Te escribo sin saber si aún estás con nosotros o ya estás viendo a Dios. Se me ha caído internet, ¿te lo puedes creer? Llevo horas sin saber de ti y de tus padres, creo que ha sido lo mejor, así he rezado más por ti.
Y te lo confieso, en las últimas horas experimento una desolación profunda como no la recordaba, por tu causa asistimos al más degradante espectáculo del mal: Sin piedad, descarado, sin compasión, sin humanidad, sin alma, lleno de ira, orgullo y soberbia.
Esta desolación no me la provoca que puedas morir, aunque me entristece pensarlo. Ni tus padres maravillosos, monumento de fortaleza y amor puro. Vosotros tres nos dais lo mejor del ser humano.
Me altera leer y escuchar en la televisión las reiteradas órdenes de un juez, quien tilda a tus padres de “fanáticos”. Ese hombre que en lugar de juzgar a quien quebranta la ley, se ha auto convertido en Dios y decide a quién le concede vivir, a quién no y cómo.
Pienso que será un pobre hombre carente de afecto, sumido en la materialidad inútil de las cosas, con un orgullo hiriente por su extraña función de sentenciar a muerte.
A ese juez le resulta insoportable ver el rostro de tus padres, escucharles, suplicar por amor, por fe, y con fortaleza ¡Sólo piden estar contigo y cuidarte hasta que el Señor quiera! Verlos le desequilibra, y como los colmillos sangrientos de la más temible de las fieras, su soberbia se ha erigido contra la súplica humilde de tus padres, y no sólo les ha negado que te lleven a Italia a cuidarte mejor, sino que los insulta llamándoles “fanáticos”.
¿Sabes Alfie? Llevo rezando por ti unos días, desde que me enteré bien de lo que te ocurría.
Quienes tenemos la fortuna de llevar sellada en nuestra alma la sacralidad de la vida y nuestra dignidad, rezamos a Dios con paz, con esperanza y según pasaban los días con osadía. Pedimos el milagro no sólo de que no te desconectaran, sino de que te curara.
Nuestro buen Dios nos escucha a los miles, seguro que millones de personas que rezamos sinceramente por ti y por tus padres, y hoy el mundo presencia tu milagro, no tu lucha por vivir, sino ese aliento de Dios que te sopla y te mantiene con vida dulcemente.
Deseo con todas mis fuerzas que como en tiempos de Jesús, podamos presenciar otro milagro palpable, muchos no creerían si Dios te sanase. Y si Dios no quiere concedernos el milagro de verte con vida, será porque para ti y tus padres será lo mejor. Dios siempre sabe más.
Tu vida Alfie, me ha conmovido profundamente no solo porque seas chiquitito, inocente, necesitado y estés enfermito, sino porque yo también tengo a otro Alfie conmigo, estos días se lo he dicho varias veces: “Tú eres mi Alfie”, aunque ella no me entendiera.
Como tú, me da la paz que tú das a tus padres, y el amor que tú les das dejándote abrazar y abrazándote a ellos. Cuando les miras con esa luz plena que sólo experimentamos los que en el silencio de la enfermedad, vemos la vida en plenitud, esa mirada llena de amor, pureza, inocencia, afecto, donde el tiempo desaparece y nos contentamos y nos llenamos de vida.
Como tú, “mi Alfie” necesita que le den de comer, es más fuerte que tú, se ríe a carcajadas. Como tú, ella no habla, mira, está, pero su presencia alegre lo invade todo. Y sobre todo… esa mirada profunda, transparente, llena de inocencia y amor.
Eso es lo que tus padres experimentan y les da igual que el mundo, o médicos o jueces no les entiendan. Sólo quieren estar contigo, darte su amor y recibir el tuyo. Y luchan con uñas y dientes por ti, como muchos de nosotros por nuestros Alfies.
Si de ese juez o de tantos otros dependiera, millones de Alfies desaparecerían con esas sentencias que no buscan cumplir la ley, sino decidir quién debe vivir y quién no.
Estos días en que no te me has ido de la mente, me venía con frecuencia la novela “El señor del mundo” de Robert H. Benson, en cierto modo profética, y con tristeza veo que la miseria de la humanidad se muestra en tu país, Inglaterra. Y también me he acordado de los padres de Charlie Gard, otro bebé como tú a quien un juez decidió quitar la vida, aunque hubiera hospitales en varios países que se ofrecían, como contigo a cuidarte.
Vemos estos días cómo el más poderoso, en espíritu, hombre de la tierra, “Tú eres Pedro y lo que ates quedará atado en el cielo y lo que desates quedará desatado”, está conmovido, reza, ha removido todo lo removible para llevarte a un hospital, ha escuchado y abrazado a tu padre,-y que por un juez-, este hombre tan poderoso espiritualmente permanece impotente, y al igual que tus padres, rehén. Y nuestro Dios… misteriosamente dejando hacer.
Sin embargo, vemos también cómo los llamados poderosos de la tierra, ni te mencionan, ni luchan por ti, ni nadie es capaz de señalar un mandato superior al de ese juez que ha llamado “fanáticos” a tus padres y ha ordenado tu muerte.
Alfie, cuando vuelva la conexión a mi casa no sé si mandaré este artículo. Pero yo aquí sigo rezando por ti, pensando en ti y cuidando de mi otro Alfie. Ella se llama Margarita y como a ti, el cerebro no le va, pero su alma y su corazón están como el tuyo, llenos de amor y de vida.
Hasta siempre Alfie, Dios quiera que permanezcas mucho tiempo con tus padres y con nosotros y si no, ya estarás en el mejor lugar, en el Cielo.
¿Qué te pareció este artículo? Deja tu opinión: