«Si me preguntas qué es lo femenino y qué lo masculino, yo diría que todo es femenino en el sentido de que lo masculino es lo femenino y algo más “ Manuel J.Moreno
Manuel J. Moreno es psicólogo, psicoterapeuta y discípulo del maestro zen y doctor en Ciencias Religiosas, Alexander Poraj.
En la actualidad su principal foco de interés está en la relación entre psicología y espiritualidad. En la experiencia de lo luminoso y el “despertar” o devenir consciente. Así como en los senderos y actitudes encaminados hacia la realización de la totalidad o la madurez del sí mismo (Self).
Su impecable formación universitaria en Hipnosis Clínica (UNED), Comportamiento no Verbal (Universidad Camilo José Cela), Grafística, Grafopatología y Grafología Forense (Universidad Autónoma de Barcelona) y Medicina Naturista (Universidad de Zaragoza), nuestro entrevistado realiza innumerables actividades de divulgación y formación entre las que destacan las conferencias sobre la experiencia meditativa del zen (zazen) y la coordinación de un grupo de meditación adscrito a la línea de zen “ Nube Vacía” de la Fundación Willigis Jäger.
Participa además como profesor tutor en los másteres de Grafoanálisis Conductual y Pericia Caligráfica y Documentoscopia que imparte en la Fundación Universitaria Behavior and Law a través de UDIMA (Universidad a Distancia de Madrid)
En la actualidad, preside el Instituto de Grafología Analítica y la Asociación Colegial de Peritos Calígrafos de Asturias.
Queremos hablar con Manuel J. Moreno del Gran Inconsciente. También de la parte femenina en todo ser masculino y de la presencia masculina en los seres femeninos. ¿Por qué hemos escogido a Manuel J. Moreno para esta – creemos – interesante tarea? Porque, durante muchos años, ha estudiado y divulgado sobre los velos del ser oculto que toda persona porta en sí misma: su psiquismo inconsciente, su alma inconsciente. Una realidad tan personal como universal: el Anima Mundi.
El inconsciente universal como fuente permanente de creatividad y saberes ancestrales, intuiciones y poder curativo…aunque también de oscuridades melancólicas, perversiones y de un temible potencial destructor. Cielo e infierno a un tiempo.
Ideas que desarrolla nuestro invitado en su última publicación “Anima Mundi, la silenciosa presencia de lo inconsciente” (2016-Ediciones Obelisco).
Manuel, ¿utilizamos de manera correcta las palabras consciente e inconsciente?
“Para mí, el inconsciente ha sido un mito personal. Cuando hablamos del inconsciente tiene una connotación irracional (no en un sentido peyorativo) que va más allá de la mera conceptualización y del discurso racional. Este mito del que hablo tiene que ver con lo desconocido del alma humana. A mí me gusta hablar del alma humana –aunque suene para algunas personas poco científico, que no lo es – porque creo que es una manera de devolverle su prestigio clásico a la mente humana o a la psique. Cuando utilizamos la palabra inconsciente, cada persona nos referimos a conceptos diferentes y – además – no tenemos una clara conciencia de qué queremos significar con ello; incluso se llega a convertir en un recurso retórico. Y con la consciencia pasa un poco otro tanto. Creo que ambas cosas nos tocan tan de cerca, tan íntimo y personal que intuitivamente sí sabemos a qué nos referimos cuando utilizamos “consciente” e “inconsciente” aunque no sepamos bien describirlas, explicarlas y el alcance que tienen”
¿Por qué la silenciosa presencia de lo inconsciente?
“Es un tributo a Carl Gustav Jung, porque la presencia e influencia de Jung en mi trayectoria personal y profesional es muy importante. En 1958, al final de su vida, Jung se encuentra en Zúrich donde va a dictar una clase magistral sobre la psicología analítica. Entre las ideas que compartió con sus alumnos, hay una maravillosa en la que Jung afirma a sus alumnos que si pretenden abordar lo inconsciente o comprender lo inconsciente desde el intelecto estarán perdidos. Porque lo inconsciente – para Jung – no era una convicción, ni una teoría. Era una presencia, acontece. También les dice que si siguen de cerca lo inconsciente, su inteligencia se verá incrementada. Creo que este comentario de Jung es una verdadera revelación y conlleva que debemos percibir lo inconsciente más que razonarlo, además de entenderlo conceptualmente porque lo fundamental es poder advertirlo y percibirlo para poder establecer una relación con él “
Manuel, ¿Qué papel juega la intuición en esta explicación que nos estás ofreciendo?
“Bueno, la intuición es precisamente una de las funciones psíquicas que tienen que ver con la cognición inconsciente, con el procesamiento de la información que es inconsciente, que procesa datos en gran cantidad y que por tanto es mucho más eficaz en un momento dado que el procesamiento secuencial – mucho más lento- de la mente consciente porque necesita analizar secuencialmente los datos. Por tanto, lo intuitivo es el resultante de un procesamiento vertiginosamente rápido de información que maneja nuestra mente, pero en un ámbito de inconsciencia. Es decir, no nos damos cuenta y no ejercemos ese análisis de una manera consciente y secuencial sino que lo ejerce nuestro propio psiquismo ofreciéndonos un resultado. Todo esto es súbito, es inmediato, al menos nos parece inmediato. De alguna manera el conocimiento junto a la experiencia desarrollan el arte profesional, la intuición.
Porque precisamente es la intuición la que integra toda la información a la que hemos estado expuestos en nuestro proceso de formación con la puesta en práctica. Por tanto la intuición es capaz de ofrecer una certeza, una respuesta, de movilizarnos en un sentido u otro. En ocasiones de una manera crítica, muy vital porque si tuviéramos que depender de una respuesta secuencial es posible que estaríamos fuera de tiempo en cuestiones de vida o muerte, por ejemplo”.
¿Valoramos y utilizamos en su justa medida a esos impulsos intuitivos?
“Hay que entender que la psique inconsciente tiene que ver con sistemas cerebrales muy arcaicos, muy primitivos que han sido eficaces durante millones de años. Nuestra mente humana despertó a un anhelo por el conocimiento que debería ser complementado con una vuelta a casa, a la intuición “.
¿Es la meditación el camino para esa vuelta a casa, como tú bien nos explicas?
“Si, la meditación y especialmente las formas más puras de la meditación (en la que no se medita en nada, se busca el silencio intencional, consciente). Evidentemente la mente sigue procesado pero sin embargo este tipo de meditación, a la que por cierto se le califica como intuitiva, tiene la virtualidad- demostrada en la práctica durante varios milenios y hoy en día refrendada por muchísimos estudios en el orden de las Neurociencias- de permitir un contacto inmediato de la consciencia no enredada en pensamientos o análisis en ese momento con ese trasfondo inconsciente o con esa presencia natural o inconsciente de fondo que no es otro que el funcionamiento eficaz de la mente más allá del control de la voluntad , la intención y de lo que nos damos cuenta.
Por lo tanto, la meditación ejercida con cierta periodicidad es un poderoso y eficaz instrumento para poder permitir la expresión de esa presencia. Una conexión muy interesante entre la consciencia y lo inconsciente, teniendo en cuenta que ambas son una sola cosa en el fondo, porque la mente consciente es la misma en distintos niveles por así decirlo ¿no? Por tanto implica una reintegración y un centramiento que tiene unas consecuencias muy importantes sobre nuestro equilibrio, sosiego y flujo creativo”.
Explícanos por qué lo inconsciente incrementa de manera muy notable su activación en momentos de crisis, necesidad, confusión o dificultad.
“Podríamos decir que en lo inconsciente existe una especie de saber absoluto. Porque en el inconsciente profundo, en el impersonal, más allá de los condicionamientos personales, se albergan datos que tienen que ver con el desarrollo prototípico de una vida humana. El inconsciente profundo (ese inconsciente natural que nos porta) es el que responde cuando vivimos acontecimientos que de alguna manera colapsan las posibilidades de respuesta consciente o cuando la carga de sufrimiento es excesiva para poder gestionarla adecuadamente, o cuando nos sentimos perdidos.
Lo inconsciente está implicado en el desarrollo de nuestra vida, responde y hace gala de ciertos conocimientos porque tiene más información de la que manejamos de manera consciente. Maneja mucha información subliminal y arcaica. No heredamos una memoria sino la tendencia a responder de ciertas maneras que ya albergamos en el cerebro en el momento del nacimiento.
Nuestro cuerpo reacciona ante una situación de peligro, maneja una cadena de respuestas que no hemos aprendido. Es una respuesta intuitiva que también ocurre en el ámbito de lo psíquico, de lo mental; es decir hay ideas y recursos que vienen a rescatarnos cuando no encontramos la salida. Podríamos añadir que esto justifica la eficacia religiosa en el sentido de que una persona cuando no sabe por dónde tirar y reza; pues bien, realmente está abriendo su mente a un camino que le puede venir servido por parte de la divinidad. En suma, se sentirá iluminado y esta es también una función inconsciente”.
Manuel, afirmas que el modelo educativo que se sigue en las escuelas occidentales ,con algunas excepciones, apenas contempla la gestión y el manejo de las emociones ni un adecuado desarrollo de las habilidades cognitívas relacionadas con la creatividad intuitiva y tampoco en el necesario adiestramiento de una mente atenta y centrada en el ahora .
“Afortunadamente hay cada vez más profesionales de la educación que atienden estas cuestiones que has citado. La carencia aún tiene que ver con una impostura cultural que está relacionada a su vez con que se nos prescribe una serie de conductas como idóneas (que seamos compasivos, buenas personas, por ejemplo) pero no se nos indica cómo.
Es como si nos dieran un aparato sofisticado – como lo es la mente humana- y nos dijeran que apliquemos una función cualquiera pero sin el manual de instrucciones. Y creo que es lo que ocurre en muchos casos porque la mente es un instrumento de la naturaleza extraordinariamente desarrollado pero que tiene que actualizarse en cada vida humana. Es decir, cada individuo debe partir de la fragilidad, de la ignorancia más extrema, de la dependencia más absoluta para ir adquiriendo una cierta capacidad de autonomía. Hay recursos que tienen que ver con el desarrollo básico que no vienen “en nuestro libro de instrucciones” y es precisamente el sistema educativo el que debe ocuparse de darnos consignas, lo que es moralmente adecuado, indicarnos el camino. Por eso, a mí me encanta un comentario que hizo Mahatma Gandhi cuando afirmó que cuando sobrepasó sus más de cuarenta años de vida se dio cuenta finalmente que era incapaz de hacer daño a otro ser humano. Me admira esta frase porque Gandhi demuestra y comparte que había conectado con su propia madurez.
Por eso creo que no solo necesitamos un conocimiento científico y racional de lo que es la mente humana, sino que también necesitamos conocer cómo relacionarnos con quienes somos porque de caso contrario nos mantendremos en una posición de desconexión e hipocresía. Me produce tristeza cuando afirmo que desconocemos el alma humana, la naturaleza de la mente y de la psique; como la desconocemos, nos manejamos con una parte de ella y no conocemos sus verdaderas necesidades. Por eso, en general no hay felicidad, no hay plenitud”.
También afirmas, Manuel, que hay una suplantación del espíritu humano por el intelecto.
“Cierto, el intelecto se ha cultivado, se ha endiosado pero a costa del verdadero contenedor que es el espíritu. No debemos olvidar que el intelecto debe estar al servicio de la verdad”
A través de esta revista Woman Essentia queremos hablar de la parte femenina de todos nuestros entrevistados. Tal vez caigamos en tópicos, tal vez descubramos nuevos caminos de encuentro. Ojalá. ¿Qué opinas de este reto?
“Es un tema difícil. Te voy a dar mi punto de vista personal: en primer lugar yo diría que la psique inconsciente, esa psique natural es un mundo indiferenciable y la conciencia es la diferenciación. En este sentido, el espíritu humano tiene una diferenciación masculina y una diferenciación femenina.
Pero esta diferenciación procede de la misma totalidad indiferenciada que Jung llama el “sí mismo”, en alemán “Selbst”, la totalidad del hombre, la unión de los opuestos, el arquetipo de la totalidad, masculino y femenino a la vez. Abarca por tanto los contrarios, las polaridades en la totalidad. Este “sí mismo” de donde emerge la diferenciación, creo que camina de la mano de la diferenciación natural en el campo de lo fisiológico. Hay una diferenciación determinada por el sistema hormonal y lo genésico que a su vez evoca los potenciales que tienen que ver con la propia diferenciación. Si me preguntas qué es lo femenino y qué lo masculino, yo diría que todo es femenino en el sentido de que lo masculino es lo femenino y algo más “
Es muy interesante Manuel, tal vez merece una explicación más profunda para entenderlo correctamente y no dar lugar a interpretaciones erróneas, ¿no te parece?
“Claro, es importante que comprendamos que la Naturaleza es lo femenino y lo masculino es el complemento de esa Naturaleza, lo que permite que se desarrolle. Cuando un ser humano nace con caracteres secundarios masculinos en realidad es la propia Naturaleza (lo femenino) con la necesidad de desarrollar algunos componentes de ese mundo indiferenciado que tiene que ver con lo que complementa lo femenino.
Lo femenino es una fuerza de la naturaleza, una disposición, conjunto de aptitudes, habilidades naturales que se dan el alma humana. Es muy complicado hablar de lo femenino y masculino sin caer en discursos manipulados, contaminados incluso insalvables. Propongo que lo abordemos desde el Taoísmo y hablemos del Yin y Yang que confirmarían en su conjunto esa totalidad de la que hemos hablado antes y que se observa en la Naturaleza: lo Yang- espíritu masculino- es la energía activa y lo Yin –espíritu femenino-es la energía receptiva que se adapta y engendra. Estos dos principios están presentes en todo hombre y toda mujer.