He visto la entrevista al periodista Arcadi Espada por parte de Risto Mejide en Cuatro TV, y aquí me hallo con sentimientos encontrados. Por un lado, no merece la pena escuchar, ni indignarse por la escasa talla humana de este señor… adelantado a su tiempo.
Digo adelantado, no por su genialidad, sino porque ya está entrado en años y alguien como él –adalid del pensamiento crítico-, ha resultado un producto perfecto de la ingeniería social.
Algunos más jóvenes, han mamado del relativismo en su apogeo y –presos de sus ambiciones de poder–, se han dejado engullir por los millones… ¡Uy, perdón! por la magia del feo, y millonario George Soros.
Lo de la ingeniería social viene de esa ideología que considera al ser humano pura materia, motivo de intercambio comercial, sin dignidad, ni alma, porque sí, porque así lo deciden unos pocos para abducir a muchos.
Como consecuencia, la ingeniería social ha producido y produce leyes aberrantes
Estos «ideólogos sociales» piensan de esta guisa: «manipulemos, experimentemos, abortemos, hormonemos, transformemos cuerpos, vendamos y compremos embriones humanos para cualquier fin, eliminemos vidas… ‘finamente’, sin violencia, obedezcamos al deseo, al yo, la economía lo manda. Y legislemos en consecuencia».
Son los mismos de la banda de Christine Lagarde, esa mujer Presidente del FMI (Fondo Monetario Internacional), quien pronunció aquella esperpéntica frase: “Los ancianos viven demasiado y es un riesgo para la economía global, hay que hacer algo ya” (2012).
Generan costes…
No sé si a un periodista como Arcadi Espada deban pedirle perdón los millones de personas con familiares dependientes, disminuidos, deficientes, personas con Síndrome de Down –que no son enfermos, sino diferentes por su exponencial cromosoma–, etc. porque según él, son seres inservibles que no merecen vivir porque generan costes.
Es verdad, Sr. Arcadi Espada, las personas dependientes, discapacitadas, niños, jóvenes o adultos, implican un gasto para las arcas públicas, pero mucho mayor para sus familias, y sin embargo lo asumen, no les importa (a la mayoría).
Así como Arcadi tiene el cuajo de admitir, debatir, refutar y afirmar que es una inmoralidad que unos padres asuman la llegada al mundo de un hijo enfermo o discapacitado de por vida, afirmo: el señor Arcadi Espada es un amoral.
Hay opiniones que merecen respeto aunque no se compartan, otras no. Aquellas que proponen algo dañino para el ser humano y para la sociedad
Lo reafirmo y conmigo millones de personas, un hombre amoral con cerebro pero sin alma. Un amoral con todas las letras, un ser de mirada raquítica y sin sensibilidad.
Un pobre hombre que no sabe disfrutar de la vida, de las personas, de los retos. Una persona indiferente al dolor ajeno y enemigo del amor, sin conocer la alegría de vivir.
La belleza, algo inescrutable para el narcisista
Por si llegara el Sr. Arcadi Espada a leer estas líneas, me dirijo directamente a él. Perdón si le hablo de algo tan incómodo y molesto para un narcisista como usted.
Me atrevo a decir que si usted, Arcadi, pasara cinco minutos con esas personas que no hablan, pero se ríen a carcajadas, que no cantan, pero gozan con la música, que si te ven triste se entristecen y si te ven alegre, se alegran contigo.
Unos minutos con esas personas que dan abrazos, besos y caricias, y también se hacen sus necesidades de forma descontrolada y te dejan babas malolientes pegadas a la ropa. Lo más probable, tras «soportar» usted su presencia, sería hacerse pipí en los pantalones. El pipí del niño mimado, miedoso, egoísta y contrariado, el pipí incontinente del nene rabioso.
Usted Arcadi, no podría soportar la simplicidad de la belleza, esa belleza que sublima el dolor y el sufrimiento; esa belleza que saca –como el escultor de la piedra–, el amor en plenitud. La belleza del silencio en compañía, de la mirada pura, del dolor corporal que se evapora por amor a su enfermo.
Usted ignora de qué le hablo. Confío que esa belleza le encuentre a usted antes de que la muerte le alcance.
Señor Arcadi, ¿ha experimentado amar alguna vez?
¿Qué entiende usted por amor? ¿significa algo para usted la palabra donación? o ¿generosidad?, ¿sacrificio, tal vez? ¿Habrá experimentado alguna vez la alegría profunda y la plena paz en su vida? ¿Ha visitado o tratado a terapeutas que cuidan de estas personas? ¿Pasado el tiempo con familias felices con sus enfermos?
Le pido perdón de nuevo Sr. Arcadi Espada, porque existan dependientes, discapacitados, enfermos ¿Lo eligen ellos? ¿lo elegimos nosotros?
Existen así millones de personas en el mundo y usted se permite decir que es una inmoralidad «permitirles vivir».
Hijos de la arrogancia
¡En qué mundo vive Arcadi Espada! Su frialdad arrogante recuerda a los personajes de blanco (súbditos del Estado) de la novela «El Señor del mundo» de Robert Hugh Benson. Esos que discretamente aparecían en las estaciones inyectando a personas vivas para «aligerarles la ida al otro barrio» y quitarlos de en medio.
Usted y tantos otros que erradican a Dios de la vida del ser humano, son de esas personas que opinan de todo y nos enmiendan la vida al resto.
En las miradas de los inocentes, las personas con alma descubrimos un universo de amor, de ternura, de inocencia, de dolor, de alegría, de lo que somos los seres humanos.
Le pido perdón… irónicamente Sr. Arcadi Espada. Su poca o mucha erudición, que no sabiduría, quedará en nada si no crece como persona.
Lo más probable será que se le recordará como a «ese que se creía Dios y juzgaba gratuitamente quién podía o no llegar al mundo». Como aquel juez que sentenció la muerte del bebé Alfie, seres sin alma, ni corazón, sin inteligencia, ni emocional, ni de ningún tipo. Hombres grises.
En realidad poco será recordado. Ojalá se abra en algún momento íntimamente a la verdad, a la bondad y a la belleza que encierra cada ser humano, incluido usted.
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