No cabe duda de el ambiente festivo del que ha sido testigo Polonia estos días, banderas de todos los países hondeando por los rincones, bailes, canciones, incluida la salve rociera, en los encuentros, en estadios de fútbol y cómo no, ante el Papa. Jóvenes cantando el himno de este encuentro, esperando ilusionados las palabras de Francisco, un Papa que ha sabido llenarles sin duda el corazón, y cuyos consejos en el mundo actual son de esperanza.
En un momento de guerras y enfrentamientos, el Papa animó a los jóvenes utilizar la fraternidad y la misericordia como arma para solucionar los conflictos. En un momento donde políticamente se están aprovechando los vivos, no los buenos, del estado de letargo en el que se encuentra la sociedad por falta de líderes verdaderos, les ha animado a que sea LIBRES.
“La vida es hermosa siempre que defendamos nuestra dignidad y no dejemos que sean otros los que decidan nuestro futuro”, les dijo.
Muchos mayores opinan que la juventud está dormida, atontada, jubilada antes de tiempo, como decía el Papa estos días, pero hay otra juventud alegre, positiva, a la que se le anima a tener esperanza. Quizás estos días hayan estado concentrados unos cuantos jóvenes (más de millón y medio según datos) en la tierra de Juan Pablo II, pero hay más repartidos por el mundo, en Polonia han estado siendo testigos de que querían seguir a Jesucristo, esperando su encuentro con el Papa, pero también hay otros dando vida a sus palabras… de voluntariado en el altiplano peruano, cuidando de las víctimas de las minas antipersonales en Camboya, construyendo pozos en la seca Etiopía, haciendo iglesias en Kenia, ayudando en Honduras, o curando y dando esperanza en una región del Congo. Todos estos son jóvenes que me he ido encontrando en el último mes.
Estos son los jóvenes que tienen en sus manos la posibilidad de cambiar el mundo, no desde el sillón de su casa, sino dando su tiempo para mejorar, aunque sea mínimamente la vida de otros.
“Cuando Jesús toca el corazón de un joven, de una joven, este es capaz de actos verdaderamente grandiosos.”
La alegría es que estos no son sólo los jóvenes del Papa, sino que son los jóvenes del mundo, a estos jóvenes no se les increpa a buscar puestos, a buscar reconocimiento social, a escalar a costa de otros, a tener mejores móviles o vestir mejores marcas, sino a servir a los demás, que su fe les haga ser testigo de Jesucristo y no se quede en una parcela personal, sino que les haga salir a servir a los demás, sin esperar recompensas mundanas. ¿Qué mejores trabajadores podría tener la sociedad?
Cuando el dolor de los demás no es tan sólo una noticia, sino que este dolor tiene el rostro de cada una de las personas que lo sufre, no es un dolor anónimo, entonces es más fácil ayudar e involucrarse.
Estos días se les ha invitado a servir a los demás, a soñar alto, a que lo importante no es no caer, sino no permanecer caídos. A ser misericordiosos, a construir puentes y derribar muros, a salvar a los pobres, acompañar al que está sólo y abandonado, al que no encuentra sentido a su vida, escuchar a los que vienen de otras culturas y pueblos, e incluso a aquellos a los que tenemos miedo… a compartir el por qué de tu fe, confirmando que la vida es plena cuando se vive a partir de la misericordia.
“Es más fácil construir puentes que derribar muros”
Dios abre las puertas que se cierran, Dios anima a soñar, es un desafío muy distinto de los otros desafíos que plantean la sociedad actual. Recordó que
Jesucristo no te ofrece comodidad, seguridad, te ofrece una aventura, ir más allá, te invita a dejar huella en el mundo, a dejar tu historia y la de otros en él…y los jóvenes son aventureros.
Marcó también el itinerario para la solución de los problemas del mundo: la misericordia y la compasión, esto es soñar. “Decir misericordia es decir oportunidad, es decir mañana, es decir compromiso, es decir apertura, hospitalidad.” Además, volvió a recordar el papel de los abuelos, el valor de su aportación a la familia, a los orígenes, a saber de donde venimos, además de sensibilizar sobre el cuidado a los mayores.
Decía el Papa a los jóvenes, “nos hemos reunido aquí para ayudarnos mutuamente, porque no queremos dejarnos robar lo mejor de nosotros mismos, no queremos permitir que nos roben las energías, la alegría, los sueños con falsas ilusiones….. La respuesta no se vende, no se compra, no es una cosa, no es un objeto: es una persona y se llama Jesucristo.”
“Ante Dios, no vale tu ropa o tu móvil; a Él le importas tú, y tú no tienes precio”.
Hay que decir que ha sido una JMJ maravillosa, la palabras del Papa un regalo, los coros, las actuaciones, los testimonios, toda Polonia se ha volcado. Ha merecido la pena los kilómetros andados, las horas de colas esperando para tomar tranvías, trenes, metros, autobuses, o incluso no dormir a penas.
La juventud ha ido a escuchar a un Señor mayor, con un corazón joven, que les ha pedido que perdonen, que sirvan a los demás y que “el primer puesto lo ocupe el hilo de oro de la oración”. Les ha dicho que Jesús desea que su Palabra se convierta en tu ‘navegador’ en el camino de la vida, que te llama por tu nombre, y que La memoria de Dios no es “un disco duro” que almacena todos nuestros datos, sino un corazón tierno de compasión, que se regocija eliminando definitivamente cualquier vestigio del mal.
Hace ya unos años, en la Jornada Mundial de las familias de Valencia, la tarde de la vigilia, mientras andaban los kilómetros que separaban la estación de trenes de la ciudad de las ciencias, un niño de ocho años le iba preguntando a su madre que no entendía como iban a dormir en la calle, ligeramente asustado. Esa misma noche, con el fondo de los cánticos y las luces tenues de las velas encendidas, la misma carita, con los ojos azules adormilados, y tapado con la bandera de España, le decía: mamá qué buena idea ha sido dormir aquí.
Las palabras del niño recuerdan a las palabras de Pedro cuando le pidió al Señor construir tres tiendas y quedarse la noche en el monte Tabor… Ese es el ambiente de estos encuentros, del encuentro con Cristo.
Que los jóvenes sean capaces de aprovechar estas vivencias y den un halo de esperanza al mundo entero.
“La humanidad entera tiene una necesidad imperiosa del testimonio de jóvenes libres y valientes, que se atrevan a andar a contracorriente y a proclamar con fuerza y entusiasmo su propia fe en Dios, Señor y Salvador.”
(San Juan Pablo II)
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