En los últimos años, hemos sido testigos de una transformación silenciosa pero profunda en nuestras ciudades europeas. La teoría del reemplazo, que algunos desestiman como una mera conspiración, es, en realidad, una política activa y documentada por las Naciones Unidas desde el 21 de marzo de 2000. Esta práctica, lejos de ser una ideología extrema, se ha convertido en una realidad palpable que está modificando la estructura demográfica de Europa.
La afluencia masiva de inmigrantes, especialmente de origen islámico y de países como Marruecos, no es un fenómeno reciente ni aislado. Es una consecuencia directa de políticas migratorias y demográficas que buscan compensar la alarmante disminución y envejecimiento de la población europea. Las cifras son contundentes: las tasas de natalidad en Europa han caído por debajo del nivel de reemplazo, y las poblaciones están envejeciendo rápidamente. En países como Italia y Japón, la población se reducirá drásticamente en las próximas décadas, pasando de 57 a 41 millones y de 127 a 105 millones, respectivamente, para 2050.
La División de Población de las Naciones Unidas ha monitoreado estas tendencias y propone la inmigración de reemplazo como una solución a estos supuestos desafíos demográficos. Sin embargo, esta estrategia tiene implicaciones profundas y complejas. Por ejemplo, para mantener los niveles actuales de población en edad laboral, se requeriría una afluencia migratoria mucho mayor que la experimentada en el pasado. En algunos casos, se estima que entre el 26% y el 39% de la población futura sería de inmigrantes recientes y sus descendientes.
Esta situación es particularmente preocupante en países con políticas pro familia insuficientes. La gran falta de incentivos para que las familias nacionales tengan más hijos ha exacerbado la necesidad de recurrir a la inmigración masiva. En lugar de fomentar un entorno en el que las familias europeas puedan crecer y prosperar, se ha optado por soluciones a corto plazo que pueden alterar significativamente la identidad cultural y social de nuestras comunidades.
¿Cuáles son las consecuencias de este reemplazo?
Las consecuencias de este reemplazo poblacional son evidentes en nuestras ciudades. Barrios enteros han cambiado su fisonomía, adaptándose a nuevas culturas y costumbres. Lo que antes era un reflejo de la historia y tradición europeas, ahora se mezcla con influencias extranjeras que transforman el paisaje urbano. Esta metamorfosis no siempre es bien recibida por la población local, que a menudo se siente desplazada y desorientada en su propio entorno. El ejemplo más claro es el de la ciudad española de Barcelona.
El fenómeno del reemplazo poblacional vinculado a inmigrantes ilegales ha sido un tema controvertido y objeto de preocupación en esta ciudad. Recientemente, se ha observado un notable incremento en las ocupaciones ilegales, con un aumento del 41% en julio y agosto de 2020. Este fenómeno ha provocado un promedio de seis nuevas ocupaciones diarias, lo que representa un desafío significativo para las autoridades locales y la Guardia Urbana
Además del impacto cultural, existen desafíos económicos y sociales que no pueden ser ignorados. Uno de los principales problemas radica en las diferencias culturales y religiosas que dificultan la integración de los inmigrantes en la sociedad europea. A menudo, las comunidades inmigrantes tienden a vivir en enclaves separados, manteniendo sus propias costumbres y tradiciones en lugar de adaptarse a las normas y valores de sus países de acogida. Esto crea una barrera que impide la cohesión social y alimenta el sentimiento de alienación tanto entre los inmigrantes como entre los ciudadanos locales.
Además, la falta de habilidades lingüísticas y educativas adecuadas entre muchos inmigrantes ilegales complica aún más su integración. Sin un dominio básico del idioma del país anfitrión.
El impacto económico de la inmigración ilegal tampoco puede ser ignorado. Muchos inmigrantes ilegales se ven obligados a delinquir, trabajar en empleos mal pagados y en condiciones precarias, lo que contribuye a la explotación laboral y a la competencia desleal en el mercado de trabajo.
¿Qué ocurre con estas personas cuando llegan al territorio europeo?
La semana pasada el jefe de policía de Bruselas, Jurgen De Landsheer, se pronunció sobre esto en una radio local. Señaló la situación en torno a las estaciones de la capital, donde las personas que residen ilegalmente crean un nicho para las bandas de narcotraficantes. «Detenemos a alguien, pero rápidamente encuentran a alguien nuevo que salga a vender drogas por 150 euros», explicó.
Además, De Landsheer mencionó a los menores ilegales en Bruselas, se ven abandonados a su suerte y atraídos por el ambiente de las drogas. «Los chicos que recogemos, de 12 a 13 años. Vienen a trabajar aquí, vendiendo droga por 120 euros».
Y es que cada vez son más las mafias que se encargan de introducir a estas personas en nuestro continente. Salvamento Marítimo ha rescatado este sábado en aguas de Lanzarote y Fuerteventura hasta diez embarcaciones en las que viajaban más de 530 inmigrantes ilegales procedentes del continente africano, según ha informado fuentes del organismo público.
Una de las pateras fue avistada por un pesquero a 40 millas al noreste de Arrecife, por lo que el Centro de Coordinación de Salvamento Marítimo en Las Palmas movilizó a la salvamar Al-Nair, que la localizó y rescató a 54 magrebíes. Antes de regresar a puerto, la salvamar avistó otras dos pateras con 50 en cada una y también procedió a su rescate.
¿Podrá soportar esto nuestro sistema actual?
La relación de soporte potencial, es decir, el número de personas en edad laboral por cada persona mayor de 65 años, está disminuyendo drásticamente en todos los países europeos. Esto plantea serios problemas para los sistemas de pensiones y atención médica, que se basan en una estructura demográfica que ya no existe. Sin un número suficiente de trabajadores jóvenes, el peso de mantener a una población envejecida recae sobre un grupo cada vez más reducido de contribuyentes.
¿Cómo podemos afrontar la situación inmigratoria que enfrenta Europa?
Es esencial abordar varios aspectos clave. Primero, es fundamental cambiar nuestra mentalidad y reconocer que la inmigración no es un fenómeno que ocurre espontáneamente, sino que es promovido por ciertos intereses que buscan beneficiarse económicamente a costa de la estabilidad y seguridad de los países receptores.
Debemos reflexionar sobre la realidad de las travesías marítimas y cómo, en muchos casos, los inmigrantes son víctimas de redes de tráfico humano que los envían en embarcaciones precarias, poniendo en riesgo sus vidas. Es necesario desmantelar estas redes y aplicar políticas que no fomenten la inmigración ilegal.
Es crucial acabar con el llamado «efecto llamada» que algunas políticas europeas han creado. Esto implica revisar y ajustar las políticas de asilo e inmigración para que sean justas y humanas, pero también firmes y disuasorias de la inmigración ilegal. La reforma de la base de datos EURODAC es un paso significativo en esta dirección, ya que permitirá una identificación más eficaz de los inmigrantes ilegales y evitará el abuso en el sistema de asilo.
La actualización de EURODAC, con su nueva arquitectura y capacidades mejoradas, representa un avance hacia una mayor seguridad, libertad y justicia dentro del espacio europeo. Esta base de datos permitirá a los Estados miembros tener una visión clara y completa de quiénes se encuentran en su territorio de forma ilegal y actuar en consecuencia.
La emergencia inmigratoria en Canarias y otros puntos de entrada a Europa subraya la necesidad de una gestión efectiva y humanitaria de la migración. La inclusión de imágenes faciales y otros datos biométricos mejorará la capacidad de las autoridades para identificar y gestionar estos flujos inmigratorios.
Además, es fundamental implementar alertas de seguridad que permitan a las autoridades actuar con rapidez y eficacia para proteger la seguridad interior. También es vital reducir la edad para la toma de datos de menores, facilitando el reencuentro con sus familias y garantizando su protección.
Sin embargo, la reforma de EURODAC es solo el comienzo. Queda pendiente el desafío de las expulsiones y deportaciones, un asunto que debe ser abordado con urgencia por el Parlamento Europeo.
Finalmente, es imperativo posicionarse firmemente frente a los lobbies y ONG que pueden tener intereses contrarios a la seguridad y bienestar de los ciudadanos europeos. Los representantes políticos deben defender los intereses de sus ciudadanos, adoptando medidas firmes y efectivas para gestionar la inmigración y garantizar la seguridad de sus países.
Solo así podremos construir un espacio europeo seguro, justo y libre.
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