Elena Violet es una francesa de ojos azules que tiene una mezcla de acento extranjero con toque andaluz
Realmente puede decirse de ella que es una ciudadana de este planeta. Vivió muchos años con los indios de Canadá, pero también con los aborígenes australianos y en el Tíbet.
No es sólo amante de la naturaleza, sino que éstas experiencias le han llevado a sumergirse en ella. Hay personas que no necesitan ser famosas para destacar o aportar algo, y su vida no tiene que estar impresa en Instagram para demostrar dónde ha estado y lo que ha hecho. Porque las experiencias se viven, no se “posturean”, y algunas ayudan a ser un poco más sabio, aunque no se haya escrito libros.
Elena se ha mantenido a flote en un mundo de hombres, donde el centro es el caballo, pero desde una perspectiva muy diferente, mirando a este precioso animal como un ser vivo que siente, y al que no hay que someter, sino enseñar.
Su vida es el caballo, y desde que recuerda ha estado entre ellos. Nació en el sur de Francia y se crió entre los caballos semisalvajes de su tierra (yo los he visto en el pirineo español también).
“Cuando tenía dos años y mi madre me buscaba, estaba subida encima de la yegua dominante de una manada de caballos semisalvajes, porque la yegua me aceptaba. Eso no quita que mi padre siempre estuviera encima de que estudiara y me formara” nos contaba.
Woman Essentia.- ¿Desde cuándo te dedicas de forma profesional al caballo?
Elena Violet.– Aquí en España, desde hace más de 15 años.
Pero viví en Canadá con los indios nativos, donde he domado muchas razas de caballos. Mi experiencia en doma, y lo que aprendí con los indios, me hace pensar que el hombre es el que resabía al caballo.
He trabajado con los ‘mustang’ que tienen un carácter superfuerte y no se dejan domar, por eso cuando me comentan que un caballo pura sangre español no se deja domar, me da la risa ¡En España tenéis la raza más noble que hay!
WE.- ¿Qué aprendiste con los indios?
EV.- Aprendí mucho con ellos. El indio vive el momento presente, que es el único que se debería de vivir, porque muchas veces vivimos en un pasado que no podemos cambiar, o bien vivimos de cara al futuro y está muy bien tener una meta, pero viviendo el presente porque sino se pasa al lado de cosas, como de largo, y luego piensas que podrían haber sido de otra manera sino…
El presente son los pasos para llegar a una meta. Esto lo digo porque el caballo y los indios te enseñan a vivir el momento presente… y comunicar con el alma.
WE.- ¿Cuánto tiempo estuviste con ellos?
EV.- Veintiséis años.
Cuando hablo de los indios, no me refiero a los indios de la pampa porque no creo que sea doma natural. Ellos tocan al caballo en ciertos puntos energéticos y esto es una manipulación del caballo, casi una sedación. No es que yo lo diga, lo puede corroborar cualquier persona que trabaje con acupuntura, etc. El caballo no se da sino que es una manipulación del caballo por la persona que dice que lo doma.
WE.- ¿Qué es para ti la doma natural?
EV.- Es un vehículo de comunicación… el caballo es una presa y nosotros somos depredadores.
El caballo despierta en el ser humano una forma más natural, sincera y profunda de vivir. Es como un espejo que te enseña a mirarte hacia dentro. Te enseña a descubrir cosas de tí, de tu corazón y tu alma, y se llega a establecer un vínculo.
Solo en español se utiliza la palabra doma, realmente sólo en español se llama así, en inglés es “naturalhorsemanship”. La palabra doma no tiene sentido en este contexto que hablamos de relación con el caballo porque domar es domesticar, someter… para mí, doma no tiene nada de natural.
WE.- La palabra que empleas es comunicación. Habrá que buscar entonces una palabra nueva…
EV.- Todo lo que se refiere al caballo es doma, por eso se utilizó acompañado de natural. Sin embargo, el término “ship” es fantástico. Ship es barco y fluye, al final cualquier palabra que en inglés tiene ship significa que fluye… que funciona.
WE.- Hablas 5 idiomas y tienes acento andaluz, ¿cuál fue la razón para establecerte en Andalucía?
EV.- Porque me gustan los retos.
A mi me atraía el flamenco, ya bailaba flamenco en Canadá,-pero no me hagas bailar-, mi padre tenía raíces españolas y siempre he tenido una pasión (lo dice recalcando la palabra y subiendo el tono).
Primero empecé en Madrid, pero no soportaba el hormigón. En Alcorcón tuve algo más de espacio, pero necesitaba otra experiencia y quería vivir en Andalucía, así que estuve en Huelva 7 años, el problema fue que allí sólo hacía doma vaquera y la gente era muy rígida con ello.
Vine a Jerez a un festival de flamenco. Cuando bajé del autobús me llamó la atención ver tanta gente en la calle, todo el mundo saludaba, bailaba… y me impresionó el duende de Jerez.
Pero se me olvidó un detalle, conseguí mi finca y al mismo tiempo me planté en la boca del lobo: delante de la Real Escuela Ecuestre de Jerez.
Tuve un percance con ellos por mi forma de relacionarme con los caballos y ahí se quedó. Su forma de ver el caballo es diferente, aunque tengo que decir que hay amigos y gente que conozco que quiere entender este vínculo con el caballo. Pero ha sido muy difícil por que hay 4 escuelas en el mundo y ellos son una de ellas, y parecía que yo venía a provocarles… ¡Nada más lejos de mi intención!
“Esa meditación o contemplación de la naturaleza, que conecta a todos los habitantes del planeta, la belleza de los seres vivos que estamos en él a través de una bomba de energía que es el Amor Universal.”
Elena es una mujer atractiva, con unos preciosos ojos azules, casi transparentes, que te invitan a indagar en su interior puesto que se abre fácilmente. Es una extraña combinación francesa e indígena. Por un lado muy étnica,-la pluma azul que traía en el pelo el día en que nos conocimos era de su loro-, y el collar es recuerdo de los indios cherokee, y por otro lado, elegante. Cuando la observas cómo se comunica con el caballo, su postura, la forma en que se dirige a él, incluso su vestimenta, todo en ella tiene clase.
“Yo valoro mucho el tiempo, vivir el momento preciso y presente… y me encanta la frase española el tiempo pone a cada uno en su sitio. Al principio yo era una mujer extranjera, loca, que domaba caballos de circo. De ahí pasé a ser una excéntrica que entiende algo de caballos. Cuando pasó Canal Sur por mi casa y vieron cómo mis caballos hacían el paso español, que van con una cuerda al cuello, que no tengo resabios, entonces empezaron a verme como una psicóloga equina. Pero si digo que soy una psicóloga equina no me toman en serio y tengo que tener mucho cuidado. A pesar de todo han venido a verme y a pedirme ayuda porque hay personas que tenían caballos que se iban a perder y yo los he podido ayudar. Esto es una satisfacción para mí y para el caballo al final. El tiempo hace todo y pone a cada uno en su sitio…”
WE.- Pero creo que no es sólo con los caballos… he visto la cebra fuera.
EV.- Esto fue un trabajo con el zoo de Jerez. Mi hijo vino a verme y me dio la idea de domar una cebra para convencer a la gente. Pero después de las risas, vino el reto.
Meses más tarde me dijeron que había una cebra para domar, se llama “Martín” y nadie se podía acercar a ella, atacaba a todo el mundo e incluso llegó a matar animalitos en el zoo. El problema era que le recompensaban por una mala actitud, como era agresivo le daban primero de comer y así reforzaban esa mala actitud.
Llegó aquí y al principio rompía todo y se escapaba de la parte cubierta de la pista. Tuvimos que reforzarlo y tardamos diez días en poder entrar en su cercado a limpiar.
Usé la técnica que aprendí de los indios, así que al estar cerca de la pista, él observaba como trabajaba con los caballos y su actitud cambió totalmente.
WE.- Parece un gran secreto todo lo que aprendiste, ¿qué es lo que te enseñaron?
EV.–Cómo entrar en el corazón y la mente de un caballo.
WE.- Suena bonito y difícil…
EV.- Pero es más fácil que resabiarlo.
El caballo es incondicional, es más sincero y da igual el momento en el que te acerques con esta actitud a él, no hace falta que sea desde pequeño.
Si fuéramos capaces de ver este amor incondicional que tenemos dentro, habría más paz en el mundo. El ego es el gran problema y mata todo. El yo real es el amor universal, y “yo” sólo soy un eslabón de una cadena, porque uno sólo no hace nada. Tenemos que fluir juntos.
El ego del ser humano hace que seamos mucho peores, porque el animal mata para comer, pero no por placer.
Creo que cuando hay mucho ego, lo que intentas hacer no sale o sale mal, pero si vas por el lado del corazón las cosas salen mejor y además no nos afectaría tanto que no saliese como queremos.
La conversación se va poniendo cada vez más interesante (esta mujer es una caja de sorpresas) a la vez que trascendental, pero Trascendental con “T”. Nos habla de cómo le han enseñado el silencio y la meditación que aprendió con los indios, y antes con los caballos, si bien dice que la meditación está en todos lados. Esa meditación o contemplación de la naturaleza, que conecta a todos los habitantes del planeta, la belleza de los seres vivos que estamos en él a través de una bomba de energía que es el Amor Universal. No hace falta nada más que querer ver ese Amor y dejarse llevar. Según ha experimentado Elena, las personas que vibran con la misma energía llegan a tener una relación auténtica porque están en la misma sintonía. “Necesitas comunicar lo que te hace sentir bien, te refugias en ello, lo empiezas a honrar y comienzas a crecer, pero lo que crece es tu alma, que es nuestro verdadero yo».
Los indios no han conocido a Dios o la religión católica, pero tienen lo mismo, sus espíritus son lo que nosotros llamamos ángeles, y honran a la creación igualmente. Yo descubrí esa comunicación también con los caballos, mi relación con los caballos era de forma tan natural que era difícil de entender, era fluir… conectar con los caballos, es como un imán”.
“El indio dice que el hombre blanco lleva un reloj puesto, pero siempre va corriendo detrás del tiempo, pero el hombre indio no tiene reloj y tiene todo el tiempo del mundo”.
Nos cuenta cómo el amor a la tierra y a la naturaleza le viene de familia, ya que es la novena generación en el mundo del vino en Francia. Su padre siempre fue un pionero, creó la manzana Golden, y cuando decidió poner un viñedo en Canadá, evidentemente le tomaron por loco. Toda la familia se puso a trabajar para apoyar esta aventura, trabajaban siete días a la semana, dieciocho horas al día de trabajo, “porque cuando quieres algo hay que darlo todo”, nos dice. “Creo en conseguir las cosas con el sudor de tu frente, además de que si lo haces puedes ayudar a otros”.
Pasaron seis años sin tener vacaciones, sin parar de trabajar y su padre le ofreció un descanso de tres meses. Ella le pidió ir a Australia para vivir con los aborígenes durante tres meses. Esto no supuso una sorpresa para su padre que ya la conocía, y llamó en ese momento a una amiga que estaba en una Convención para defender los derechos de los aborígenes.
Casi vuelve a sentir la experiencia que tuvo los meses que vivió con ellos cuando lo recuerda, “allí la conexión es mucho mayor, casi telepática, son nómadas y caminan kilómetros al día, duermen donde se paran y no se establecen porque el clima es bueno, no llueve casi y no necesitan techo. Van vestidos con un pareo hecho de tiras de hojas de plantas y cortezas, todo lo realizan ellos y se intercambian entre las diferentes familias. Caminar es normal, natural y necesario. Los indios tienen tippies, cantan, hablan… pero los aborígenes no lo necesitan”.
Elena Violet añadía, “todo se recicla, no hay basura, no hay posesiones. Se produce un crecimiento de tu alma hacia los demás, para honrar la tierra y vivir de ella. Su función es muy importante y es la de llevar cosas de un sitio a otro, plantas, flores… ayudan a la polinización, es una función primordial”.
WE.- Ellos honran y eso es muy importante, es un valor…
EV.- Son gente que ha sabido hacer el silencio en su cabeza de tal manera… la civilización que vivimos es negativa en muchas cosas, el cerebro humano es un constante ruido, el cerebro nuestro no para, y normalmente hablamos sobre el pasado. Pero eso no es positivo ya que se hace con muchos “sies”, si hubiera sido de esta forma, si, si, si. Y por otra parte la voz del futuro, de posibilidades, hacer miles de planes… con otro tipo de “sies”.
El día que tomé conciencia de la voz es cuando encontré la paz y el equilibrio. Es la esclavitud de esta sociedad que hace que nuestro cerebro empiece a funcionar de esta manera.
Estos aborígenes australianos se comunicaban con la mente, iban cambiado de dirección sin avisar y yo iba siempre recto, así que se reían de mí, de que yo no les seguía. Sólo se miraban y ya sabían lo que tenían que hacer, y yo me pasaba el día pensando sobre lo que hacían. Así que aunque no hablaban, se reían conmigo. Descubrí cómo guardaban las reglas de las mujeres, y cómo lo utilizaban para la curación de lesiones. Fueron un montón de experiencias y había vivido tan intensamente que yo no quería volver a casa.
Mi padre vino a recogerme a Sidney, cuando me miró, mi padre me dijo que estaba diferente… Yo le dije SÍÍÍ, ¿Tan bueno ha sido el viaje Elena ? Y dije SÍÍÍ.
“Creo en conseguir las cosas con el sudor de tu frente, además de que si lo haces puedes ayudar a otros”.
WE.- Es muy bonito que te hayan apoyado siempre tus padres en estos viajes
EV.- Mi padre aunque también era un enamorado de la naturaleza, el vínculo de la naturaleza me viene de mis padres, así que cuando me vieron con los caballos salvajes cuando era tan pequeña, sabían que no tenían otra opción. Sin embargo, esto no quita que fueran muy estrictos con los estudios, decían que no podía estar en medio de los dos mundos, sino que debía centrarme en uno y aprender de los dos. Mi padre siempre me apoyó en este tipo de viajes hacia mi mundo interior, me dijo aprende de uno y crece, pero tienes que fructificar de otra manera… así que a estudiar.
WE.- Puedes aportar todas esas vivencias a los que nos consideramos civilizados
EV.- Yo creo que no estamos civilizados, más bien nos hemos esclavizado.
WE.- En esa conexión de seres humanos parece que no entra la envidia, la maldad que es para la que le capacita su forma de ser. Parece que la maldad no debe existir entre estas gentes…
EV.- No había gente mala porque no hay ego… la maldad viene del ego y si no lo tienes no la hay. El ego es miedo, miedo a perder, a dar la razón, a una comunicación, a ser menos, y en última instancia a que se aprovechen de mí. Cuando me dicen este caballo tiene maldad este perro tiene maldad, me da la risa. Para mí es un niño travieso o un caballo es travieso. Yo creo que este cambio de las palabras es necesario porque la palabra cambia la persona. El matiz que damos es lo que marca una diferencia .
“Cuida de tu pensamiento porque se convierte en palabras, cuida de tus palabras porque se convierten en tu acción, cuida de tus acciones porque se convierten en tu actitud, cuida de tu actitud porque se convierte en tu carácter. Tu y yo somos partes vivas de este mundo. Entonces… cuida de tus pensamientos”.
Esta frase está colgada en su cuadra para que la lea todo el que aparezca por ahí. Esto en un recuadro en negro pero separado del texto.
Elena tiene muchas historias que contar sobre cómo la gente ha reaccionado en su cuadra con los caballos. Ella ha podido observar cómo sale amor y las conexiones entre las personas y éstos animales.
“Cuando te unes a la naturaleza de esta forma y conectas con la esencia de lo verdadero, se descubre la espiritualidad que hay en el mundo, el valor del Amor universal, que une a las personas. La nobleza o la naturaleza del caballo ayuda a esta conexión, a conectar con la naturaleza, de ahí tantas experiencias. El caballo ayuda a desarrollar actitudes que ya tienes, pero salen a flote cuando te relacionas con ellos”, nos contaba.
Su don con los animales y su fama, la han llevado a ser demandada por el Zoo de Jerez, no sólo por las cebras, sino por los caballos de przewalski, que son unos caballos que se consideran primitivos y la única subespecie de caballo salvaje que hay.
El Tíbet fue otro de esos destinos de aprendizaje o de viaje interior, que también acordó con su padre. Descubrió muchas cosas de ella que ya estaban pero que no habían tenido respuesta hasta ese momento. Su apertura a la vida es lo que la hace tan especial, ella sí ha sabido conectar, no sólo con los animales, sino con el mundo, y nos ha recordado que el AMOR es una parte fundamental de este mundo.
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