Los mineros venidos de Asturias ya están trabajando dentro de esa jaula diseñada y fabricada con el único fin de rescatar al pequeño Julen.
Este pequeño de dos años, al que un domingo cualquiera jugando en una finca en la localidad malagueña de Totalán, le sorprendió la mala suerte. Cayó en un pozo de estrechas dimensiones,-sin tapar-, a muchos metros de profundidad, casi del tamaño de un edificio.
Once días y once noches de duros trabajos
Alrededor de trescientas personas entre Guardia Civil, Bomberos, Protección Civil, operarios, vecinos, periodistas, voluntarios, trabajando con un único fin: devolver a Julen a sus padres.
A unos padres que ya saben lo que es perder a un hijo de tres años por muerte súbita. ¿Hay algo más duro que sobrevivir a la muerte de un hijo?
Sobrevivir a la muerte de un hijo y temer un fatídico desenlace para otro hijo de dos años. Que encuentren a tu niño que lleva once días, sin comer, sin beber, en el interior de un pozo donde la respiración se hace muy difícil.
Nadie quiere hablar del desenlace, la esperanza es lo último que se pierde y se agarran a la fe, a esa fe que nos hace creer en los milagros.
Ciertamente los milagros existen para los que creen en ellos. Yo también creo en los milagros. Pero pienso que tengo sentido común, y éste me dice que han pasado muchos días bajo unas condiciones muy difíciles, incompatibles con la vida.
Pero la fe mueve montañas, nunca mejor dicho, y aquí hay dos cosas que no se han perdido: tiempo y esperanza.
Desde luego este rescate, y el nombre de Julen, pasarán a la historia. Aunque yo añadiría: deben sentar precedente por el ejemplo que han dado todas las personas anónimas que se han volcado, regalando esfuerzo y tiempo con la ilusión de colaborar para salvar la vida de un niño. Sin protestas, sin descanso, sin afán de protagonismo…
Son un ejemplo de lo que pueden llegar a hacer las personas, cuando corazón y cabeza se unen en una misma linea, por encima de independentismos, de Brexit o de huelgas de taxistas.
Somos capaces de mover montañas y lo hemos demostrado. Esto es lo mejor del ser humano: mover montañas para ayudar a los más débiles.
Que la llama de Totalán esté siempre encendida.
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