Abro el Instagram y me entero de que el sábado pasado fue el festival de eurovisión, y lo definen como el festival más polémico de la historia de Eurovisión, aunque creo que este comentario ya lo hemos oído más veces.
Recuerdo cuando era pequeña y este festival se convertía en uno de los momentos esperados del año en el que nos colocábamos delante del televisor para escuchar con ilusión las canciones, y admirar coreografías y vestuario como algo agradable a la vista. Con los años, la vulgarización de canciones y cantantes se fue haciendo patente, y con ello, la indiferencia ante el festival que parecía irse denigrando cada vez más hasta que por fin, en esta última edición, lo ha conseguido del todo, convirtiéndose en un espectáculo, ya no en vulgar, sino esperpéntico.
Cuando iba pasando las fotos de los cantantes, me venía a la mente Luke Skywalker en el bar de la Guerra de las Galaxias, solo que esos personajes eran ficticios, disfraces de plástico que pretendían ser otros animales distintos al ser humano, aunque eran tan listos que hablaban como nosotros aunque hubieran llegado de otras Galaxias, pero el hombre y la mujer siempre eran fieles a su naturaleza. En la actualidad son grotescas representaciones y muchos nos preguntamos a que dónde quieren llevar al ser humano. Cuando era pequeña se hablaba mucho de los extraterrestres, quizás, al no encontrar por ahora vida en otros planetas, hayamos decidido crear esas vidas distintas en el nuestro, intentando modificar al ser humano para que sea “algo” diferentes de lo que realmente “es”, y al tratarle así, se le cosifica. Mientras cada día hay más condicionantes y prohibiciones para la investigación con animales, hay más permisividad con la experimentación transexual, y los resultados ya están a la vista por los datos que están dando muchos investigadores, mientras que leyes, como la nuestra, lo permiten e incluso aplauden.
No podemos negar que la mayoría de los participantes de este festival son fiel reflejo de la ideología que, a fuerza de insistir como un martillo pilón, se está imponiendo en la sociedad. Nemo es reflejo de ello y la indefinición, fluidez, o cuántos nombres quieran inventarse para ser más solidarios, abiertos o modernos, y por tanto, motivo de triunfo. Se pretende obviar que el ser humano solo tiene dos formas de ser o existir, por naturaleza, pero la naturaleza, como la realidad, siempre se impone, y tarde o temprano impondrá su última palabra. Solo hay que ver como va retrocediendo la arena ante la bravura de las olas del mar, desgastando incluso las rocas lentamente, y recuperando tantas veces el terreno arrebatado, o las lluvias torrenciales que inundan los cauces que el hombre cree ganados, buscando su camino y causando a veces, tristemente, desgracias a algunos confiados.
No podemos negar que la mayoría de los participantes de este festival son fiel reflejo de la ideología que, a fuerza de insistir como un martillo pilón, se está imponiendo en la sociedad. Nemo es reflejo de ello y la indefinición, fluidez, o cuántos nombres quieran inventarse para ser más solidarios, abiertos o modernos, y por tanto, motivo de triunfo.
Es como querer dominar el día sobre la noche, o imponer la lluvia en el desierto… siempre gana la naturaleza, y la humana también terminará primando a pesar de los deseos de algunos. La pena es que el hombre sufre.
También hace unos días teníamos la noticia de un hombre transgénero, con barba y pelo negro, trenzas rubias y grandes pestañas y uñas postizas, en la cama de un hospital, recibiendo a “su bebé” recién nacido, fruto, o mejor dicho, resultado del alquiler del vientre de una mujer real. La grotesca imagen también dio lugar a críticas en las redes y se hizo viral por lo que representaba. Provocó una gran indignación por destrozar de esta manera la maternidad, reduciéndola a un capricho y alejándola de su realidad.
Cuestiono al hospital que se prestó a este teatro, porque sin duda no es más que una burda representación, que en otro momento, sin tanto miedo, habríamos pensado era una broma. Aunque sigo pensando que, al igual que el sargento Roberto, este señor está quedándose con algunos de nosotros.
El Mundo, esta vez me refiero al periódico, suele poner en sus redes frases especiales, a veces incluso para querer decir lo que su autor nunca dijo, como es el caso de la siguiente:
“La dignidad del hombre requiere que obre según su libre elección, sin ninguna coacción externa” Pablo VI
Efectivamente, todas las personas se merecen que no las coaccionen, al igual que se merecen que alguien les ayude cuando lo necesitan y están perdidas, que les den toda la información sin manipulaciones y les protejan, incluso a veces de ellos mismos…
Lo que estamos viviendo es un bombardeo de ideas absurdas, mensajes incoherentes y dañinos que ofrecen posibilidades irreales y “animan” e incluso empujan a actuaciones que hacen daño a la persona, en todos los sentidos, basadas en emociones y sensaciones, en deseos sin fundamento, que van introduciendo en la mente de la gente, poco a poco, gota a gota, al abrir un abanico de opciones que no lo son, sin el acompañamiento necesarios y, especialmente, sin la información correcta para que puedan tomar decisiones coherentes. Los impulsos provocados por las emociones que producen estos supuestos nuevos descubrimientos, de lo que parece nuevos mundos, son la principal coacción. Son estas emociones las que dirigen las acciones, y Eurovisión, como todo lo que viene de Europa, las normaliza en un abanico de esperpentos provocadores.
Empezaron por el absurdo: Si quieres lo consigues, cuando sería simplemente lucha y ya se verá el resultado, y que trajo tantos desencantos porque la vida es dura y no conseguimos todo por lo que luchamos, trabajar no es garantía de éxito. Pero este si quieres puedes ficticio se ha llevado al campo de lo sexual, y si quieres, puedes ser lo que quieras.
“Occidente siente un odio por sí mismo que es extraño y que sólo puede considerarse como algo patológico. Solo ve de propia historia lo que es censurable y destructivo, al tiempo que no es capaz de percibir lo que es grande y puro”. Benedicto XVI
Como esto viene de imposiciones supranacionales, sea vía televisión, cine, música, leyes etc… lo que se llamaba vulgarmente el pueblo, eso que somos todos los que vivimos en esta sociedad, todavía tiene cordura. Y se puede ver claramente en el televoto patrio, que daba a Israel, con una elegante puesta en escena y bella cantante, la máxima puntuación, seguida de los 10 puntos que dio a Ucrania, cuya temática ensalzaba la vida de dos mujeres santas como La Virgen María y la Madre Teresa de Calcuta, ejemplo de virtudes, una más que otra, claro, pero referencia sin duda para todos. El veredicto del pueblo fue el que hizo posible que precisamente esta última canción quedara en tercera posición pese a las críticas. Y es que la gente necesita la fe.
A pesar de que la gente necesita optimismo y modelos nobles, el triunfo final fue el “yo”, y solo yo, frente al amor al otro; el recibir frente al dar; el relativismo frente a lo objetivo; la indefinición frente a la concreción; el subjetivismo frente a la realidad; la burla frente al respeto, en definitiva, el éxito de la mentira disfrazada de verdad…eso si, una mentira muy feliz.
Recordemos que Alicia, que quiso meterse en el espejo cuando seguía por curiosidad al conejo que hablaba, al final del cuento de Lewis Carroll, y después de tantos sin sentidos, estaba deseando salir del país de las maravillas, que ya no le resultaba tan maravilloso, para volver a su realidad.
El problema es que no estamos en un cuento, y los experimentos sociales no se están haciendo con gaseosa
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