En la actualidad se habla con mayor naturalidad de los problemas de salud mental. Es difícil identificar este tipo de afectaciones en el ser humano cuando no existe una evidencia notable. Según la Organización Mundial para la Salud (OMS), se espera que en 2030 aumenten considerablemente las cifras en cuanto a la depresión, una enfermedad mental frecuente. “La depresión es una de las principales causas de enfermedad y discapacidad entre adolescentes a nivel mundial. En la vertiente más grave puede desencadenar en el suicido”, declara María del Mar H. González, neuropsicóloga. Es conocido “el club de los 27”, por artistas que fallecieron a los 27 años. Lamentablemente, una de las personas que se encuadra en ese grupo es el actor, director y guionista Jonathan Brandis. La experta añade que, en los casos de personas famosas, el precio que han de pagar puede ser demasiado insoportable. “Te crías de un modo inconsciente siendo conocido y admirado por millones de personas en todo el mundo. Te ves en portadas de revistas constantemente y eres un referente para muchos. Ese llega a convertirse en tu medio natural: pasas de los cumplidos de los fans al silencio o la completa calma. Eso desestabiliza. Cuando todo desaparece, la persona piensa: ¿y ahora qué?, ¿qué me queda? y ¿quién soy? Su mundo da un vuelco y es difícil tejer una vida nueva muchas veces de la nada”, subraya H. González. “No hay que olvidar el tema de la frustración. Aparece cuando una persona quiere algo y no lo logra y, se rechaza la aceptación”, asevera.
Jonathan Brandis sufrió las consecuencias de la depresión. Fue un actor relevante de la década de los 90, el inolvidable y jovencísimo genio de la informática Lucas Wolenczak de la serie Seaquest DSV: Los vigilantes del fondo del mar, producida por Spielberg. La historia de este actor -nacido en Danbury (Connecticut)- con cara angelical, sonrisa eterna e innatas dotes interpretativas, comienza a la temprana edad de 2 años en un spot televisivo. Su primer papel lo logra con tan solo 6 años de edad en la serie One life to live; pocos años después su familia se mudaría a la “ciudad de las oportunidades”: Los Ángeles. Allí sus apariciones televisivas son constantes. Su familia le acompaña y apoya en todo momento.
El actor entró en el mundo de la interpretación por méritos propios. Amaba lo que hacía y nunca se sintió obligado a seguir algo que no deseaba. Participó en muchas películas y series de televisión, como: It (Eso) de Stephen King y La historia interminable 2 en el año 1990; Ladybugs; Blossom o Murder, She Wrote. Con 17 años saboreó el fulgurante éxito con la archiconocida serie de ciencia ficción (recibía 4.000 cartas de fans a la semana y llevaba escolta a los estudios de grabación). Debido al trabajo en la serie, debía estar bastante tiempo lejos de su familia y amigos. Brandis llegó a declarar que eso le resultaba un tanto duro. No obstante, todo eso terminó para él.
Una persona que había participado en Seaquest DSV, declara para una página de fans de la serie, que cuando anunciaron la cancelación de la misma, Brandis se entristeció porque pensaba dirigir un episodio y veía su sueño desaparecer. Tras ese momento, las ofertas laborales se redujeron considerablemente para el actor.
Sus amigos siempre han señalado a Brandis como un gran artista. No obstante, y de un modo público, le han calificado como explosivo, con miedos e inseguridades. En el documental Kid90, protagonizado por la actriz Soleil Moon Frye, salen a la luz mensajes que el atormentado actor dejaba en su contestador telefónico. Repetía constantemente lo mucho que la quería y solicitaba su compañía. Son muchos los amigos que aseguran que Brandis rechazaba la soledad y se sentía así en muchas ocasiones. Moon Frye, amiga del actor, expresa su pesar por entender que al ser jóvenes primaba más divertirse y no prestaban atención a ciertas llamadas de atención y súplica de amigos que sufrían. En el año 95, Brandis se expresaba así respecto a la fama: “Conozco gente de mi edad, amigos míos en la industria que han hecho programas y no les ha ido demasiado bien”.
Según la OMS, la mitad de los trastornos mentales comienzan a los 14 años, incluso antes. En la mayoría de los casos no se tratan, ni se detectan. Pese a no contar con un diagnóstico médico, Greg Brandis, 74 años, padre del fallecido actor aseguraba -en una de sus pocas intervenciones en medios de comunicación- a la revista People, que cuando su hijo tenía 20 años mostraba signos maníaco-depresivos. “Resultó una alegría trabajar con Jonathan y, aunque era muy joven durante Seaquest DSV, tenía una visión muy madura de la vida. Era muy inteligente, y resultaba muy divertido trabajar con él. Lo más importante es que siempre fue amable. Era amado por todos los que lo conocían. Sigue siendo una triste pérdida no tenerlo aquí. Se le echa de menos. Seguro que habría continuado haciendo contribuciones maravillosas para hacer del mundo un lugar mejor. Querría que todos fueran amables entre sí”, cita generosamente para Woman Essentia, Rosalind Allen Enciso, actriz que trabajó con Jonathan Brandis en la serie que lo encumbró, directora de Theatre Arts Rosalind Allen Enciso y educadora.
Brandis tenía sueños e ilusiones (había dirigido y producido su primer corto, The Slainesville Boys, proyecto premiado en los U.S. film festivals en 2004, un año después de su fallecimiento). Quienes le conocían manifestaron que supuso un fuerte revés para él que suprimiesen sus escenas, reduciéndolas a apenas unos minutos, en la película Hart´s War (2002) con Bruce Willis y Colin Farrell (2002) en la que había puesto todas sus esperanzas para reaparecer profesionalmente tras un tiempo sin trabajar.
El 11 de noviembre de 2003, Jonathan Brandis se quita la vida con tan solo 27 años, falleciendo al día siguiente. Según aseguran medios de comunicación estadounidenses, pocas semanas antes de su muerte había visitado a sus padres. Su madre, Mary Brandis, 73, declaraba haberle encontrado triste. El joven actor no pudo sanar las heridas psicológicas (frustración, miedo, soledad, inseguridad, inconformismo…) que llevaba años arrastrando.
Tras 18 años sin Brandis, sus fans le siguen recordando. En su 45 cumpleaños, destacan mensajes tan entrañables en las redes sociales como: “Tu memoria vive a través de todos los que te aman. ¡Te extrañamos!”.
En sus últimas apariciones públicas, el actor sonreía a la prensa como lo había hecho siempre. Sin embargo, su rostro se veía apesadumbrado y se le apreciaba agotado. “A veces la gente solo está cansada de este mundo. Es como que se han hartado…, lo cual es realmente triste porque mejora y, vale la pena pelear en la vida” (David Arquette)
El nombre de Brandis se asocia ahora a la batalla personal de quienes sufren problemas de salud mental como lo es la depresión. Lamentablemente su vida se evaporó entre frases de guiones que nunca llegaron. Sus familiares más cercanos, herméticos y reacios a aparecer en medios de comunicación, continúan sus vidas: unidos y recordando con amor y nostalgia la figura de un hijo, primo, nieto, sobrino y, sobre todo, inigualable persona.
Ante los signos de alguien que está sufriendo
Josselyn Sevilla Martínez, psicóloga del Instituto Psicológico Cláritas, especializada en niños y adolescentes, sostiene que existen ciertos indicios de depresión en los jóvenes, cambios en el comportamiento, que los familiares pueden identificar y solicitar ayuda profesional:
- La falta de motivación pueden darse en el área académica, viéndose afectado su rendimiento. Esto suele generar una voz de alarma. Sin embargo, suele atribuirse a la rebeldía o dejadez.
- El aislamiento se traslada además a áreas sociales, como: dejar de quedar con los amigos o no comer con la familia, poniendo excusas. Los padres suelen achacar estas conductas a “la edad”.
- La pasividad y dejadez se descubren en el modo en que se comunica o relaciona en casa, en el colegio y con sus amigos. Deja de contestar, “le da igual” hacer una cosa u otra, sus respuestas son cada vez más cortas y el aislamiento es mayor. Suele ser en este punto cuando los progenitores, amigos o profesores buscan ayuda. Sin embargo, hay muchos indicadores previos ante los que debemos estar atentos, como un bajo estado de ánimo que se prolongue más de tres días o el aislamiento progresivo. Con frecuencia, pensamos que los pequeños problemas se pasan o son cosas sin importancia, pero muchas veces se van acumulando.
Sevilla Martínez declara que puede resultar complicado hablar con estas personas, por lo que no hay que sobredimensionar el tema, “y es que muchas veces ni si quiera ellos saben lo que necesitan para estar mejor”. No abordar los trastornos mentales de los adolescentes tiene consecuencias en la salud mental y física, pudiendo extenderse hasta la adultez, limitando las opciones de llevar una vida saludable. La psicóloga aporta a continuación, un conjunto de acciones a tener presentes por parte del entorno más cercano:
- Ofrecerle nuestra ayuda y tiempo, pero dándole su espacio y no atosigarle.
- Hablar con algún amigo para peguntarle si todo va bien o si también ha notado cambios.
- Es importante crear una red de apoyo y no asumir totalmente la responsabilidad de su bienestar o la solución de sus problemas. Para ello hablaremos con discreción, con amigos, profesores, orientadores, psicólogos o cualquier persona que nos pueda orientar o dar más información.
- Si tenemos cualquier duda o no sabemos cómo gestionar estas situaciones, debemos buscar ayuda profesional.
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