Una de las características salientes del tiempo en que vivimos es, sin duda, la omnipresencia de la manipulación. Ello nos interpela a crear anticuerpos a la hora de recepcionarla, es preciso, pues, leer entre líneas y ser conscientes de que las apariencias a veces engañan.
Hoy se tilda de conspiranoicos y se cancela a muchos que con aflicción advierten la existencia de un hilo conductor de políticas que apuntan hacia un Nuevo Orden Mundial. Sin embargo, los datos y hechos muestran en acto las agendas que imponen organizaciones mundiales que manejan grandes capitales y que nada tienen que ver con la idiosincrasia de cada país. Tal es el caso del alarmante avance de la ideología de género siendo que tantos especialistas han calificado cual absurda y sumamente peligrosa. La manipulación es tal que algunos padres son quienes fomentan, por ejemplo, el cambio de sexo en sus hijos, pequeños niños arrojados a la boca del lobo. Lo más perverso de esta ideología es que ha llegado a categorizar la pedofilia cual orientación sexual y ello ha llegado ya a las escuelas. Desgarra y hay que estar alertas porque se inmiscuye en materias impensadas.
Muchas veces la manipulación resulta evidente y desagradable y nadie puede negarla o reconocerla, pero otras, se presenta cual espejismo de un oasis e incluso cual amor al ser humano cuando lo que hacen es matarlo por dentro. “Nuevos derechos” se presentan con ropa de vidriera, de solidaridad, de respeto; los disvalores se maquillan para parecer amorosos. Pero la esencia del ser humano se ve golpeada interiormente y en algún momento queda en evidencia que la solución ofrecida no es una salida sino un laberinto. Muchos transexuales, por ejemplo, que estaban convencidos de encontrar en el- cada vez más largo- colectivo LGBT…, un lugar de contención, cuentan que decidieron irse al descubrir que sólo se sentían rehenes de un lobby, una ideología y que cuando lo hicieron, los cancelaron.
Del mismo modo, se entiende que el robot humanoide denominado Sophia haya sido nombrado el año pasado embajador de la ONU, cual un reflejo más del creciente movimiento transhumanista. Éste no está al servicio del hombre sino que lo deforma bajo la atrayente propuesta de “mejorarlo”. Esta corriente avanza y sin embargo mucha gente no lo concibe cual verdadero peligro, lo ven tan lejano que les resulta una pérdida de tiempo pensarlo siendo que sí hay realidades urgentes más visibles. Los medios de comunicación son grandes aliados en el establecimiento de este Nuevo Orden, por ello es preciso no abordarlos con ingenuidad.
Al aborto también lo pretenden disfrazar, llevando a la madre a asesinar a su propio hijo indefenso; lo llaman “interrupción del embarazo” diluyendo la verdad implicada. A la familia la quieren reemplazar por “nuevos vínculos” y en muchos casos la muestran cual opresora. La obsesión por la ecología hace del medio ambiente un dios… la lista lamentablemente continúa pero en definitiva todo apunta a lo mismo, ataca la esencia del ser humano y su dignidad. La manipulación hace del hombre un medio, lo enajena de su propia identidad, lo deja en un mero afán de singularizarse por cualquier vía pero le quita el encanto de ser único e irrepetible. Nuestras tendencias nos conducen fácilmente al autoengaño y ver como bueno algo que quita las alas al alma.
El ”buenismo” en boga hoy, hace que el hombre confunda el amar al prójimo con aceptar todo, cuando haciendo eso no se lo está amando bien, se está discriminando su propia esencia y dignidad; se tapa la verdad cual si fuese un obstáculo para ser bueno… El desafío hoy es grande pero no imposible, el famoso granito de arena vale, Dios lo puede hacer grande. Un consejo, una oración… pueden ser el comienzo de un gran cambio para alguien que lo conduzca a florecer.
Isabel Saravia
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