Lo que hace que las redes ardan
Hace unos días ardían las redes con la mirada de Oscar Isaac a su compañera de reparto en la mini serie Secretos de un matrimonio, Jessica Chastain. Los titulares presumían que todas querríamos que nos miraran así y la mirada lasciva del actor parecía insinuar el romance entra ambos, a pesar de que los dos están felizmente casados.
“Todas querían ser miradas así”, pero ha sido muy curiosa y acertada la contestación de protagonista de esos comentarios, con una foto en sus redes de Morticia siendo igualmente besada en el brazo por su marido Gomez Addans. Todo es ficción.
También desataron palabras de elogio el beso pasional de Jennifer López y Ben Affleck, como «consolidación de su amor» en Venecia, como si valiera mucho los besos de algunos. Con tanta ida y venida, uno no sabe qué pensar de estas relaciones de celuloide y que apaños habrá por detrás. Viene a mi mente la canción de la falsa moneda…que de mano en mano va, y ninguno se la queda.
Lo que no hace que las redes ardan…pero si la vida
Pero esto no es lo único que ha dado que hablar en el mismo Festival de Venecia, también se ha hablado, pero en otros medios más serios, claro, de las palabras del famoso actor Roberto Benigni a su esposa al recoger el León de Oro a su carrera artística, y a la que dedicó este reconocimiento: «Hemos hecho todo juntos, y yo sólo conozco una manera de medir el tiempo: contigo y sin ti.
La pandemia ha sido dura para el mundo del arte y los artistas, la vida sigue y cuando se trata de mostrar otra cara de la vida, la de la esperanza, hay un actor que siempre lo ha hecho. Así lo reconoció la directora de la 78 Edición del festival, Jane Campion, por sus palabras y en la decisión de entregar el León de Oro a este actor que siempre nos ha mostrado que “la vida es bella” a pesar de lo que ocurra:
“En estos tiempos difíciles para los directores, para las personas de todo el mundo y también aquí en Italia, necesitamos a Roberto Benigni. Es un genio cómico con un corazón y una sinceridad que pueden encarnar la alegría. Por favor, todos los presentes en el festival prepárense para enamorarse, si no de otra persona, de Roberto Benigni. Su esposa Nicoletta Braschi es su Beatriz, su guía, su escandalosa belleza, su igual artístico, su libre pensamiento, su mente abierta, su profundo asombro poético, su milagro. Y el león será su mascota compartida”.
A pesar de que siempre han trabajado juntos, el premio le fue entregado él, mientras que su esposa estaba sentada en la platea, mirando y alegrándose por ello. Pero desde una humildad romántica, Benigni supo trasladar a ella el foco de atención y el premio, con una mirada sincera y unas palabras llenas de amor, del bueno, del que dura toda la vida:
“Dame unos momentos para decir algo sobre la persona que está en la cúspide de mis pensamientos, que, como dice Dante, ‘mparadisa la mia mente, y está aquí en la sala esta noche: mi actriz favorita, Nicoletta Braschi. Ni siquiera puedo dedicarle este premio, porque es suyo. Te pertenece, lo sabes, y por eso se lo dedicarás a quien quieras. […] Llevamos 40 años haciendo todo juntos, produciendo, interpretando y diseñando las películas. ¡Cuántas películas hemos hecho! Entonces, ¿cómo se mide el tiempo en una película? Solo conozco una forma de medir el tiempo: contigo y sin ti. … No puedo dedicarte el premio, pero podemos dividirlo. Tomo mi cola para mostrarte mi alegría, para mostrarte mi alegría. Y el resto es tuyo, sobre todo las alas. Si alguna vez en el trabajo que he hecho algo ha despegado es gracias a ti, tu talento, tu misterio, tu encanto, tu belleza, tu talento como actriz. Cuántas cosas aprendí al escucharte actuar en el set. […]. Se sabe que las mujeres tienen algo que los hombres no entendemos, es verdaderamente un misterio sin fin y hermoso. Groucho Marx tenía razón cuando decía: «Los hombres son mujeres que no lo han conseguido». Y así es. No podría ser como tú, Nicoletta. Lo hice todo gracias a tu luz. Si algo bello y bueno que he hecho en mi vida siempre ha sido atravesado por tu luz. Cuánta luz emite. Recuerdo que la primera vez que te conocí desprendías tanta luz que pensé que Nuestro Señor, al darte a luz, quería adornar el cielo con otro sol. Mira, fue lo que ellos llaman amor a primera vista. De hecho, a última vista. De hecho a la vista eterna”.
Sin duda alguna nos quedamos con las palabras de Roberto…
Aunque esta declaración de amor y reconocimiento, demostrado en tantos años de convivencia y trabajo juntos, debería haber eclipsado totalmente la mirada de Oscar Isaac, o el beso de Ben, la magnificación en redes y revistas femeninas de esta falsa mirada y beso, no ha recogido (tan solo una) ni una sola palabra del “amor verdadero” de Benigni por su mujer, ni la vida compartida de ambos.
Esto no nos deja duda de lo que pretenden eliminar, y sí deja claridad de lo que se pretende imponer en la sociedad, al punto de que la propia Jessica tuviera que defenderse de los comentarios recordando que todo era una actuación.
Da qué pensar que se prefiere lo ficticio a la realidad, cuando la realidad es siempre mejor, es vida. Que se prefiere la felicidad de todos los días, de cada día de una vida, al morbo de una posible infidelidad pasajera, que nos quieren vender, que los actos cotidianos de amor son mejores que la sensualidad, que el compromiso y entrega no tienen valor, pero si el cambio y la falta real de compromiso, y por tanto, prefieren el celuloide al verdadero amor. Lo que no cuentan es lo caro que sale, y no en términos económicos solamente.
En estos días terminaba de leer un libro poco conocido, Verde agua es de esos en que puedes leer el corazón de su autora y te hace conocerla, casi charlar con ella. Su marido, escritor consagrado, dedicaba unas bellas palabras en el Posfacio del libro de ella, a su esposa muerta por un cáncer:
“¿Cómo hablar de una persona que ha escrito libros de rara intensidad y que es también la compañera de la vida, la figura del amor y la existencia compartida, cuya desaparición ha mutilado mi vida y que sigue presente en las cosas y en las horas? Claudio Magris
Nos quedamos sin duda con las palabras de Roberto y Claudio…y que nos quiten lo bailao.
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