Después de la conmoción que las recientes elecciones en Venezuela han producido en el continente americano y también en España, un habitual lector venezolano y amigo, me pidió que escribiera sobre la desgracia y el sufrimiento que supone para su país que el autócrata Nicolás Maduro se haya autoproclamado ganador del reciente proceso electoral, con la complicidad del Consejo Nacional Electoral (CNE).
He de confesar que el hecho de ser un personaje que produce una especial aversión por su vana palabrería y chabacana imagen, te desmotiva para soportarle, haciendo un puntual seguimiento de la campaña presidencial venezolana. Entre otras razones porque los españoles nos sentimos muy atareados y preocupados con otro personaje, Pedro Sánchez, que por sus continuos escándalos y malévolas insidias en el ejercicio del poder, emula cada vez más la figura dictatorial del usurpador Maduro.
Lo que me llamó la atención fué que el falsario candidato dijera que él iba a ser la garantía de que no se produjera un “baño de sangre” y que se quedaría en el poder “por las buenas o por las malas”. Las primeras noticias sobre 11 muertos y numerosos heridos por las protestas en las calles de Caracas por el fraude electoral, junto al derribo de varias estatuas de Hugo Chávez, desmienten sus cínicas intenciones y lo hacen responsable de lo que es ya una trágica realidad. ¿Estamos ante el inicio de una contrarrevolución posiblemente sangrienta?
Sobre aferrarse al poder “por las buenas o por las malas”, queda demostrado que ha cumplido con su palabra de atornillarse por la “malas” a su trono dictatorial. ¿Alguien dudaba de que el tirano iba a abandonar el poder por la voluntad de los ciudadanos manifestada en las urnas como si de una democracia liberal se tratara? No es que las encuestas que por abrumadora mayoría daban la victoria por 25 0 30 puntos al candidato Edmundo González Urrutia hubieran fallado, como a veces ocurre en sistemas electorales como el nuestro, sino que el sátrapa Maduro, salvo que las actas electorales demuestren lo contrario, ha manipulado grosera y fraudulentamente los votos o su recuento, para cometer una tropelía propia de quien protagoniza una farsa democrática para intentar seguir instalado en su poltrona del Palacio de Miraflores.
A la ausencia de libertades, persecución y encarcelamiento de quienes se atrevan a oponerse al dictador o incluso presentarse legítimamente a unas elecciones como le ocurrió a la avezada política María Corina Machado, inhabilitada durante quince años para presentarse a la precandidatura presidencial de 2023, se une al grave problema de la emigración que ya alcanza a 7,7 millones de venezolanos que viven fuera de su país, lo que supone el 26% de la población. Según el INE el número de residentes en España asciende 400.000, aunque son los países del área andina los más afectados, especialmente Colombia y por supuesto los que a través de la selva de Darién en Panamá, aspiran a llegar a los EEUU, lo que representa un problema para todos los países vecinos de la región.
Lo que me parece más grave es la tibia reacción de la Unión Europea y los EEUU. Causa hilaridad que anuncien que sólo se pronunciarán cuando el sátrapa haga públicas las actas electorales para poder legitimar el resultado favorable del que se ha apropiado. ¿Son los intereses petrolíferos y comerciales los que priman sobre la verdad, la transparencia y la libertad de la democracia que tanto dicen defender? Especial relevancia tiene el lastimoso papel del ex presidente del gobierno español Rodriguez Zapatero, exultante por su amistad y aprecio personal con el déspota Nicolás Maduro y al que ni siquiera han apoyado, esta vez, el Grupo de Puebla del que forman parte los mandatarios comunistas sudamericanos. ¿Es consciente la UE del riesgo que supone que un gobierno pseudobilivariano como el español, haya bendecido las fraudulentas elecciones de Venezuela en boca de su comunista Vicepresidenta?
Es de sobra conocido que los/las comunistas estén donde estén siempre utilizan el mismo método: la mentira y la propaganda y el resultado final es el reparto de la miseria y el terror. Bienvenido sea amigos venezolanos, si como todo parece indicar, ya habéis emprendido el camino de la libertad frente a la esclavitud: ”Huid del país donde uno solo ejerce todos los poderes: es un país de esclavos”. Esta sentencia que pronunció Simón Bolívar, líder de la independencia venezolana, hoy es trágicamente aplicable a su pueblo y lo sería también para sus hermanos españoles si no nos afanamos con rapidez para detener la deriva dictatorial que también nos amenaza.
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