Esta pandemia nos ha obligado a reinventarnos, la digitalización que ya era creciente, ahora se ha posicionado como una de las mejores soluciones para trabajar desde casa y, en definitiva, desde cualquier lugar.
Muchos se están planteando si quieren regresar al trabajo convencional y a su vida de siempre, o si por el contrario prefieren deshacerse de la hipoteca, tener cierta liquidez y viajar con el ordenador a cuestas a sitios donde poder respirar aire puro, lejos del hacinamiento de las grandes ciudades y sin tantas ataduras materiales.
En definitiva, muchos se están preguntando si quieren seguir trabajando para vivir las migajas que quedan, o vivir y trabajar conjugándolo todo con felicidad.
Hay un movimiento de nuevo urbanismo, casas prefabricadas de diseño a precios mucho más asequibles que las viviendas convencionales, casas rurales reformadas y proyectos cerca de la naturaleza.
También se respira un nuevo aire minimalista, de rechazo a los productos de usar y tirar, así como una filosofía cada vez más potente que inspira a acumular experiencias antes que cosas, a buscar lo auténtico a todo nivel y a vivir con lo justo para que las posesiones no te esclavicen.
Nuevos comercios online venden productos de proximidad, éticos y sostenibles. La educación también se está reinventando para llegar a los que no están cerca, a quienes no pueden, o no quieren acudir a los cursos presenciales.
Esto podría suponer una nueva forma de entender la vida, una nueva generación más libre, más ecológica e interconectada sin necesidad de vivir en los grandes núcleos urbanos.
La repoblación de nuestros pueblos y de nuestras ciudades medianas, lo cual sería un enorme avance en cuanto a la posibilidad de mejorar la calidad de vida de muchas personas, pasa por una digitalización intensiva y la descentralización de algunas empresas.
De esta manera las zonas rurales y de costa no sólo serán destinos vacacionales y los flujos poblacionales serán pluridireccionales.
Todo ello sin perder de vista las singularidades de cada zona, muy al contrario, potenciándolas como elementos diferenciadores y que ponen en valor la riqueza de cada una.
Este es un reto para el Gobierno, ante una España rural que genera entre el 20%-30% del PIB, un porcentaje inferior al casi 40% de vecinos europeos.
Este impulso para reescribir nuestro destino puede ser una de las oportunidades que nos brinda esta crisis, una opción que ya muchos barajan, dispuestos a abrazar la nueva aventura, la ruptura de los viejos patrones y la valentía de volver a empezar.
El miedo, que suele ser lo que nos atenaza, parece que nos esté diciendo: Es a mí a quien tienes que temer, y no a la incertidumbre de esta vida, que en realidad es lo único seguro. Todo cambia. Vive el presente. Vive.
¿Qué te pareció este artículo? Deja tu opinión: