Me viene a la mente un batiburrillo a cuenta de lo que llamamos ‹Sociedad Civil›, imagino que debido a la inaudita parálisis política actual. Cualquiera entiende que sociedad civil es la parte de la ciudadanía que no gestiona la cosa pública desde un cargo político.
Escucho a María San Gil, mujer que ha dedicado su vida al servicio público en política un buen número de años. En un foro internacional ella expresaba su preocupación porque asuntos importantes como la defensa de la familia, la vida, del matrimonio entre hombre y mujer, la baja natalidad, libertad educativa, etc. No son suficientemente defendidos por la mayoría de los partidos políticos, enfatizando que son materia social, cultural, pre política.
San Gil comenta:
«Tiene que surgir la sociedad civil para dar respuesta a todo este tipo de preocupaciones o de temas. Creo que es fundamental que la sociedad civil se escuche, se haga oír, tenga su espacio en el debate político y consigamos también que los temas que son culturales, que forman parte de algo pre político que es meramente cultural estén en el debate político y sea la sociedad civil la que lleve a los políticos a discutirlos«.
Estoy totalmente de acuerdo con la afirmación y propuesta de San Gil. Este asunto a mi modesto entender es una urgencia nacional, pero estamos en España…
La propuesta de San Gil viene a ser como el «Atrio de los gentiles» propuesto en su día por Benedicto XVI, un espacio de diálogo entre ateos y creyentes. Atrio llevado adelante en muchísimos lugares y con óptimos resultados de entendimiento.
Pero creo que aquí no se trata de apostar por dialogar y ya, sino de algo más serio y profundo.
¿Todo lo que defiende la sociedad civil representa a toda la sociedad?
Surge un problema: ¿Todo lo que defiende la sociedad civil representa a toda la sociedad? Sabemos que no.
Y otra pregunta más profunda aún, ¿Existe algo que precede a la sociedad civil, algo por tanto inalienable y no susceptible de cambios? Un relativista responderá que no… Porque nada es inalienable, sino relativo. Humanistas, filósofos y algunos antropólogos y juristas responderán que sí, porque éstos otorgan un valor absoluto a la Ley Natural y derechos inalienables inherentes a cada ser humano, anterior a la sociedad como tal.
Dada la heterogeneidad social nos encontramos ante un concepto «sociedad civil», aparentemente fácil, pero difícil otorgarle la universalidad que se le presupone, una universalidad que debería cumplir un único requisito: defender, preservar y promover el mayor bien común posible a toda una sociedad.
Quizás la sociedad civil tiene que apostar por reclamar una protección legal a ciertos asuntos transversales, pre políticos, culturales y enraizados en nuestra sociedad para no perderlos, ¿cuáles? Aquellos que deber permanecer inalterables. Y a esto va orientado el reclamo de María San Gil.
Todos somos personas, pero no todos ni cristianos, ni católicos, ni judíos, ni musulmanes (los temas realmente candentes sí tienen mucho que ver con los principios religiosos). Al igual que todos somos ciudadanos de España y conformamos la sociedad española, pero no todos entendemos lo mismo por España. Y abordar este asunto en España con esa extraña carga genética nacional que nos hace tan excelentes en unas materias y tan ineptos en otras, supone un plus de superación como… raza humana.
Evidencia
Lo que resulta evidente es que hay algo en lo que la inmensa mayoría sí está de acuerdo, en lograr un mayor control sobre la acción de los políticos. ¿Sería este control una de las materias que entrarían entre los derechos y obligaciones de la sociedad civil? Sí, sin duda, pero en otro nivel inferior porque obedece más a la praxis, y también a la integridad de las personas y valores de los partidos políticos.
De lo anterior se derivan propuestas concretas para atajar de forma inmediata asuntos graves que deben ser resueltos: Hacer más uso del referéndum y reorientar la utilidad del voto en blanco, por ejemplo.
Abordar este asunto en España con esa extraña carga genética nacional que nos hace tan excelentes en unas materias y tan ineptos en otras, supone un plus de superación como… raza humana
Uno de los problemas de raíz es «la superioridad política» y esa vida paralela a la realidad social. Una vez conformados los Gobiernos, la maquinaria institucional en marcha, la ciudadanía queda en modo «pausa» hasta las próximas elecciones. ¿Cuáles podrían ser los campos de acción de la sociedad civil o más bien, qué debería quedar blindado? ¿Aquellos con el respaldo de una mayoría?
Vemos con claridad como para la izquierda el concepto de sociedad civil se interpreta como «echarse a la calle», manifestarse, armar bulla, presionar, activar la maquinaria mediática, la propaganda…
Y en la derecha, o conservadores, liberales… la cosa es un asunto racional, ordenado, ponderado «proponemos y esperamos». Y a verlas venir.
Unos obtienen más porque ejercen presión por el ruido mediático, otros, logran menos por parecer pusilánimes y demasiado equilibrados y diría que moviéndose en los mismos ambientes, así, la cosa se pone ardua.
Pero aquí no hablamos de «reclamos» puntuales, sino perennes, aquellos que la razón y el bien común nos demuestran que no deben ser alterados.
Al fin y a la postre es un asunto de principios, de visión antropológica, de patrimonio cultural, de ¡qué tipo de sociedad queremos!
¿Qué eslabón falta?
Sí, faltan eslabones concretos. En este asunto llegamos a varios niveles:
- Nivel teórico.- Lo que aquí denominamos el «Atrio», diálogo real entre sociedad civil y sociedad política. La propuesta de San Gil
- Nivel pragmático, en la praxis.- El blindaje, cambios legislativos, más bien constitucionales que deben llevarse a cabo
- Nivel de garantías.- La acción de vigilancia desde la Sociedad civil a la acción política y legislativa para evitar que se vulneren los asuntos «blindados».
El atrio social
Lo cierto es que como afirma María San Gil, es la sociedad civil la que debe llevar el debate a los políticos y no al contrario. No sé cómo desfacer el entuerto, pero me consta que este tema urge.
Urge concretar, definir y blindar. Y urge poner medidas de control a la acción política, y sí es cierto, falta un eslabón reconocido y reconocible, avalado por la Constitución y con peso específico, y sobre todo que sea respetado y acatado.
María San Gil, con acierto, propone un atrio de debate entre civiles y políticos, pues sigamos con el empeño. Requiere lo de siempre: apuesta por el bien común y mayoritario, voluntad, valentía, respeto, acatamiento, espíritu reformista y … sin olvidar que hablamos de España.
Le invito y me invito a elaborar el listado de temas que usted considere inamovibles como garantía de progreso y dignidad humana en nuestra sociedad española. Tendremos un serio problema o tentación: confundir lo esencial de lo accidental.
Creo que dentro de un tiempo volveré con esto, a ver si hemos dado pasos y logrado sacar a flote efectivamente a la Sociedad civil.
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