En plena pandemia, con la atención del ciudadano de a pie centrada en su salud y en la de los suyos, en sus pérdidas económicas o desempleo, en esta terrible situación, las Señorías que respaldan al Gobierno han pisado el acelerador para sacar cuanto antes, y sin buscar consensos, otra nueva Ley de educación: la LOMLOE o Ley Celaá.
La tramitación de una nueva ley (otra más) debería llevarse a cabo con el objeto de, o bien mejorar lo anterior, o bien crear un beneficio consistente sobre algún aspecto. Ese debería ser el principio en que habría de basarse nuestra clase política para legislar. Pero no.
La llamada Ley Celaá surge desde la idea de una apuesta gubernamental por ir imponiendo un modelo educativo único de escuela pública y laica, en detrimento de la concertada. Como si los miembros de la comunidad educativa (con los padres y madres a la cabeza), padeciésemos una incapacidad para la toma de decisiones respecto a la educación de nuestros hijos.
Si se aprueba la ley, se cercenará un derecho constitucional por el que tanto lucharon nuestros padres: la libertad de elección. De elección de público, para quien quiera. O de no público, para quien tenga otra opción. Y que quien esté en este último caso realmente pueda elegir en libertad, aunque no sea una persona rica.
La libertad de enseñanza, señores. Algo tan fundamental que está expresamente recogido en la Carta de Derechos Humanos o en la Constitución. No debería depender de colores políticos, ni de alianzas partidistas. A día de hoy, y hasta que las cosas cambien, usted puede elegir el tipo de educación que reciben sus hijos. Si se aprueba la ley, todo dependerá de lo que decidan quienes nos gobiernan desde España (la ley es orgánica y de obligado cumplimiento en todas las CCAA). Habrá que ver las ratios de las escuelas públicas de su barrio, y todo lo que se les ocurra a quienes no respetan ni la pluralidad ni la diversidad.
La libertad de enseñanza, señores. Algo tan fundamental que está expresamente recogido en la Carta de Derechos Humanos o en la Constitución. No debería depender de colores políticos, ni de alianzas partidistas.
Deberíamos ser ya conscientes de que dicho paternalismo por parte de los gobernantes es inaceptable en una sociedad madura, libre y democrática. Con ciudadanos, no con súbditos.
Es cierto que hay cosas en educación que deben ser mejoradas, implementadas y actualizadas al siglo en el que vivimos. Pero para eso se necesita la valentía y la humildad de sentarse a dialogar, a escuchar y a acordar con todos los representantes de la comunidad educativa. A buscar un Pacto social y político de Estado en un ámbito esencial como es el educativo.
Les hemos pedido mucho a nuestros hijos estos últimos meses. Y ellos han sido capaces no solo de demostrar estar a la altura, sino de darnos lecciones. Les debemos, al menos, estar a su mismo nivel. Y defender y hacer visible, tangible, que la defensa de la libertad educativa no es cosa de un partido, sino de todos y que en las bibliotecas se mueren los libros de verdades absolutas impuestas.
El ataque es directo a la escuela concertada. Una escuela que ha demostrado sobradamente su competencia. Si desean comprobar estas palabras solo han de visitar los informes de cualesquiera evaluaciones nacionales e internacionales, PISA incluida.
No se dejen engañar: la escuela concertada no vive de la Administración, sobrevive en la mayoría de los casos; aunque es verdad que la ceguera o el sectarismo de una Administración puede asfixiarla.
Es bastante indigno de un gobierno tratar de aprobar una ley con nocturnidad y sin casi hacer ruido en plena pandemia mundial, con todos sus habitantes con los derechos limitados nada más y nada menos que por un Estado de Alarma. El juego de luces y sombras es para el circo, no para querer llevarlo a cabo en un Congreso democrático.
Todo mi apoyo a la plataforma masplural.es y a su labor. En su web podrán informarse; y más: poner su granito de arena y firmar para evitar la aprobación de esta ley.
Nuestros hijos, nuestra comunidad educativa, nuestro país no merecen que se les trate así. Y usted puede ayudar a evitarlo: con su firma. Con un clic AQUI.
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