Estamos en un momento crucial en la vida, no solo de España, y nadie es ajeno a ello.
Tenemos un gobierno del que muchos nos preguntamos todavía cómo pudo llegar a constituirse, nos plantea unas preguntas cuyas respuestas podrían servir para promover un cambio institucional tan necesario como urgente. Un presidente casi ilegítimo que había salido por la puerta de atrás de su propio partido unos meses antes pero que pacta con aquel al que había negado varias veces, institucionalizando así la mentira como arma para llegar al gobierno, convirtiéndola en base constituyente del que tenemos. Una democracia, el sistema menos malo de gobierno, que no por ello significa que sea bueno…Y aquí estamos los españolitos de a pie aguantando que un grupo de “personajes” casi salidos de una película de Almodóvar nos gobierne y dicte las leyes que nos gobiernan sin sentido y buscando exclusivamente el bien, o lo que ellos deciden, de un grupo de ciudadanos seleccionados por ellos. Con lo cual eso de la democracia brilla por su ausencia.
La falta a la verdad y los hechos han convertido a la democracia española en un auténtico ejemplo de manipulación y dominación política. Es verdad que los países cercanos y no tan cercanos no están mucho mejor, pero los españoles somos más chulos que nadie y lo hacemos todo igual. Por ello tenemos etarras en el gobierno y firmamos acuerdos con aquellos que quieren destruir España, con los que pactamos presupuestos, a cuyo debate ninguno de los que lo “montan”, se digna a aparecer.
Muchos nos preguntamos ¿cómo el momento histórico en que vivimos, en el que hay más información, de manera más asequible para todos, es también un momento en que la desinformación y la manipulación de la misma está más instaurada que nunca?
Precisamente esto es posible gracias a los avances tecnológicos puestos al servicio de la desinformación, es decir, desde el nacimiento y proliferación de las redes sociales.
Esta nueva forma de comunicación ha traído de forma paralela un cambio en el concepto de información que teníamos antes de su explosión. Quizás sea uno de los momentos en el que más se habla de verdad y menos verdad se ve y se busca. Porque el que la busca, la encuentra.
Es cierto que para buscarla en medio de esta maraña de datos y opiniones hay que tener espíritu crítico y eso es de lo que menos se prodiga ahora. Podemos tener ideas diferentes y ser capaces de dialogar y debatir, pero gracias a la imposición de ideologías sin argumentos es imposible precisamente por ello, porque no hay argumentos, con lo cual nos queda la imposición y el desprestigio del otro. Esto que no falte, y como es gratis pues por todos lados y desde cualquier opinión.
Está demostrado que el ser humano es reacio a toda información que vaya en contra de sus convicciones o ideas preestablecidas. Debido al sesgo cognitivo. Las redes y la prensa, al publicar sin control todo tipo de noticias falsas de forma intencionada (fakenews), han posibilitado que se encuentre toda la información necesaria para seguir afirmando y afianzándose en las falsas creencias. Son el banco ideal donde seguir consolidando y justificando, canalizando las ideas mediante la manipulación. Este exceso de información para basado en la mentira hace que, el ciudadano que está emocionalmente asentado en una ideología o partido, siga más aferrado a esas ideas, matando el espíritu crítico, y justificándose bajo el disfraz de la “amplitud de miras” y la defensa de la imparcialidad. Pero la realidad muestra que no se puede ser imparcial siempre y, que actuar, no significa tener que tomar partido por un bando u otro si la aspiración es el bien y la verdad. Es algo más grandioso a lo que la mayoría de la población tiene miedo.
La manipulación a lo largo de la Historia ha sido, y sigue siendo, el arte de los poderosos, muchas veces por imposición, y otras conseguida gracias a la habilidad en esconder la realidad, y el exceso actual de noticias contradictorias es el escondite ideal para quien no quiere pensar.
Pero ¿por qué es tan difícil para los seres que conforman una sociedad distinguir la verdad de la mentira? La trayectoria es sencilla, se ha sustituido la verdad contrastada por la oficial interesada, y, por desgracia, son muchos los ciudadanos que ante temas sensibles o de especial controversia no son capaces de hacer un análisis objetivo desde varias perspectivas para alcanzar su propia conclusión, unas veces porque es más sencilla la adhesión, y otra porque siguen a ciegas cualquier cuestión en la que prime su ideología.
Una verdad a gusto del consumidor e imposible de cuestionar porque el mensaje ha ido socavando la veracidad de los hechos, dando a las “opiniones”, la misma validez que los acontecimientos, reales y de posible comprobación.
Esa postura quitaba valor a “la verdad”, convirtiendo la misma en una idea a la medida de cada uno. Y en base a ello se legisla y gobierna. A pesar que estos dispares hagan daño a la población, como ocurre con la Ley trans, la eutanasia o todo lo relacionado con aborto, como el que quieran meter en la cárcel a las personas que rezan delante de una clínica abortista y mucho más, sin querer arreglar ni ir al fondo de la cuestión que plantea tales situaciones.
Una verdad a gusto del consumidor e imposible de cuestionar porque el mensaje ha ido socavando la veracidad de los hechos, dando a las “opiniones”, la misma validez que los acontecimientos, reales y de posible comprobación. Al situarlos en el mismo plano, no se cuestionan. Este ha sido por ejemplo el éxito de la ideología de género.
Entre una dosis de falso respeto y otra de comodidad, se han perdido las ganas de buscar la excelencia, está casi mal visto. De ahí el perfil de muchos de los políticos de los últimos tiempos, sin formación ni experiencia, que tienen en su mano el poder de legislar, ejecutar, manipular, gobernar, seguir copando de amigos y apoyos ideológicos todos los puestos de gobierno y discriminar, ante los ojos impasibles de una sociedad adormecida, que no se cuestiona si es moral o no. Lo último, la ley de educación, así van creando su panda de adictos inútiles que les pone las cosas fáciles para dominarles.
La pena es que esto ya lo adelantó Huxley o Orwell, y no lo hemos visto llegar…¿o sí?
Todo esto es legal, puesto que han aprobado dichas leyes por los medios constitucionalmente previstos para ello, aunque no sean lícitas o moralmente aceptables, por el fin que pretenden. Estamos actualmente es ese escenario. ¿Es éticamente y moralmente aceptable la actual forma de gobierno? Parece que ha llegado un punto que no, cuando el bienestar del ciudadano deja de ser objetivo y los que pueden buscarlo dejan de hacerlo y lo supeditan a su beneficio particular, aunque esto es más que un caso de corrupción. Es de corrupción de la sociedad total, no en vano tendríamos que plantearnos seriamente que esto no funciona cuando veíamos hace unos días el numero de suicidios en menores y jóvenes.
La Historia contemporánea de España quedará marcada por una pasividad y comodidad de los políticos, que se pasaban el gobierno de una mano a otra en un compromiso tácito de no promover grandes cambios para poder seguir manteniendo su estatus cuando les tocara. El miedo a hablar claro por no enfrentar la verdad a la mentira, en una batalla ganada por la parcialidad y las opiniones, ha traído la ausencia de liderazgo político real, ya que nadie está convencido de lo que defiende. Unas veces por miedo y otras porque lo que defiende es solo una argucia para conseguir el poder.
Muchos ciudadanos llevamos años votando con la nariz tapada, y nos gustaría imaginar que en esto no hay distinción de ideología. Sin embargo, en éste “todo vale” siempre ha habido el que ha sabido aprovechar de una manera lucrativa, en el amplio sentido de la palabra, la determinación de “lo que vale”.
El poder permite controlar la verdad, sea el poder político o de los medios de comunicación, y el que se rebela ante una idea, aunque sea en base a datos o hechos reales, automáticamente es tachado de fascista o extrema derecha, como ocurre con la nueva plataforma NEOS o el caso de Hungría y Polonia. Pero, si hablan así es que van por buen camino, malo serían las alabanzas de ciertos medios. Esta palabra (fascista) bloquea automáticamente el cerebro del oyente general y mina cualquier intención de investigar o cuestionar la realidad propuesta. Cerebros cerrados incapaces de investigar por sí mismos. ¿Para qué pensar? ya se lo dan todo enlatado.
Mientras estemos enfrentados, otros se aprovechan de ello, legislando sin control, y actuando en beneficio de sus propios intereses. Y, como todo vale, aceptan sin reservas lo que antes no era válido, y sin cuestionamientos.
La historia también nos recordará como una de las etapas más dañinas para el hombre, y en la que más barbaridades se cometieron en nombre de la humanidad. Mucho cuidar el planeta, pero nos quedaremos sin habitantes, el pasotismo trajo estos desvaríos.
¿Qué te pareció este artículo? Deja tu opinión: