Cada vez que una mujer se incorpora a un puesto de responsabilidad se hace una celebración en los medios, como si nunca hubieran estado, o no hubiera ninguna. Pero a lo largo de la historia ha habido varias mujeres jefes de Estado, no muchas, pero las ha habido, no podemos olvidarnos de nuestra Isabel la Católica.
En este caso, sin embargo, la prensa ha sido más cauta con el nombramiento de la última jueza que se ha incorporado a la Corte Suprema americana, y esto ha podido ser quizás porque no cumple el standard considerado feminista para muchos de ellos.
Ella, además de jueza, es madre de siete hijos, el pequeño con síndrome down, y defensora de la vida desde la concepción. Muchos de nosotros, por el contrario, consideramos estos detalles de su vida como muy feministas, además de muy cercanos a aquellas mujeres valientes, que firmaron en 1848 la Declaración de Séneca Falls. Dicha Declaración, pese a ser el origen del movimiento feminista, todavía no ha conseguido que en EEUU se apruebe de forma clara la REA (Enmienda a la Constitución americana de Igualdad de Derechos) en Estados Unidos.
Hace unos días, antes de las elecciones americanas asistíamos al enfrentamiento creado por los medios de dos figuras femeninas. Encasillar a las personas y enfrentarlas es muy característico de los medios de opinión pública, con lo cual destruyen el debate o incluso el posible diálogo. Según el medio y los titulares, podemos averiguar quienes son los favorecidos por tal o cual nombramiento, y según el puesto y el perfil, unos titulares son más mordaces que otros, de forma, y como la opinión pública cada vez es más vaga, se fía más de los titulares y no lee artículos, se crea una visión servida en bandeja de las personas, en este caso mujeres, sin llegar a conocer su historia.
Barrett & Bader
Amy Coney Barrett fue nombrada jueza de la Corte Suprema de EEUU, y como era a propuesta de Trump, el debate estaba servido.
Es una de las mujeres más jóvenes, y por tanto, con menor experiencia en el mundo judicial en relación a las personas que han ido ocupado el mismo cargo con anterioridad, con hijos todavía en edad escolar. Esto ha sido incluso reseñado como crítica para cuestionar su valía, y si hubiera sido de las que la prensa pone en el otro bando, sin duda habría sido una cualidad a destacar. Pero la realidad nos dice que es imposible tener una experiencia dilatada en cualquier campo si no se tiene los años de vida necesarios para tenerla, ser joven no significa que no esté capacitada, incluso muy capacitada para el desempeño del cargo designado. Esto recuerda la complicada combinación a la que se enfrentan nuestros jóvenes en las ofertas de empleo: años de experiencia en puestos de responsabilidad, pero…juventud.
El puesto que ha ocupado la jueza Barrett quedó libre por la muerte, a los 87 años, de Ruth Bader Ginsburg, todo un icono tanto en la lucha de los derechos de la mujer y la igualdad de oportunidades, como en la inspiración de looks extravagantes como pasaba en los últimos tiempos, y sobre la que se han inspirado películas, documentales o todo un merchandising como bolsas con su foto.
Cualquiera que haya visto » Una cuestión de género» no podría imaginarse a estas dos mujeres enfrentadas, cierto es que se trata de una película, y que las personas también cambian con los años, pero no hay nada en ese personaje que animara a pensar que Amy, en su caso, no hubiera actuado igual en esos momentos y en esa época.
Frente al personaje que ya conocían todos, la primera de las características que ha destacado la prensa en relación a la jueza Barrett es la de profesar la fe católica, o ser madre de 7 hijos. Si la libertad religiosa es un derecho que nunca debería cuestionarse, ser una persona religiosa tampoco, incluso puede llegar a ser indicador de un fiel cumplimiento de su deber (por lo menos tener esa intención), pero en un mundo en el que hay cierto interés en que las personas no piensen y no tengan criterio, preguntarse por el sentido de la vida y el más allá o creer en un Dios creador, parece presentar una limitación.
Si es una católica coherente, actuará con coherencia, pero no bajo postulados de fe, ni dogmas, sino que intentará ser fiel a la búsqueda de la verdad, y en su caso, emitiendo la sentencia más justa. Por lo menos lo intentará. No en vano, en una de las numerosas audiencias para su elección dijo que el «beneficio» de elegirla sería su compromiso «con el Estado de Derecho y el papel de la Corte Suprema».
Por otro lado, ¿no hay mayor feminismo que el de ser madre? Sin duda es algo que ningún hombre podrá hacer nunca. Ms. Barrett es una mujer trabajadora que tiene 7 hijos, dos de ellos adoptados, y me atrevo a pensar que habría obrado igual que la jueza Bader en algunos de sus casos en la lucha por los derechos de la mujer.
No hay nada más avanzado que defender la vida
Defender la vida, como la nueva jueza la defiende, no es dejar de ser feminista, sino todo lo contrario. Es apoyar a la mujer y ayudarla a que se desarrolle plenamente como tal, sin dejar de seguir adelante.
Hoy día, el debate científico no está en si la fecundación de un óvulo por un espermatozoide es vida o no, todo el mundo de la ciencia está de acuerdo en ello, pero el debate se ha pasado a otro campo, el de las definiciones, manipulado por los grupos interesados en ello.
El debate está en si esa vida se debe proteger, porque merezca la pena o no. Dando por sentado que la vida de la mujer es más importante que la del niño que va a nacer, incluso si esta vida es de una niña.
Sin duda, el momento histórico es propicio para colar todo lo que ya vienen colando, y su nombramiento es una oportunidad para demostrar que hay opciones y abrir de nuevo un debate serio sobre temas muy importantes, hasta trascendentales. Uno de ellos es ¿hacia dónde quieres ir la humanidad?
Pese a figurar el derecho a la vida en el artículo 3 de la Declaración de los Derechos humanos, la manipulación verbal que ha traído los tiempos de postverdad, ha hecho que la gente no se cuestionen ciertos temas, sino que además los disfracen de derechos.
La jueza Barrett ha declarado en numerables ocasiones que sus creencias “no harán que deje de cumplir mis obligaciones como jueza”. ¿Acaso sería más garantía si fuera una feminista extrema? ¿una persona extremista sería más garantía de rectitud y de buen juicio?
El profesor Carozza, uno de sus colegas comentaba: “Me temo que ahora la están reduciendo a una caricatura ideológica, y me duele, sabiendo lo valiosa y considerada que es«.
Amy Barrett
Amy Coney Barrett nació en Nueva Orleans, Louisiana, hace 48 años, y tiene siete hijos: Emma, Vivian, Tess, John Peter, Liam, Juliet y Benjamin. La familia es la prioridad número uno de Barret, dicen todas las personas que la conocen. Vivian y John fueron adoptados en Haití. «Vivian es nuestro milagro. Vivian se unió a nuestra familia, nació en Haití y vino a casa cuando tenía 14 meses y pesaba 5 kilos y estaba tan débil que nos dijeron que tal vez nunca caminaría de manera normal o hablaría. Hoy Vivian es una gran atleta y les aseguro que no tiene problemas para hablar». Su hijo pequeño Benjamin, tiene síndrome de Down. «Benjamin tiene necesidades especiales y eso presenta desafíos únicos para todos nosotros, pero creo que todo lo que necesitan saber sobre el lugar de Benjamin en la familia se resume en el hecho de que los otros niños lo identifican sin reservas como su hermano favorito», dijo en la audiencia de Confirmación de esa misma audiencia de 2017.
Para Barrett la familia es lo primero pero reconoce «Jesse y yo tuvimos muy poco tiempo para tomar una decisión con consecuencias trascendentales para nuestra familia. Sabíamos que nuestras vidas serían revisadas en busca de cualquier detalle negativo. Sabíamos que nuestra fe sería caricaturizada. Sabíamos que nuestra familia sería atacada. Y entonces tuvimos que decidir si esas dificultades valdrían la pena porque ¿qué persona cuerda pasaría por eso si no hubiera un beneficio en el otro lado?», afirmaba.
En 1994, Amy Coney Barrett se graduó magna cum laude como licenciada en Letras en el Rhodes College, en Memphis, Tennessee. En 1997 se graduó summa cum laude como doctora en jurisprudencia en la Escuela de Derecho de la Universidad de Notre Dame. En una de las audiencias de confirmación para la Corte Suprema, Coney Barrett destacó que sería la única magistrada en funciones que no se graduó de Yale o Harvard. Su marido, Jesse Barrett, es exasistente del fiscal en el Distrito Norte de Indiana y ahora trabaja para una empresa privada.
Barrett trabajó como asistente del juez Antonin Scalia, fallecido en 2016 y se ha dedicado también a la labor académica en Notre Dame durante 15 años. De hecho se comenta que podría ser la versión femenina de Scalia, que durante décadas influyó desde su puesto en el Supremo en una interpretación en sentido literal de las leyes estadounidenses. Scalia fue un pionero del llamado “originalismo” en la interpretación de la constitución de EE.UU. «tal y como fue escrita”. Pese a esto, la jueza hizo énfasis en las audiencias en que no era igual a él. «Quiero ser cuidadosa y decir que si me confirman, no tendrían al juez Scalia, tendrían a la jueza Barrett», afirmaba.
Entre 1999 y 2001 trabajó en la firma de abogados Miller, Cassidy, Larroca & Lewin en Washington. Fue profesora adjunta de la Escuela de Derecho de la Universidad George Washington, y entre el año 2002 y 2017, profesora en la Escuela de Derecho de Notre Dame, donde fue elegida varias veces profesora del año, siendo muy popular entre los alumnos por la característica de incluir a todos en los debates.
«Colegial, civil, justa, intelectualmente brillante y entregada al mandato de la ley amparado en la Constitución». Deion Kathawa, alumno de la jueza Barrett sobre ella.
Ruth Bader
Sin duda Amy se ha beneficiado de las batallas ganadas por otras que estuvieron antes que ella. Ruth Bader Ginsburg fue, en 1956, una de las nueve mujeres que se inscribieron en la Escuela de Derecho de Harvard, cuyo decano obligó a sus estudiantes a decirle cómo podían justificar que ocuparan el lugar de un hombre en su escuela.
Más tarde se trasladó a la Escuela de Derecho de Columbia, en Nueva York, y se convirtió en la primera mujer en trabajar en las revisiones de leyes de ambos colegios.
Sin embargo, pese a haberse graduado en esas universidades, Ginsburg batalló por encontrar trabajo. Se casó con Marty Ginsburg y poco después, tuvo su primer hijo.
Mientras Ginsburg estaba embarazada, fue rebajada de categoría en su trabajo en una oficina de seguridad social (la discriminación contra las mujeres embarazadas aún era legal en la década de 1950) y esa experiencia la llevó a ocultar su segundo embarazo años más tarde.
Finalmente, se convirtió en profesora en la Universidad Rutgers en 1963, donde enseñó algunas de las primeras clases de mujeres y Derecho, y fue cofundadora del Proyecto de Derechos de la Mujer en la Unión de Libertades Civiles de Estados Unidos.
En 1973, se convirtió en la asesora general de esa última organización, lo que dio inicio a una era prolífica para argumentar casos de discriminación de género, seis de los cuales la llevaron ante el Tribunal Supremo de Estados Unidos. Ganó cinco de ellos, incluido el de un hombre que reclamaba la pensión de su esposa fallecida después del parto. También fue durante este tiempo cuando discutió en nombre de una capitana de la Fuerza Aérea que había quedado embarazada y a quien le pedían que abortara al bebé para que no perdiera su trabajo.
En 1980, el presidente Jimmy Carter nominó a Ginsburg a la Corte de Apelaciones de Estados Unidos para el Distrito de Columbia.
Se ganó una reputación de centrista, votando con los conservadores en numerosas ocasiones. Por ejemplo, cuando rechazó de escuchar el caso de discriminación de un soldado que dijo que había sido dado de baja de la Armada por ser gay.
Más tarde, el presidente Bill Clinton la nominó a la Corte Suprema en 1993, después de una prolongada búsqueda. Ginsburg se convirtió en la segunda mujer en ser juez del más alto tribunal de Estados Unidos. La primera fue la casi desconocida Sandra Day O’Connor, en 1981 y bajo el mandato de Reagan.
Uno de sus casos de Bader más importantes y tempranos en la Corte, fue el llamado Estados Unidos vs. Virginia, que anuló la política de admisión de solo hombres en el Instituto Militar de Virginia.
En 1973, el caso Roe vs. Wade decidió la legalización del aborto en EEUU, en relación a su sentencia, Ginsburg consideraba que, dado que el fallo dependía del derecho a la privacidad y no del de la protección igualitaria, estaba abierto a un ataque legal, como así ha sido.
Se convirtió en un icono de moda, destacando por su afición a los guantes de encaje hasta sus elaborados jabots, los cuellos que lleva sobre sus túnicas, o su famoso «collar disidente». Bolsas con su cara, jóvenes que han utilizado su figura para perfiles de Tumblr o venta de libros sobre su vida, todo un club de fans de seguidores la ensalza.
Sin embargo, la jueza no fue inmune a la crítica… ni al error.
La primera mujer el el Corte Suprema: Sandra Day O’Connor
O’Connor acabó regresando a Texas, su Estado natal, tras una infancia viviendo en una rancho en Arizona, propiedad de su familia, para poder continuar sus estudios. Aacabó la escuela secundaria dos años antes de lo habitual, como recoge el centro de recursos de la Corte Suprema, y se licenció en Derecho en la Universidad de Standford. Pronto fue nombrada juez federal de Arizona por un gobernador demócrata, aunque siempre militó en el partido conservador. Reagan había llegado al poder con una promesa encima de la mesa: la revisión de la sentencia del caso Roe VS Wade. Este juicio sentó cátedra en el país porque fue la primera vez que se permitió el aborto ante un caso de violación. La sentencia fue recurrida en varias ocasiones al Tribunal Supremo, pero nunca se logró un cambio en su veredicto; por lo tanto, se interpretó como la despenalización del aborto en todos los Estados, siendo esta la única base que legitima el aborto en Estados Unidos hasta la actualidad.
Sin embargo, la nueva jueza, a pesar de ser republicana, y además de ser mujer, no se había llegado a posicionar claramente en cuestiones como la igualdad o en el derecho al aborto; siendo esta actitud positiva para Reagan, cuyo nombramiento le dió popularidad en todo el país, lograr un cambio de actitud en el partido demócrata y así sacar adelante otros asuntos pendientes.
Al poco tiempo de llegar al Tribunal Supremo, un nuevo recurso en el caso Roe VS Wade salió adelante y los jueces del Supremo volvieron a pronunciarse: el voto de Sandra Day O’Connor fue decisivo ya que rompió el empate mantuvo el resultado dictado en 1973. El partido republicano quedó dividido y se generó una gran polémica en el país.
Una periodista del momento apuntaba: «Sandra no quería pasar a la historia por ser la primera mujer en ocupar un puesto en el Supremo y también por arrebatarles un derecho establecido hacía 10 años». Esto demuestra la poca base que sustenta este derecho tan importante por sus consecuencias.
Quizás sea este el momento de la Jueza Barrett para anular una legalización tan débil, y que tiene consecuencias tan trascendentes para tantas vidas: la de las mujeres y la de sus hijos.
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