El hombre lobo o el conde Drácula han sido personajes que han dado mucho juego en tanto en la literatura como en el cine. En las fábulas los animales nos mostraban la moraleja de ciertas actitudes propias del hombre, pero el hombre lobo nunca aulló mientras estaba con forma humana. El cine, o los dibujos animados, han recurrido muchas veces a la figura del animal que habla, es decir, le humanizaban haciéndole más cercano y servía para observar desde cierta distancia, puesto que lo hacía alguien de otra especie, nuestros fallos. Eran los animales los que se acercaban al hombre y adquirían conductas civilizadas, desde el salero del Gato con botas al que presta su voz Antonio Banderas, hasta la avaricia nada virtuosa del tío Gilito, pero que llegó a ser protagonista del Cuento de Navidad. El pato Donald o Mickey Mouse tenían vida humana y mente humana, hasta sabían conducir un coche.
¿Qué está pasando para que queramos ser animales en lugar de personas?
Sin embargo, en los últimos tiempos, como todo va al revés, parece que es el hombre el que se tiene que animalizar, siendo curioso observar el proceso por el cual los animales parecen tener más derechos que los humanos puesto que están más protegidos que nosotros, más protegidos incluso que un bebé indefenso en el vientre de su madre, que un científico inventor de una vacuna en sus últimos días de vida, o un bebé contratado por el que los padres que alquilan el vientre de otra mujer no tienen que pasar ningún filtro, ni siquiera el cursillo que piden para tener un perro. ¿Qué está pasando para que queramos ser animales en lugar de personas? El ser humano está en la cúspide de la creación, aunque la responsabilidad de ser verdaderamente libres parece pesar mucho en un mundo en que cada vez hay menos responsabilidades. Al mismo tiempo que la ley nos exime de algunas de ellas apoyando por ejemplo el aborto o la eutanasia, nos impone nuevas limitaciones y prohibiciones, con la cínica idea de que quiere protegernos. ¿Qué responsabilidad tenemos ante una persona que no se ve como es? ¿Ayudarla, o lanzarla al abismo?
Hay quien lleva una vida muy perra y sabemos que muchas personas se comportan como animales, pero de ahí, de ese “como”, a sentirse que lo son, hay un gran paso.
La zoantropía es un raro trastorno, por el que la persona que lo padece, según investigadores de la University of Leuven en Lovania[1] en Bélgica, piensa que es un animal, generalmente de etiología desconocida.
Este trastorno puede incluir a personas que creen que son o se comportan como cualquier clase de animal: perro, león, tigre, cocodrilo, serpiente o abeja; y como señalan los investigadores y autores de un artículo en el número de Julio de Belgian Journal of Psychiatry, es muy importante reconocer esto como posible síntoma de algo más grave. El delirio puede ser signo de un trastorno psiquiátrico subyacente o secundario a anomalías estructurales o funcionales del cerebro. Por consiguiente, “recomiendan investigaciones adicionales con imágenes del cerebro y electroencefalografía».
En su artículo describen el caso de una paciente que brevemente pensó que era una gallina, presentando después de ese episodio, un ataque de epilepsia generalizada. «Desde el punto de vista clínico, vimos a una paciente que transpiraba abundantemente, temblaba, soplaba sus carrillos y parecía imitar a una gallina, haciendo ruidos como cacareos, graznidos y cantos de gallo»….»Después de aproximadamente 10 minutos pareció tensar sus músculos por unos segundos, su cara enrojeció y, por un breve lapso, no reaccionó. Estos síntomas se repitieron a intervalos de minutos y su estado de conciencia fluctuaba, de manera que la paciente estaba desorientada en tiempo y espacio».
«Es en los rincones más oscuros de la psicosis donde uno encuentra los excesos más aberrantes y raros.» – Dr. Georges Otte
La autora principal de la investigación, la Dra. Athena Beckers, del University Psychiatric Centre, KU Leuven en Bélgica, dijo a MediQuality: «Solo hay 56 descripciones de casos en la literatura médica desde 1850 hasta el presente, de manera que el trastorno es raro. Representa aproximadamente una descripción cada 3 años». «Sin embargo, sospechamos que el delirio no siempre es notorio: el paciente que muestra conducta aberrante o hace ruidos de animales, probablemente a menudo se clasifica bajo el término general de psicosis«.
En la entrevista de la revista médica, la Dra. Beckers añadía que incluso solo había visto este tipo de delirio una vez, sin embargo, había escuchado anécdotas de otros pacientes cuyo familiar padecía esquizofrenia, y durante un episodio de psicosis, a veces, incluso llegaba a pensar que era una vaca, por ello considera necesario que los profesionales tengan presente la zoantropía y la posible necesidad de seguir de investigando sus síntomas.
Para el Dr. Georges Otte, neuropsiquiatra recién jubilado que anteriormente trabajó en la Ghent University en Gante, Bélgica, hay numerosos delirios de identidad. En la revista MediQuality, afirmaba que “la interfaz entre neurología y psiquiatría es un campo fértil en el cual medran muchos cultivos. Pero es en los rincones más oscuros de la psicosis donde uno encuentra los excesos más aberrantes y raros».
Entre estos trastornos, se encuentra por ejemplo el síndrome de Cotard, que aunque raro, se caracteriza por la falsa creencia de que la persona o parte de su cuerpo, está muerta, moribunda o no existe; o el delirio de Capgras, por el que la persona afectada cree que un cónyuge o familiar cercano ha sido reemplazado con un impostor. Los delirios también pueden ocurrir por haber abusado de sustancias, como por ejemplo, después de consumir hongos alucinógenos. Si bien, añadía, los delirios en los cuales los pacientes están convencidos de ‘un cambio de forma’ (hombre a animal) son bastante raros.
Cada día nos levantamos con una noticia nueva. Es verdad que siempre se ha dicho que el mundo está loco, pero lo que era una frase se ha convertido en una realidad, y hace unos días veíamos como se reunían un grupo de personas transespecie para aullar al unísono reivindicando que se sienten perros, lo cual nos dice, en base a las investigaciones médicas antes mencionadas, que hay una epidemia de caraduras, o de locos, que quieren llamar la atención. Ahora la moda es ser perro, y hay incluso quién se gasta dinerales en un disfraz.
¿Por qué perros? ¿No saben que tenemos menos genes diferentes con un cerdo que con un perro? ¡A lo mejor temen que se hagan con ellos un buen codillo!
Quizá eso de tener una vida perra anime a algunos, que piensan que pueden pasar por este mundo sin hacer nada, dando vueltas o tumbados al sol… mientras hacen pis en los árboles. Pero el informe habla bien claro de delirios y de trastornos, como los que llevan a una persona a amputarse un miembro para tocar mejor la batería, o a dañarse la vista deliberadamente porque se autopercibe como una persona ciega.
“Mediante la mentira, el hombre aniquila su dignidad como hombre”. – Inmanuel Kant
Pero esto de querer ser transespecie no es nuevo, en el año 2020 nos sorprendió nuestro pececito español, Manuel…auto apellidado de las Aguas, consiguiendo que le implantaran en Tokio unas prótesis de silicona con sensores diseñadas por él mismo. Creo que ni por esas este supuesto artista ha encontrado la fama aunque se queje de que lo de la trasnespecie está todavía un poco verde, porque «damos por hecho que cuando una persona nace y se ve humana, es humana y que esto nunca se cuestiona…No quiere decir que no me sienta nada humano. Sí me siento humano, pero no del todo. Creo que esto crea mucho rebomborio porque a día de hoy aún no existe mucha conversación alrededor de la identidad de especie. Como si que vemos que se habla más de la identidad de género, la identidad de especie creo que es algo que aún crea mucha fricción». Sus palabras nos corroboran la preocupante crisis de identidad que sufrimos como sociedad. Pero el ser humano es persona humana siempre, no solo por tener forma humana, órganos y diseño humano, sino porque todas y cada una de las células que nos constituyen son humanas. La realidad está infravalorada y vivimos en el mundo de los deseos, de hadas o unicornios, que pone de manifiesto el infantilismo que domina la sociedad bajo el amparo legal que hace de los ciudadanos niños caprichosos.
Por las explicaciones de los investigadores de la Universidad de Lovaina nos preguntamos si la noticia de Berlín corresponde e pacientes con zoantropía o podría ser otro tipo de inclinación patología aumentada por un mundo en el que el hombre no es hombre si no algo indefinido moldeable según gustos o afinidades. No se sabe…
Pero ¿cómo ayudar a parar esta locura? Que el ser humano tenga una dignidad intrínseca siempre, en cualquier momento, etapa de su vida no implica que todas nuestras acciones sean dignas.
Si a una persona con anorexia solo se le puede ayudar tratándole la disforia (que significa lo contrario a la euforia, es decir, emoción desagradable o molesta) que siente con su cuerpo, con ayuda profesional, a quien se siente que es otra persona, otros sexo, o incluso de otra especie, se le debería dar el mismo entregado y atendido trato profesional que, como mínimo, le ayude a discernir, acompañándole en este camino para buscar su bien. Solo quien de verdad te respeta y te quiere hace todo lo posible por ayudarte, y ayudar no es empujarte a meter los dedos en el enchufe sin ver antes que no hay corriente, o… contarte las consecuencias de hacerlo.
Para Sócrates, el mal era fruto del desconocimiento y la ignorancia, mientras que la virtud es conocimiento, de forma que aquellos que conocen el bien, actuarán de manera justa, podríamos decir que hoy día, con la facilidad del acceso al conocimiento, parecería imposible hacer daño. Sin embargo, lo cierto es que las personas que hacen leyes para que otros se autodefinan, sea de forma inconsciente o caprichosa, como “deseen” ser, sin haber tenido la ayuda adecuada; que animan a dañar a la infancia que habríamos de proteger con una enseñanza sexual destructiva de la persona; que incitan a no cuidar a los ancianos, o que dan derechos a los animales como si fueran humanos, entre muchas cosas más, son muy ignorantes, muy irresponsables o no andan muy cuerdas. Sufrimos el despotismo de los inútiles.
Y es que, en este mundo de locos, dentro de poco la ley encerrará a las personas que piensan, que son libres y coherentes, mientras que los que viven sometidos a sus propios deseos, los ignorantes y «los malvados», andarán a sus anchas. La historia de Tomás Moro se repite…
Como decía el Premio Nóbel de literatura Imre Kertësz, después de vivir el holocausto nazi, “el instrumento de la destrucción se llama ideología. Lo grave es que la masa que nunca participó de la cultura, absorbe las ideologías como cultura”.
Y con ideología andamos, además impuesta, cuando hacemos leyes en contra de la propia naturaleza que deberíamos proteger, sin pensar en el bien común y, por tanto, sin amor, puesto que el amor es la clave de que el hombre es persona en un sentido muy concreto, es de donde surge todo lo demás: la libertad, el pensamiento, la belleza, el reconocimiento del tú, la amistad, la solidaridad, el pensamiento libre etc. en pocas palabras, todo lo que nos quieren arrebatar.
[1]https://espanol.medscape.com/verarticulo/5905767?reg=1#vp_1:~:text=586.%20PMID%3A%2032700304.-,Fuente,-%5D
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