que poseen por «lo que crece y vive”: la naturaleza, las hojas y las ramas, los arboles…, el agua y la piedra, la roca… Sus obras tienen el color y la belleza de todas esas cosas. Se percibe en los mantos que hacen, abrigados y sin embargo livianos, y en todas las obras y creaciones suyas.
Ven el ser natural de las cosas, y toda su potencialidad. Con palabras hermosas lo explican en El Señor del los Anillos: «Hoja y rama, agua y piedra: tienen el color y la belleza de todas esas cosas que amamos a la luz del crepúsculo en Lorien, pues en todo lo que hacemos ponemos el pensamiento de todo lo que amamos».
- Tom Bombadil
Tom Bombadil es un personaje antiguo, «más viejo que la Tierra», con chaqueta azul, larga barba, ojos azules y brillantes, cara roja plegada en cientos de arrugas de risa.
Va canturreando por los bosques, pues es el modo de percibir y expresar la realidad tan rica y hermosa. Conecta con la naturaleza y la tierra, con «lo que crece y vive»…, sanando túmulos y raíces retorcidas de algunos árboles que se han vuelto malvados y uraños como los del Bosque Viejo…
Frodo y los hobbits lo conocen porque les salva del aprisionamiento del viejo Hombre-Sauce con una canción… Baya de Oro, la Hija del Río, dice que es «el Señor»…
Es un personaje curioso, alegre y desprendido, sencillo, sin preocupaciones. No le interesa para nada ni el Anillo, ni el poder. Forma un todo melodioso con su entorno, la naturaleza y la tierra. Posee sabiduría en su corazón.
- La luz y las estrellas
Tolkien, en su legendario, vincula la Luz y las Estrellas con la esperanza.
En este sentido, recordemos a Sam en El Señor de los Anillos, cuando en un momento de angustia, en la Torre de Cirith Ungol, «la grieta de la Araña»…, un antiguo puesto de vigilancia de Gondor, «hundido en una oscuridad profunda», entre las nubes ve titilar una Estrella.
Esa belleza le conmueve, le sana y le aporta nueva ilusión. Percibe que él también tiene un cometido en esa historia… Cobra nuevas fuerzas y dice: «por encima de todas las sombras cabalga el Sol y eternamente moran las Estrellas». Y se lanza a rescatar al señor Frodo…
Porque, donde hay belleza hay alegría. Y es más, donde hay alegría hay esperanza…, como en todo el universo creado, o «subcreado». Hasta el nombre de Aragorn, «Estel»…, hace presente esa esperanza.
Para acabar, algo que confiará a su esposa Edith, inspiración constante para su legendario: «Yo sí creo firmemente que ningún encogimiento del corazón, ni ningún temor mundano debe apartarnos de seguir siempre la luz».
“Ella fue la fuente de la historia que con el tiempo se convirtió en la parte principal de El Silmarillion”…, escribe al poco de su fallecimiento. Su Lúthien Tinúviel…, su ruiseñor.
Por Mª José Calvo
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