María Laura Carusso y Lía Sottanis son las mujeres esenciales para humanizar el mundo creado que proponemos en esta ocasión. Ambas lideran la Lid Editorial en Argentina. Mi contacto con Lía y María Laura se remonta a varios años ya. Y aunque el primer motivo fue editorial, ha derivado en una bonita amistad llena de reconocimiento. A través de conversaciones fluidas, desarrolladas con el transcurso de los años hemos confluido en la frase que corona este artículo: “Solo publicamos libros que representen un aporte real y contribuyan a las buenas prácticas”. Y es que, justamente eso es lo que nos une: los aportes reales y las buenas prácticas. Por esta razón me decidí a proponerlas como mujeres esenciales para humanizar el mundo creado.
Lía Sottanis, directora general de Lid Editorial-Argentina, es abogada egresada de la Universidad de Buenos Aires con orientación en Derecho Empresarial y Derecho Privado. Se ha especializado en Derecho de Propiedad Intelectual en la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (WIPO). Ha desarrollado su carrera profesional inicialmente en estudios jurídicos de primer nivel para luego incorporarse al ámbito empresarial en diversas compañías.
María Laura Caruso, gerente editorial de Lid-Argentina, es editora egresada de la Universidad de Buenos Aires, especializada en Edición de Habla Hispana en la Universidad Carlos III de Madrid. Titular de MLC Servicios Editoriales y Editorial Manoescrita. Ha desarrollado su carrera profesional como editora, productora, autora y adaptadora. Colabora con diversas editoriales, diarios, empresas del sector privado, agencias de comunicación y organismos públicos.
WE.- No he podido resistirme a la tentación de buscar inspiración en el perfil de Instagram de María Laura. ¡Es que resulta arrebatadamente sugerente! Así que comenzamos por ahí.
María Laura ¿qué significan para ti?
- Leer
- Creer
- Crear
- Un microtexto cada día
- Dicen las noticias que…
- Amores posibles
- Otra mirada
- Perdidos en el tiempo
Hipótesis:
- ¿El arcoíris es un puente entre dos mundos?
- ¿Las hojas caen cuando se cansan de tanto bailar?
- ¿Las luciérnagas se encienden con las ganas de verlas?
- ¿Será que el otoño existe para recordarnos el calor de nuestro propio hogar?
- ¿La música será, acaso, la voz de la belleza?
- ¿Será verdad que las mariposas son transversales y cada uno las ve con los colores de su alma?
- ¿Será que el viento transporta sueños hacia donde puedan cumplirse?
«Recordatorio para armado de mochila…Regalos del alma…»
Maria Laura.- Antes que nada, decirte que me alegro de que te haya gustado mi perfil de Instagram, pues es un espacio de encuentro con la literatura que ofrezco con mucho cariño. En la descripción figura mi trilogía «leer, crear, crear». Me pareció un bonito juego de palabras donde sintetizo las fuerzas que me mueven. Por un lado creo que todo escritor debe ser, ante todo, un lector insaciable. Agradezco también la posibilidad de crear. Tanto leer como el crear se los agradezco a Dios, en el que creo y al que amo profundamente, y le estoy agradecida por cada talento recibido.
El microtexto de cada día surgió a un par de semanas de iniciar el confinamiento por la pandemia, pensando que desde mi lugar lo que podía ofrecer es un momento de entretenimiento familiar. A veces hablándole a los más pequeños de la casa, a veces a los más jóvenes, a veces a los adultos, a veces a la familia… tratando de generar este necesario espacio de lectura y por ende, de libertad.
A partir de este propósito, fue que comencé a jugar con distintas propuestas. Dicen las noticias es una suerte de pequeño noticiero de buenas nuevas, lo que me gustaría que en el mundo sucediera. Amores posibles son historias de encuentros con mucha ternura, Otra mirada invita a mirar de una manera diferente la realidad, Perdidos en el tiempo son historias algo inquietantes de encuentros y desencuentros de almas, Las Hipótesis son preguntas algo disparatadas que intentan dar explicaciones maravillosas a un mundo que ya es lo suficientemente maravilloso, pero nos acostumbramos a mirarlo de una manera muy prosaica, se trata de volver a poner algo de poesía.
En cuanto a la frase que destacas, como hemos hablado más de una vez, tanto desde mi quehacer editorial (y en eso estamos absolutamente alineadas con Lía) como el literario, intento que cada acción signifique un verdadero aporte. Hay demasiados libros, demasiadas palabras, demasiado ruido. Las redes sociales han democratizado la expresión, cosa que me parece maravillosa pues hay grandes descubrimientos desde diversas plataformas, pero también hay tantas personas enamoradas de su propia voz, o de repetir discursos ajenos sin análisis, que no comprenden el peso que sus palabras pueden tener sobre otras personas. Pocos se toman el tiempo para reflexionar sobre lo que sus teorías y sus mensajes pueden causar en el otro y es por eso que los agentes culturales tenemos la obligación, hasta diría moral, de tamizar esta sobreabundancia.
La información previamente digerida no es conocimiento, es adoctrinamiento y el mundo no puede avanzar encadenado a las ideas de unos pocos.
Aclaro firmemente que no hablo de censura, hablo de discernimiento. Decir, todos pueden decir, también existe la responsabilidad individual de decidir qué leer, pero los editores solo deberían firmar lo que ellos mismos, o la voz de su sello editorial, honestamente y responsablemente, diría. Nuestros libros se editan porque hay algo que decir y es un algo estudiado, preparado a conciencia, cuyo impacto de salida fue evaluado y que intenta dar un aporte positivo. Hablamos de buenas prácticas, hablamos de liderazgos positivos, hablamos de mérito, hablamos de coherencia, de integridad, de familia, de comunicación, de bien hacer, pero sobre todo hablamos de libertad. Una libertad verdadera, la libertad que ofrece el conocimiento para que cada individuo pueda tomar sus propias decisiones basado en lo que realmente conoce y en lo que realmente es. La información previamente digerida no es conocimiento, es adoctrinamiento y el mundo no puede avanzar encadenado a las ideas de unos pocos.
Pocos se toman el tiempo para reflexionar sobre lo que sus teorías y sus mensajes pueden causar en el otro y es por eso que los agentes culturales tenemos la obligación, hasta diría moral, de tamizar esta sobreabundancia.
Estamos orgullosas de nuestro trabajo y de nuestros autores y el motor que nos mueve para seguir trabajando, aún en contextos tan adversos, es el pensar que estamos sembrando futuro
WE.- Lía, desde tu perspectiva, ¿qué aportes -reales- necesita el mercado editorial para humanizar la parte del mundo creado que le corresponde?
Lía .- Los productos editoriales, sean libros, revistas, u otro formato, tienen una doble cara. Por un lado, tienen el valor simbólico que, a lo largo de los años, nosotros, nuestra cultura, les ha otorgado. Por el otro, tienen que tener, necesariamente, un valor comercial, porque en definitiva no dejan de ser bienes. Sin embargo, el norte que elija la editorial determinará qué tanto aporta a la sociedad. En LID, y especialmente con Mª Laura, intentamos que predomine lo que puede aportar la obra que estamos eligiendo editar. No editamos porque sí. Buscamos siempre que nuestro catálogo conserve nuestra esencia, nuestro pensamiento, quizás un poco romántico, de publicar aquello que a nosotras como lectoras nos gustaría leer.
Sin embargo, es cierto, que las grandes editoriales no siempre priorizan estos valores. Suelen ser organizaciones cuya orientación suele ser económica, cosa que tampoco está mal.
Creo, particularmente, que es necesario replantearse, como parte de la industria cultural, qué es lo que estamos ofreciendo a nuestro lectores para que lean. Somos gestores culturales y, como tales, también somos responsables de proveer contenido que empiece a generar un cambio en el otro, que no es lo mismo leer esto que aquello. Hay tanto que leer en el mundo que es preciso elegir, y lo que elijamos leer, indefectiblemente nos atraviesa. Nunca somos los mismos después de un libro, y es ahí donde se debe hacer la diferencia. Divulgando conocimiento real, que realmente cree un sentido en quien lo lee.
WE.- Y por consiguiente ¿en qué buenas prácticas habría que formar a los futuros profesionales que se van a dedicar a ello?
Lía.- Tengo el lujo, actualmente, de dar clases en la Universidad de Buenos Aires, en la carrera de Edición, y mis estudiantes pueden dar fe de que siempre repito que nosotros, como editores, trabajamos en equipo. Ningún producto nace solo. Trabajando a la par, empujando todos el mismo bote, es como se consiguen mejores resultados. Las buenas prácticas que nosotros desarrollemos son esenciales porque ellas guiarán nuestro trabajo y el de nuestro equipo editorial. Ningún sentido tiene publicar un libro fantástico si para hacerlo tuve que dejar mis valores de lado.
Los valores, algo tan dejado a un costado hoy, son –o deberían serlo- piedras angulares en los trabajos que desarrollamos. Y creo fervientemente, que es necesario que los profesionales no solo no pierdan durante su desarrollo laboral, sus principios, sino que deberían ser comunicadores de ellos.
WE.- Intuyo que el optimismo y la confianza, junto al trabajo bien hecho, son notas que están presentes en vuestro estilo de trabajo ¿cómo reaccionáis ante la adversidad?
Lía.- Gracias por el elogio. Estamos muy conscientes del estilo de trabajo que tenemos y que queremos mantener. Editamos a excelentes autores, y eso nos permite lucir nuestro trabajo a través de ellos. El quehacer editorial debe ser invisible en el buen sentido. Nosotras nos ocupamos de que el autor comunique sus ideas de una manera clara, precisa, y que esté orgulloso del resultado.
Eso no quita que mucho de ese recorrido tenga sus altibajos. Las adversidades están presentes en todos los aspectos de nuestras vidas, y en la editorial, sabemos campear las dificultades. La pandemia puso al mundo en jaque, y el modo en que las organizaciones hicieron frente dio cuenta de la manera en la que se reacciona a los obstáculos.
En Lid formamos un excelente equipo y eso nos da la tranquilidad de poder hacer frente de manera firme y sostenida, a las dificultades.
Para comenzar el año con esperanza hemos querido contar con la mirada de dos mujeres que desde el otro lado del Atlántico son fuente de inspiración para muchas mujeres que también son esenciales. El mundo necesita seguir reconociendo la dignidad absoluta de la esencia humana como única e irrepetible, así como su carácter ambital, siempre abierto a otros.
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