Todos nacemos con una misión en la vida, unas veces es más llamativa y otras menos… pero la de Pablo ha quedado muy clara. Siempre será el joven que concienció a la sociedad de la importancia de las donaciones de médula espinal provocando la multiplicación de las mismas y luchando hasta el final, dándonos todo un ejemplo de fortaleza, incluso aunque todo parezca perdido, y recordándonos el valor de la vida… y esto da que pensar.
No voy a escribir de todo el proceso que ha sufrido, de sobra se ha hablado de ello estos días, pero si quiero hablar de cómo afrontó ese sufrimiento y la lección de vida que nos ha dado a todos, enfermos o no.
Pablo fue amigo de mi hijo en su época de baloncesto y venía por casa, era alegre, como se le ve siempre, divertido y juguetón, no me extraña que el párroco de la Encarnación dijera que era muy zalamero con las señoras de la sacristía. Le recuerdo saltando para meter canasta, jugando y haciéndose aguadillas. Más tarde, cuando tuvo la inquietud de buscar a Dios, con 14 años, empezamos a verle de monaguillo los domingos en la parroquia de la Encarnación, se lo encontraban plantando árboles para reforestar…luego empezamos a seguirle en las redes… empezaba con el crossfit, y llegó la noticia, y ya no dejamos de seguirle.
No nos podíamos imaginar el revuelo que iba a montar ni como su vida iba a tocar a toda la sociedad. Las redes tienen este gran poder y con su ejemplo, con su entereza, y como él dijo en un programa de canal sur, su forma de retarse cada, iba a concienciar de esta forma a la sociedad sobre esta necesidad…y lo hizo a su manera, removiendo la conciencia de medio mundo y poniéndonos a todos a pensar.
“La felicidad es vivir el momento. Hay que disfrutar el día a día y cada momento porque es único, cada día es único e irrepetible”.
Pablo luchaba por vivir y a través de sus palabras nos ha dejado grandes mensajes “no rendirse, no importa si pierdes o no”. Nos ha demostrado que hay que luchar aunque la victoria no esté próxima, incluso si no se consigue nunca. “Siempre fuerte” en el éxito y en el fracaso por que importa lo que haces, no donde llegas… cuantas a veces este éxito está en otro objetivo distinto del que perseguimos.
Se planteó concienciar a la sociedad y lo consiguió, pero no se quedó ahí sólo: nos ha recordado a todos el valor de lo que tenemos y de lo que importa realmente en la vida.
En el programa documental de canal sur titulado “La historia de un luchador: Pablo, el gladiador”, no dejaba atrás a las personas que le han acompañado en su lucha, su familia por supuesto y un sacerdote, Pepe, como él le llamaba: “lo más importante de todo fue el día que yo me estaba trasplantando. Tenía muchísimo miedo. Él apareció por allí y cuando le vi me inflé a llorar, estuve un rato llorando y supe que me iba a recuperar e iba a ir bien”.
“Cada revés, cada retroceso en la enfermedad, me hace más fuerte en lugar de rendirme. La muerte forma parte de la vida, por lo que no hay que temerla, sino amarla».
“La vida está llena de sorpresas. La leucemia me está enseñando más de lo que me ha quitado. Lo que me hace funcionar cada día es saber que formo parte de la vida. Por eso la sonrío y la abrazo”. «Ha despertado en mí grandes dosis de solidaridad. Cada revés, cada retroceso en la enfermedad, me hace más fuerte en lugar de rendirme”, afirmaba.
Este pasado enero, en un programa “Navegando con Pablo” reconocía que incluso la ceguera temporal que había sufrido había sido muy importante para su cambio personal y le había ayudado a conocerse mejor. Explicaba como no pensar en el tiempo de vida que podría tener por delante era precisamente lo que le ayudaba a vivir cada día, a superarse, así como los valores que le había dado sus padres. El mismo sacerdote que fue su padrino alabó el ambiente de sencillez en el que Pablo se había criado.
A la pregunta sobre el miedo, respondía como este había dejado de existir, no negaba que lo había tenido, pero en el proceso había aprendido que el miedo forma parte de la vida y que no hay que temerle porque si hay vida hay muerte y sin muerte no hay vida. ”Hay que ser conscientes de que es tan fácil como que lo que estamos viendo podemos dejar de verlo”.
“Muchas veces voy andando por la calle y se me saltan las lágrimas por ver la naturaleza, algo que jamás me había ocurrido”. Pablo
“No somos felices con lo que tenemos, siempre queremos más. La vida se debe basar en lo básico que se necesita y vivir en un sistema que realmente mire por cada persona y por cuidar este impresionante planeta lleno de belleza”, estas palabras de su Instagram son la mejor puesta en práctica del evangelio del domingo pasado, día en que fue enterrado.
"Por eso os digo: No estéis agobiados por la vida, pensando qué vais a comer o beber, ni por el cuerpo, pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido?...¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida?.... San Mateo (6,24-34)"
Pablo permanecerá siempre en nuestro corazón y nos ha puesto a trabajar, sigamos con su legado, porque seguro que él, desde donde está, ha empezado ya a ayudar a muchos niños y jóvenes enfermos…