Dr. Nicolás Jouve de la Barreda, Catedrático Emérito de Genética departamento de Biomedicina y Biotecnología de la universidad de Alcalá, presidente de la Asociación de Investigadores y Profesionales por la vida. Ciencia, Vida y Cultura (CiViCa), en esta entrevista, ilustra, desde el punto de vista científico, la belleza e importancia del don de la vida desde su concepción hasta el final, incluso en medio del sufrimiento.
Woman Essentia.- ¿Quién es el Dr. Nicolás Jouve de la Barreda?
Nicolás Jouve.- Es Español y doctor en Ciencias Biológicas. Realizó estudios de posgrado en Cambridge y como investigador en la Universidad de Missouri (Columbia). Fue presidente de la sociedad Española de Genética. Su labor científica se manifiesta en ocho libros y más de 200 publicaciones. Consultor del Pontificio Consejo de la Familia y participa en másteres, cursos, conferencias y medios de comunicación. Miembro del Comité de Bioética de España.
La ciencia contemporánea nos ha revelado más sobre nuestro desarrollo biológico. El conocimiento sobre el embrión ha dado grandes saltos en las últimas décadas…
WE.- ¿Podría mencionar algunas verdades científicas, que revelan estos avances, que refuerzan el Sí a la vida…?
NJ.- La ciencia, en las últimas décadas ha dado una serie de datos significativos, para precisamente evaluar y conocer bien el material biológico en sus primeros estadios. La vida empieza en el momento en que se tiene ya conformada lo que se llama la identidad genética, es decir la información, las instrucciones necesarias para que se desarrolle e identifique una nueva vida. Esto ocurre justamente en el momento de la fecundación, con la fusión de los gametos materno y paterno que dan lugar al cigoto. En este acto tenemos ya una identidad nueva, por ser el momento en el que se constituye el programa genético necesario (una información genética propia y singular, diferente a la de los padres) para la edificación de una nueva vida. Podríamos decir que este es un primer dato importante.
El segundo dato importante lo aportan dos disciplinas distintas de la biología que son, la biología celular por un lado y la genética del desarrollo por otro. La biología celular nos describe como va a tener lugar la formación de esa nueva vida, es decir como se van dividiendo las células, como va creciendo el organismo, al mismo tiempo que se va poniendo en marcha ese programa de identidad que se ha constituido en el momento de la fecundación. La genética del desarrollo, precisamente nos explica como se van expresando los genes necesarios en el momento adecuado y en cada lugar de ese embrión que va creciendo. Hay un programa que se despliega de tal manera que cada célula nueva que se forma ya tiene un epigenoma, es decir una parte del genoma en marcha que es distinta a las otras partes, por lo cual el embrión no es un simple conglomerado o acumulo de células, como se tendía a pensar hace unos años.
Hoy en día sabemos que un embrión es un organismo perfectamente estructurado y dirigido. Hoy sabemos que cada célula del embrión cumple un papel en interacción con el conjunto. Pero el conjunto es una unidad de desarrollo en sí misma que se autoconstruye con el programa genético que quedó fijado en el cigoto. Aunque en un momento dado no se aprecien diferencias externas, conforme vaya creciendo en tamaño y vayan produciéndose más células, aumentan las diferencias entre ellas en su contribución al organismo, sin cambiar la identidad genética de partida. El embrión –en virtud de la continuidad y autonomía de su desarrollo desde la fecundación y antes o después de implantarse en el útero-, es siempre la misma vida, el mismo ser humano, que poco a poco se desarrolla hasta el nacimiento. El embrión –desde la fecundación hasta la octava semana-, y el feto –a partir de la octava semana-, son las primeras fases del desarrollo de un nuevo ser humano y en el claustro materno no forman parte de la sustantividad ni de ningún órgano de la madre, aunque dependa de ésta para su propio desarrollo.
Por ello, en todo momento, desde la fecundación estamos ante una misma vida. Todo esto hoy en día es muy conocido, y se ha visualizado en videos preciosos como va diferenciándose y creciendo en tamaño ese nuevo organismo.
Para la ciencia hoy en día no hay ninguna duda: El big-bang de la vida es justo el momento de la fecundación. El cigoto es una nueva realidad biológica, la primera realidad corporal del ser humano que encierra el programa de desarrollo para construir, paso a paso, de forma regular y sin interrupción el ente que verá la luz cuando alcance el grado de madurez suficiente, lo que, en el hombre, ocurrirá nueve meses después de la fecundación. Cada ser humano, cada persona, es una realidad singular que comienza su andadura vital cuando se constituye el programa genético del que dependerá su desarrollo.
WE.- ¿Por qué a pesar de estas evidencias, y según su parecer, la interrupción deliberada del embarazo se sigue presentando como un derecho de la mujer?
NJ.- El porqué habría que buscarlo, por supuesto, en razones ajenas a la ciencia, porque la ciencia es muy clara , por todo lo que anteriormente hemos dicho. Las razones son más bien de carácter ideológico, cultural, una evolución de la forma de pensar por conveniencia social o económica, hay todo un negocio montado entorno a la eliminación de la vida humana.
Si miráramos lo que ocurre con la vida humana inicial, frente al derecho a la vida de ese nuevo ser que acaba de ser concebido, se ha impuesto el derecho al aborto como un derecho humano.
En la lucha de los dos valores que están en juego, el derecho del nasciturus a nacer y el derecho de la madre a decidir, se ha terminado imponiendo, por razones de individualismo, conveniencia económica, cultural, ideológica o comodidad, el aborto como un derecho de la mujer. Con esta imposición no se ha querido tener en cuenta la verdad de la ciencia sobre la realidad de la vida desde la fecundación. Se parte del engaño o la negación de la naturaleza biológica del ser humano en su fase más vulnerable e indefensa, la etapa embrionario-fetal.
En la lucha de los dos valores que están en juego, el derecho del nasciturus a nacer y el derecho de la madre a decidir, se ha terminado imponiendo, por razones de individualismo, conveniencia económica, cultural, ideológica o comodidad, el aborto como un derecho de la mujer.
El aborto solo obedece a corrientes culturales individualistas, utilitaristas, económicas y materialistas, dominadas por una depreciación del concepto de la dignidad humana, especialmente en sus fases inicial y terminal. Las leyes del aborto atienden antes a lo que llaman salud de la madre, que a la belleza y el inmenso bien de la maternidad.
El ritmo y estilo de vida que llevamos en la actualidad, hace que la maternidad sea una aventura que cada vez se atrasa más, debido a este atraso muchas parejas acuden a centros de fertilidad para someterse a técnicas de reproducción asistida porque desean “un embarazo sano”…
WE.- ¿Cuál es la forma coherente con la dignidad del ser humano para lidiar con la infertilidad?
NJ.- Lo primero que tendríamos que decir que el embarazo más sano, es el embarazo natural en el cuál no media más que el abrazo conyugal mediante el don de los esposos que hace posible la procreación.
Pero ante problemas de infertilidad que pueden ser serios y que pueden ser debidos a alguna patología, lo primero debe ser averiguar las causas. Se deben agotar todas las posibilidades de solucionar los problemas médicos, que podrían ser de diferente naturaleza. Porque la infertilidad muchas veces tiene unas causas que son salvables con unos tratamientos adecuados, incluso de carácter psicológico.
Antes de recurrir a las técnicas de reproducción humana asistida debe saberse que la fecundación in vitro, es una tecnología de rendimiento muy bajo para el fin primordial de satisfacer el deseo de conseguir un hijo a unos padres con problemas de fertilidad, y que genera muchos problemas que no tienen comparación con los de un método natural. Antes de acudir a una técnica de reproducción asistida, hay que afianzarse viendo si hay un problema de carácter médico o psicológico y tratar de resolverlo.
En la actualidad se ha desarrollado la naprotecnología, el método Creighton, que investiga los trastornos reproductivos y las posibles causas de infertilidad, o dificultades para lograr un embarazo. En muchos casos se encuentran tratamientos que solucionan el problema y ayudan a tener hijos de forma natural.
Ya en caso de infertilidad insalvable, o esterilidad, siempre estará el recurso de la adopción, que además de satisfacer el deseo de ser padre o madre, tiene en cuenta la gran acción de favorecer el bien de un niño al que sus padres biológicos no pueden atender.
WE.-¿Cuál es el trasfondo ético de las técnicas de reproducción asistida?
NJ.- Las técnicas de reproducción asistida por si mismas, como un recurso médico, no las vamos a desestimar. Son un recurso si, pero limitado, porque el éxito en reproducción humana asistida está en torno a un 30%.
En cuanto a las consideraciones éticas la reproducción humana asistida plantea una serie de problemas que afectan a la dignidad y respeto a la vida humana. Estas técnicas pierden el sentido de la procreación natural. Al final todo se convierte en un acto material. Los embriones se convierten en objetos en manos de los médicos o investigadores, que incluso ven en ellos un recurso para un fin distinto al reproductivo.
Los principales problemas éticos se pueden clasificar en cinco apartados:
- En primer lugar, están los problemas más directamente implicados con los efectos sobre la salud de la madre y de los hijos. Son, el síndrome de hiperestimulación ovárica, con consecuencias para la salud de quien dona los óvulos, y las alteraciones epigenéticas de los embriones y sus consecuencias médicas. Los niños que nacen por fecundación in vitro presentan un mayor porcentaje de patologías: aumento de peso, retraso al nacer, prematuridad y otras patologías graves. Sobre esto existe una casuística publicada muy extensa. Los padres que acuden a la fecundación in vitro deben informarse sobre estos hechos.
- Un segundo tipo de derivaciones son las que tienen que ver con el destino de los embriones generados por fecundación in vitro. Los problemas que se presentan son la congelación de los embriones sobrantes, la reducción embrionaria (abortos provocados) y la selección embrionaria, bien tras el diagnóstico genético preimplantatorio o en relación con la producción del bebé medicamento o bebé salvador.
- En un tercer apartado se encuentran las derivaciones de la tecnología de la FIV que implican la voluntad de utilizar los embriones con fines experimentales, como ocurre con su aplicación como fuente de células madre, la clonación, los embriones quimera hombre-animal, o la producción de embriones triparentales.
- En cuarto lugar, se encuentran las derivaciones de carácter social, como el social freezing, y la utilización de la FIVET para su aplicación en la maternidad subrogada, que se da alquilando el útero de una a mujer para que lleve la gestación de un hijo no suyo.
- En quinto lugar, está la modificación genética en los embriones humanos por técnicas de edición genética (CRISPR u otras). Esto es especialmente preocupante por los intereses de los transhumanistas de su aplicación en embriones o en la línea germinal, para su trascendencia a futuras generaciones.
Vemos cómo se van creando nuevas sociedades eugenésicas donde ya no hay lugar para los discapacitados o los ancianos, donde ellos mismos son convencidos de que sus vidas ya no valen porque carecen de “calidad humana” o simplemente no son “dignas”.
WE.- ¿Hay vidas que valen menos que otras?
NJ.- Evidentemente no, la dignidad es algo innato en el ser humano y la tenemos desde que se constituye ese embrión con la fecundación, hasta la muerte. Mientras hay vida, hay dignidad porque no es algo que se otorga, sino que se reconoce. La dignidad es algo que se tiene por el mero hecho de ser una vida humana. La dignidad humana, se entiende que es congénita y ligada a la vida desde su inicio independientemente de las condiciones concretas, físicas o mentales, lo cual está estrechamente vinculado a la base de los derechos humanos fundamentales y a la radical igualdad de todos los seres humanos.
Esto implica que, la principal obligación de la sociedad es respetar y defender, en todos los casos, la vida humana, desde la concepción a la muerte. No hay vidas de mayor o menor valor.
Somos seres dignos y no debemos ser utilizados por nadie. Cada vida humana es un fin en si mismo y nadie tiene derecho sobre la vida de los demás, nadie tiene derecho a decidir si una vida es más digna que otra. Se habla de muerte digna, como si la dignidad fuese algo que se pudiese medir u otorgar y en función de ello decidir sobre el sentido de vivir, en lugar de reconocer que todas las personas son iguales en dignidad.
La expresión muerte digna con la que se quiere enmascarar la eutanasia es un eufemismo que trata de ocultar la realidad de lo que se trata, pues la muerte si es provocada no puede ser digna. Acabar con la vida de una persona, aunque se pretenda hacer por razones compasivas, y aunque fuese a petición del enfermo, es un atentado a la dignidad especialmente cuando existen modos de paliar el sufrimiento.
Morir es el momento más importante porque cierra el ciclo de la vida, algo natural e inevitable y muchas veces llega con altos niveles de sufrimiento.
WE.- ¿Cuáles son nuestros derechos cuando la muerte ya está cerca?
NJ.- Mientras hay vida hay dignidad y por lo tanto hay que mantener la vida de la manera mejor posible con todos los recursos médicos que se pueda. Hay que buscar un equilibrio, es decir, si el proceso de la muerte es irreversible lo que hay que hacer es mantener esa vida con toda dignidad y con los recursos mínimos necesarios. Pero si no se puede hacer nada, hay que aliviar en todo caso el sufrimiento. Para aliviar el dolor están los cuidados paliativos. Ante la certeza de la muerte deben aplicarse recursos como la hidratación, alimentación, las curas necesarias y administrar los fármacos que alivien lo máximo posible los sufrimientos, sin caer en el extremo del encarnizamiento o obstinación terapéutica. Nunca se debe imponer la decisión de acabar con la vida de otra persona, ni aun a petición de esta. La muerte debe ser consecuencia de un proceso natural en todo caso aliviada con tratamientos adecuados.
WE.-¿La Eutanasia es realmente un acto de compasión? ¿Un acto humanitario? ¿Un acto incluso heroico?
NJ.- Quitar la vida a un enfermo terminal, o psíquico, aunque sea a petición de este, no es un acto médico. No puede considerarse un acto de humanidad, al ir contra la vida y por tanto la dignidad humana. Por las mismas razones no es un acto heroico, cuando además existen tratamientos paliativos para evitar el sufrimiento físico o psíquico.
WE.- ¿De qué manera podemos ofrecer alivio al sufrimiento de las personas ayudándoles a llegar al momento de la muerte con dignidad (muerte digna)?
NJ.- Ante el pronóstico de muerte inevitable de un enfermo terminal, sólo debería haber una postura a adoptar, la de procurar los cuidados paliativos para evitar el sufrimiento, manteniendo al mismo tiempo al paciente en las mejores condiciones físicas, psíquicas y espirituales.
Cuando se considera que ya no se puede hacer nada por salvar la vida de un enfermo, no se deben aplicar medidas extraordinarias (encarnizamiento terapéutico) que no beneficiarán al paciente, sino paliar su sufrimiento y acompañarle hasta el momento final, sin dejar de suministrar los cuidados mínimos (alimentación, hidratación, respiración asistida y curas básicas).
Se debe ofrecer un soporte médico justo al enfermo y a su entorno familiar, eludiendo la eutanasia y el encarnizamiento terapéutico y proporcionándoles todo lo que sea humanamente posible en las dimensiones física, psíquica y espiritual.
Se hace necesaria una reflexión sobre el valor especial, la dignidad del ser humano y del legado que le dejemos a las futuras generaciones. Es preciso pensar en la dignidad que hace iguales a todos los hombres y cuyo objetivo principal es la defensa del derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte natural.
Las ciencias de la vida avanzan a gran velocidad y hoy en día el Sí a la vida va más allá de salir a marchar por las calles con total entereza…
WE.- ¿De qué manera podemos prepararnos a los grandes debates sobre la vida?
NJ.- Si se trata de luchar por la vida, lo primero es tener muy claros los conceptos. Hace falta una reflexión sobre la vida y esto exige una cierta formación intelectual para saber valorar que toda persona tiene dignidad y debe ser tratada como un fin en si mismo, que no puede ser instrumentalizada y que nadie tiene derecho sobre la vida de los demás.
La bioética es un campo multidisciplinar en el que confluyen conocimientos de Biología, Antropología, Filosofía, Teología, Sociología y Derecho… Para mí es fundamental adquirir una buena formación en los temas de Bioética, pero no solo en aspectos biológicos, que están en la base de los grandes debates y hay que conocer bien, sino también adquirir una sólida formación intelectual en todo lo que ayude a valorar la vida humana. Hoy hay muchos cursos y másteres de Bioética en Universidades e instituciones públicas y privadas que pueden suministrar una formación adecuada.
WE.- ¿Cómo podemos adquirir un compromiso con la vida para defenderla desde su concepción hasta la muerte?
NJ.- Se hace necesaria una reflexión sobre el valor especial, la dignidad del ser humano y del legado que le dejemos a las futuras generaciones. Es preciso pensar en la dignidad que hace iguales a todos los hombres y cuyo objetivo principal es la defensa del derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte natural. El sujeto principal de las deliberaciones desde esta perspectiva es el ser humano considerado como un fin en sí mismo. Nadie tiene derecho a decidir sobre la vida de otra persona.
WE.- ¿Cuándo nace en usted el deseo de dedicarse a la misión de impulsar y promover la defensa de la vida humana? ¿Algún momento significativo? ¿Es feliz con lo que hace?
NJ.- Esta es una pregunta muy personal, pero estoy encantado. Difícil precisar un momento… en mí nace poco a poco, he tenido la suerte de tener unos padres que me han educado en el humanismo cristiano que me ha llevado a la convicción de la defensa de la vida. A ello contribuiría mi formación desde pequeño en un Colegio de ideario católico, que me proporcionó la base sólida del respeto a todas las personas. Luego con la formación universitaria en Ciencias Biológicas adquirí los argumentos y las pruebas necesarias para saber cuáles son las propiedades de la vida, y cuáles las diferencias entre la vida humana y la de los restantes seres de la naturaleza. A ello ha contribuido principalmente mi especialización en Genética. El conocimiento aumenta la convicción coherente con el respeto a la vida.
Impulsar y defender la vida, pasar a la acción, vino más tarde y con la ayuda y el ejemplo de muchas personas que sienten y se preocupan por la defensa de la dignidad y de la vida desde muy diversas perspectivas. Hay en mí dos personas claves que me ayudaron en este campo, ambas fallecidas: mi esposa, María Consuelo, también doctora en Biología, y la jurista María Dolores Vila-Coro, con la que tuve el gusto de introducirme en el mundo de la Bioética y con la que colaboré en su curso de Bioética personalista.
Me es muy difícil decir que estoy feliz, pero soy optimista porque la verdad siempre va a triunfar. Lo que siento es la insatisfacción de ver los derroteros políticos y sociales actuales, precisamente a aquello por lo que lucho.
Muchas gracias Dr. Nicolás Jouve de la Barreda por su compromiso con la verdad y por promover, difundir y defender el respeto a la vida y la dignidad del ser humano en todas las etapas de su desarrollo, desde la concepción hasta la muerte.
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