Memoria, justicia y dignidad. Y me atrevo a añadir: con caridad y verdad. Si no… ni habrá curación, ni perdón, ni reconciliación, ni conversión, ni santidad.
Discrepar es sano. Sobre todo cuando hay respeto y educación. En España por lo general es una tarea pendiente, lograr discrepar de forma civilizada y si vemos que no podemos en conciencia cambiar de opinión, al menos sí intentar comprender al otro que opina sobre algo de forma distinta a la mía.
Este artículo surge por una discrepancia de opinión con un buen sacerdote (@resimus). Sacerdote a quien tuve el gusto de conocer y tratar hace unos años. Intercambiamos en Twitter opiniones contrarias sobre la Nota de los obispos de las diócesis vascas, navarra y de Bayona acerca del comunicado de ETA unas horas antes.
No cambio de tema, pero me viene a la mente la película “Spotlight” que volví a ver hace unas semanas con mi sobrina. Al acabar, mi sobrina veinteañera tuvo una pregunta lógica para alguien cuya relación con la Iglesia es como la mía con los videojuegos, nula. “Tía, imagino que los católicos protestaron y les montaron un pollo a los periodistas, ¿no?”. Mi respuesta vino a ser algo así: “No, los católicos se quedaron mudos, era tanta la evidencia, la contundencia de los datos, la verdad y la magnitud del escándalo que te callas, te quedas mudo.” Le expliqué que Boston y la costa Este de EE.UU es donde hay más católicos. Y como muestra muy bien la película, no sólo fue una omisión gravísima desde las autoridades eclesiales, sino una connivencia con políticos, jueces, policía, etc. había toda una red para silenciar hechos criminales. Supuestamente «para no producir escándalos”.
Reanudé más menos así: “Y te humilla mucho reconocer que algo así suceda en tu Iglesia, y los buenos católicos rezarían y pedirían fuerzas a Dios para no flaquear en la fe, no perder la confianza en los sacerdotes que conocían, etc. Fue algo tremendo. Pero gracias a eso y a Dios se destapó la caja de Pandora y con los años la Iglesia ha podido reconocer y corregir muchas cosas malas que han ocurrido”.
Volviendo a la discrepancia y para simplificar, a @resimus (Josetxo) le parecía bien la nota y a mí, no.
Acordamos no seguir hablando del tema en Twitter y acepté explicar un poco más a fondo mi postura en forma de artículo.
Trataré de expresar mis sentimientos en el lapso de unas horas el día que ETA sacó su último comunicado de disolución y a su manera, disculpas, que no perdón lleno de arrepentimiento. Esto último, ya es un avance en estas personas ocultas tras una nota escrita.
Desayunar con la noticia de un nuevo comunicado de ETA donde reconoce el daño causado, le prestas algo de atención, pero no mucha. Sorprende porque lleva tiempo sin dar la nota, pero nada más. Si estás algo al tanto de los tejemanejes de la política nacional, concluyes, aquí hay gato encerrado. Total, que al acabar tu café dices, vale, muy bien ¿A cuento de qué trata ETA ahora de pedir a su manera perdón por “el daño causado”? Además, que el comunicado va dirigido “al pueblo vasco”, no al pueblo español. Pasas del asunto. Ni caso.
Pasadas las horas, en las noticias del mediodía escucho que los obispos vascos, de Navarra y Bayona “piden perdón”. Esto fue lo más destacado en los medios aunque la nota dijera más cosas. Ahí ya sí se agudiza el oído, a un católico algo así le llama la atención. A un no católico también, pero a un católico más. Lo confieso, mi primera reacción interna, natural, espontánea fue: “A buenas horas”. En 40 años desde la iglesia vasca aquí nadie ha dicho nada,-o si se ha dicho ha sido poco y sin repercusión-, ni pedido perdón y sabemos cuántos funerales fueron denegados o celebrados a escondidas, cuántas colaboraciones de personas de iglesia con el oscuro mundo de ETA, y cuantísimo sufrimiento y mirar cobardemente para otro lado ¡Cuánta estructura de pecado!!
También me dije: No diré nada hasta que lea íntegra la nota. Busqué el texto de los obispos, y reconozco dos reacciones, una de cierta paz y otra de decepción profunda, máxime cuando en la nota de ETA se disecciona y separa a “víctimas de víctimas”, en medio de un texto confuso, amoral y pobre.
Sabemos que estos obispos actuales, no son los de entonces, a Dios gracias. Que la intención es buena y loable, ciertamente, que nos consta que su misión es procurar la reconciliación y lo están haciendo, sin duda, pero ¿Ha sido oportuna esta nota en tiempo, fondo y forma?
Sabemos que los hombres y mujeres buenos vienen trabajando humildemente desde hace muchos años propiciando la paz de Dios y un camino de conversión en unos y en otros, consta. Como bien dice la nota de los obispos, porque el modelo es Dios, quien no hace acepción de personas.
Leemos en el texto destila un sentir eclesial, de pastores, de paz y reconciliación, sí, cierto, pero ¿había que pedir así y ese mismo día el acercamiento de presos terroristas a sus lugares de origen?, ¿viene a cuento?, ¿es lo que se espera de los pastores de la Iglesia?, ¿es el momento de solicitar algo del ámbito político y judicial como es el traslado de terroristas sin arrepentimiento a prisiones “sin humillar a las víctimas?».
¿Es el momento de solicitar algo del ámbito político y judicial como es el traslado de terroristas sin arrepentimiento a prisiones “sin humillar a las víctimas?.
Los obispos piden perdón por los pecados y gravísimas ofensas cometidos por otras personas “de iglesia” años atrás y que han hecho mutis y nunca han pedido perdón. Denota humildad y un ejemplo de que somos un Cuerpo místico herido por el pecado y curado por la santidad de muchos, pero ¿es suficiente?.
“Pero somos conscientes de que también se han dado entre nosotros complicidades, ambigüedades, omisiones… por las que pedimos sinceramente perdón.”… ¿Esto va a quedar aquí, así y ya?
Lo que pedimos las personas de la calle y particularmente los católicos son hechos de restitución, es decir, qué cambios, medidas en todos estos años se han tomado con esas personas que estuvieron más con ETA que con las víctimas. Sin duda muchos ya han muerto, de otros no sabemos, ojalá haya habido conversiones de vida, de petición de perdón y arrepentimiento por parte de los protagonistas. Algo es cierto, siempre en este tema y en otros temas, hay que viven a costa de la bondad de la Iglesia y son lobos con piel de cordero.
¿Puede alguien de la Iglesia ser independentista, secesionista, etc.?. Entiendo que sí, pero que lo sepa el cuello de su camisa. En el momento que desde su cargo eclesial hace guiños, campañas, promueve, facilita, alienta y “predica” sobre estas cosas desde lugares eclesiales y desde el cargo confiado, lógicamente está quebrantando al confianza de la Iglesia y de los fieles católicos. Ahí está el tema. Y ese es el escándalo, que unos hagan y campen a sus anchas escandalizando y que otros callen, silencien y miren para otro lado.
Y ese es el escándalo, que unos hagan y campen a sus anchas escandalizando y que otros callen, silencien y miren para otro lado.
Luego no hemos de sorprendernos que muchas personas, a su manera tomen la revancha por la inmensa decepción no tachando la X en favor de la Iglesia en la declaración de la renta. No irán a Misa, no recibirán los sacramentos, pero valoran la labor social del conjunto de la Iglesia, y con silencios, ambigüedades y complicidades, lógicamente esa valoración queda mermada. Todo, absolutamente todo, se relaciona en la cabeza de las personas. Lo bueno, como lo malo o lo mediocre.
Retomo parte de la respuesta que le di a mi sobrina: “Fue algo tremendo. Pero gracias a eso y a Dios se destapó la caja de Pandora y con los años la Iglesia ha podido reconocer y corregir muchas cosas malas que han ocurrido”.
Por eso, reitero mi opinión: esta nota ni ha sido prudente, ni oportuna, ni suficiente.
Al final es hacer nuestro el lema de las víctimas del terrorismo: Memoria, justicia y dignidad. Y me atrevo a añadir: con caridad y verdad. Si no… ni habrá curación, ni perdón, ni reconciliación, ni conversión, ni santidad.
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