En las últimas semanas, diversas organizaciones feministas y medios de comunicación progresistas en España han criticado ferozmente a una joven que comparte en redes sociales cómo cuida de su novio diariamente, etiquetándola bajo el término americano «Trad Wife».
Antes de profundizar en el concepto de «Trad Wife», es importante señalar que muchas de estas organizaciones feministas reciben fondos europeos de recuperación post-COVID, como las subvenciones del «Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia» y «Next Generation EU». Es indignante ver cómo se utiliza este dinero público para insultar a una chica por tratar bien a su novio y compartirlo en redes, evidenciando un patrón de mujeres atacando a otras mujeres. Además, muchas de estas organizaciones, supuestamente apartidistas, están financiadas por partidos políticos específicos, generando una preocupación legítima sobre el uso de fondos públicos para promover odio en redes sociales. Mientras tanto, enfermedades graves como la ELA no reciben suficiente financiación, y los recursos para apoyar la maternidad y la seguridad en las calles son escasos.
¿Qué es el término americano «Trad Wife»? ¿Tiene cabida en España?
«Trad Wife» es la abreviatura de «traditional wife» (esposa tradicional) en inglés. Este colectivo valora anteponer la familia y la vida hogareña sobre las carreras profesionales. Adoptan una estructura matrimonial tradicional donde el marido es el principal proveedor y la esposa es ama de casa y cuidadora principal de los hijos.
En el último año, mujeres de diversas clases sociales, religiones y nacionalidades han llenado las redes sociales con fotos y videos de su vida doméstica, compartiendo desde consejos sobre relaciones y vida matrimonial hasta temas de salud y belleza, feminidad, cocina y limpieza. Esto surge de la necesidad de mostrar que es posible volver a la esencia femenina que ha sido atacada durante años por los sectores ideológicos más radicales.
Sin embargo, para defender a las mujeres que exponen este tipo de videos en redes sociales es crucial no caer en el «postureo». La «tradwife» que se expone en redes sociales a menudo sermonea sobre la feminidad sin comprender realmente sus cualidades esenciales, como la compasión y la empatía. Muchas de estas mujeres jóvenes, fuera de las redes sociales, no poseen las virtudes tradicionales o religiosas que predican. Y eso es tirarnos piedras a nuestro propio tejado.
Por eso, es vital alejarnos en nuestro país de las etiquetas en inglés y profundizar más en el verdadero significado de ser femenina.
¿Por qué el concepto de energía femenina, una tradición transmitida de generación en generación, ha resurgido recientemente en el discurso?
Este resurgimiento se atribuye al panorama actual del feminismo más radical. La búsqueda de empoderar a las mujeres ha exacerbado los rasgos tradicionalmente asociados con la energía masculina, como la agresión y la búsqueda incesante de objetivos. Esto ha llevado a muchas mujeres a adoptar una postura más dominante en la dinámica de género, causando un desequilibrio notable. Muchas mujeres ahora anhelan reconectar con su energía femenina inherente, buscando un equilibrio que parece cada vez más difícil de alcanzar en el contexto actual.
La energía femenina se caracteriza por un cambio fundamental de una postura proactiva a una receptiva en las diversas interacciones de la vida. Esta energía no es superficial; requiere práctica y desarrollo genuinos. En esencia, la energía femenina encarna un estado de recepción, fomento del cuidado y el amor, respetando los límites. Evita la compulsión de resolver todos los problemas o dominar en todos los ámbitos. En cambio, promueve la aceptación del amor y el apoyo, fomentando relaciones donde el cuidado, el respeto y el aprecio fluyen libremente de una forma natural.
La aplicación práctica de la energía femenina puede ser transformadora, implicando gracia, generosidad y, sobre todo, servicio a los demás. En el torbellino de la vida moderna, donde las mujeres a menudo hacen malabares con múltiples roles, el descuido de las necesidades físicas, emocionales y espirituales básicas puede provocar agotamiento e insatisfacción. Volver a abrazar la feminidad no sólo ofrece un camino hacia la realización personal, sino que también sustituye el vulgar término de empoderamiento por el de la verdadera fuerza que reside en el equilibrio entre dar y recibir, afirmar y acomodar.
¿Por qué hay tanto revuelo en redes sociales con este tema?
El fenómeno “Roro” ha inundado las redes sociales en España con los videos de una chica de voz suave haciendo comidas para su novio Pablo. Ella misma ha declarado que es un personaje que interpreta para atraer más visitas.
Sea un personaje ficticio o no, lo que esta chica hace en sus videos no es tolerado por el colectivo feminista. Que Roro muestre en sus redes lo que es abrazar la feminidad, el rol tradicional, que viva feliz, en paz, que ame y cocine para su pareja, molesta profundamente a las feministas. Las feministas quieren a la mujer «libre» pero no libre de ellas. O haces lo que te digo o eres el enemigo.
Las feministas realmente no están preocupadas por la supuesta sumisión de esta chica a su pareja, sino que en el fondo la envidian por el rol tradicional y sano que tiene esta influencer en sus redes sociales. Este colectivo de mujeres no busca la igualdad entre hombres y mujeres, sino la igualdad entre las propias mujeres, que todas estemos enfocadas en luchar contra el hombre que supuestamente es tóxico.
Para las feministas, no es una opción suficientemente ambiciosa y se percibe como ofensiva, olvidando que la verdadera libertad radica en permitir que las mujeres dicten su propio estilo de vida, siempre que no cause daño a otros.
Las feministas ven el patriarcado como tóxico y opresivo, mientras que las «tradwives» lo ven como un aspecto saludable y necesario de la sociedad, donde ser ama de casa es una independencia y un trabajo en sí mismo.
Pero esto no solo pasa en España. A principios de año, el medio estadounidense woke Financial Times publicó un artículo bastante duro contra los roles tradicionales en las mujeres, acusándolos de tener consecuencias negativas para la salud mental y la sociedad en general. Su autor argumentó que estas tendencias representan una forma de escapismo que puede llevar a la dependencia financiera y emocional, afectando negativamente la autonomía y el bienestar de las mujeres. Además, sugirió que ese retorno a roles tradicionales puede ser una reacción a la incertidumbre económica y la frustración con la cultura del esfuerzo constante.
Time no es el primer medio de comunicación que sugiere que el resurgimiento de la feminidad tradicional y los roles domésticos es perjudicial para la salud mental y el progreso social de las mujeres. Otros, como Bustle y Vice, han publicado artículos similares afirmando que un retorno a la feminidad es una regresión a la llamada sumisión.
Sin embargo, si los medios tradicionales se detuvieran y consideraran el creciente consenso entre las mujeres sobre sus preferencias en la vida, encontrarían que un enfoque de la mujer más femenino y menos «feminista» en realidad conduce a mejores resultados para la sociedad en general. Este sentimiento se ve subrayado por la abrumadora cantidad de comentarios de mujeres que defienden su elección de priorizar la satisfacción familiar y personal sobre las exigencias de una carrera de alta presión.
Reflexión final
El resurgimiento de la feminidad tradicional no es una moda pasajera de TikTok; es un retorno a valores fundamentales que muchas mujeres encuentran reconfortantes y empoderadores. La verdadera fuerza femenina reside en el equilibrio y la autenticidad, y es crucial respetar y valorar todas las elecciones de vida, ya sean tradicionales o progresistas. La feminidad no es una tendencia; es sentido común y una parte esencial de la identidad de muchas mujeres.
Volver a abrazar la feminidad no sólo ofrece un camino hacia la realización personal de la mujer, sino que también resurge la verdadera fuerza que reside en el acto de servir a los demás.
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