Niños, jóvenes y adultos conocen y usan la plataforma Google. Las redes sociales, cuentas de correo electrónico o espacios web registran datos, fotografías e información de particulares, en esencia, parte de los que somos.
Recientemente se ha sabido de las acusaciones del Fiscal General de Nuevo México contra el rey de Internet: Google. No es la primera vez que esta compañía estadounidense se ve envuelta en un escándalo así. La noticia trasciende hablándose de supuesto “espionaje” y “vulneración de los derechos de los niños”, en el incumplimiento de diversas leyes. Se mencionan también dos programas Google for Education y G Suite for Education, plataformas utilizadas por centros educativos.
Google es una plataforma gratuita y un conocido buscador web. Puede utilizarla cualquier persona, “pero como cualquier empresa debe obtener algunos beneficios”, afirma Antoni Jiménez Massana, psicólogo y experto en formación. “Y estos (beneficios) los obtiene de la información de quienes la usan, en este caso concreto se refiere a los centros de enseñanza compuesto por educadores y niños. En definitiva, Google se gana la vida vendiendo”, declara Antoni.
Antoni pone un ejemplo: “Cuando utilizamos Google Maps, damos datos sobre el lugar al que vamos, el día y hora, las gasolineras o restaurantes en los que se para durante el trayecto…”. “Lo que puede hacer luego Google con esa información es venderla a quienes lo demanden. Por ejemplo, a quienes buscan restaurantes por determinada zona”, añade el profesional en formación.
Google Formación es un campus virtual que trabaja con niños. “Los movimientos que ahí se producen no quedan vinculados a esos individuos. Eso en teoría. Sin embargo, la garantía de ello se desconoce”, asegura Antoni. Y continúa: “La información queda almacenada. A mi modo de ver no creo que Google se dedique a espiar a los niños, pero bien es cierto que su actividad se guarda y puede resultar útil”.
Google y su compromiso con la educación
Para Antoni: “Hay muchos otros programas similares a Google Formación, incluso mejores, que pueden utilizar profesores, alumnos, escuela y universidades”. Cabe destacar que para el uso de otras plataformas son requisitos imprescindibles: Saber utilizarlas y seguramente una inversión económica anual que las mantenga. “Lo que hace Google inteligentemente, es aprovecharse de la vagancia y comodidad de quienes quieren algo fácil y rápido para los colegios y la atención a los niños, aún con pocas garantías”, manifiesta Antoni.
El experto en formación habla de una plataforma en concreto con la que se siente satisfecho. Esta destacada e importante alternativa de Google a nivel mundial se llama Moodle. Reza en su página web: “Es una plataforma de aprendizaje diseñada para proporcionarles a educadores, administradores y estudiantes un sistema integrado, único y seguro para crear ambientes de aprendizaje personalizados. El particular puede descargarse el programa en su servidor web. Está probada y es de confianza, fácil de usar, gratuita, actualizada, personalizable y privada”.
Antoni conoce bien Moodle: “Moodle es una plataforma libre y de buena calidad. Todo funciona con contraseñas. Si el profesor quiere, puede utilizarla con sus alumnos y conocer y controlar todo. Pero solo él y a su criterio. Puede preparar clases, poner notas, montar exámenes…”. También advierte que quien decida usarlo: “Debería invertir unas cuatro horas en un curso para utilizar este software convenientemente”. “En el caso de Microsoft Office 365 también tiene una parte gratuita para educación”, añade José María Villarmea, formador y mentor en psicoproductividad personal.
Como inconveniente Antoni destaca que no resulta sencillo descargarse el software, “aunque con ayuda de un profesional de la informática merece la pena”. En el caso de Google, los alumnos o niños se apuntan a la plataforma a través de sus cuentas de correo electrónico y la archiconocida empresa privada lo gestiona.
Todos se benefician de plataformas informáticos
“Es notorio que EE.UU., como siempre a la cabeza, saque a relucir esta controversia. La investigación y preocupación llama la atención y es de agradecer. Algo que no ocurre con la Unión Europea en la actualidad, que no se ha pronunciado. Si existen dudas o lazadas mal atadas, hay que investigar”, asevera Jiménez Massana.
No sabemos cuál es el límite con Google. “La empresa puede afirmar que no dará datos como el documento nacional de identidad o el nombre y apellidos de un particular. Sin embargo, si sale a la luz, por ejemplo, el estado civil o la dirección, ya está aportando datos personales”, expone Antoni. “Probablemente para el Gobierno de los EE.UU. hay unos límites y para el nuestro otros”. “La IP es como la matrícula de un coche. Google logra la IP y de ahí se encuentra a la persona que está facilitando datos y propietaria del aparato. Es sencillo”, prosigue el experto.
Villarmea manifiesta tener dos experiencias con Google Classroom: “En cuanto a la personal he de decir que la parte de educación es gratuita, aunque con ciertas limitaciones. Pese a ello, no puedo estar más contento”. Los servicios de Google aportan facilidad e integración. “Mis propios cursos los he colgado en Google Classroom. Se permitía acceso a los alumnos a cursos online y material variado”, continúa.
En cuanto a la implantación de estos servicios en los colegios: “Se empezó a utilizar Google G Suit for Education en centros de enseñanza limitados y muy elitistas. Con los años siendo gratis para entidades educativas esto ha ido aumentando. Con la pandemia, la demanda para hacer frente a las necesidades de los niños y profesores se ha multiplicado por mil. Los sistemas se colapsaban”, relata José María.
No existen garantías, pero hay muchos programas de educación buenos
Se desata este caso en EE.UU. poniendo sobre la mesa que Google puede espiar a los niños a través de su actividad en internet. Villarmea tiene su opinión: “Proactivamente estoy convencido que no lo hace. Otra cosa es que a través de sus servicios utilicen su inteligencia artificial para cubrir ciertas demandas y quedarse con palabras clave. Por ejemplo, “comprar” y “sofá”.
Nos confiamos en demasía. No solemos leer las condiciones de privacidad de nada y dan mucha información que desconocemos. José María expone un caso particular: “En el caso de un conocido altavoz inteligente se queda con conversaciones, todas privadas. Incluso hablando con alguien en casa asombra que posteriormente aparezca publicidad de lo mismo en el ordenador”. “Me ha pasado, incluso con el teléfono apagado, que apareciese publicidad en los periódicos que reviso digitalmente, sobre algo de lo que había hablado”, declara el formador.
Ambos profesionales no creen que exista un espionaje en toda regla, que persigan a niños e interesen sus vidas, “aunque si se lo propusiesen, por supuesto tienen lo suficiente para llevarlo a cabo, ya que el acceso a datos personales es claro”, concluye rotundo Antoni. Los entresijos y cuestiones del mundo informático son varias. Por todos es conocido el robo de información y fotografías de las cuentas de personajes públicos.
Como padres nos queda la labor de supervisar el ejercicio del niño, dialogar y poner límites, puesto que el tiempo que este pasa en el ordenador ha crecido tras el inicio de la pandemia. Hemos de continuar con la mirada puesta en la protección y privacidad de los más pequeños. En el caso del proceso en EE.UU., cuando se resuelva, se conocerán más datos.
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