Hoy hace un día cuya apariencia es casi invernal si no fuera por la temperatura. Al cambio de hoja del calendario le acompaña un día de cielo negro, viento, nubes que vienen y van, algunos autobuses de colegios, e incluso menos tráfico del que sufrimos durante el verano en las ciudades turísticas.
Tengo que reconocer que para nosotros, el final de las vacaciones supone un descanso.
Sin apenas incorporarnos empezamos a sufrir las ansiedades de los posibles, si bien a veces certeros problemas a los que nos vamos a enfrentar en nuestra retomada jornada laboral, los horarios y miles de preocupaciones que conlleva volver a la rutina. Pensamientos negativos que no nos dejan saborear los momentos vividos ni disfrutar los últimos coletazos del verano. Seríamos más felices si fuéramos capaces de disfrutar de verdad, como nos dice Mario Benedetti, “ cinco minutos bastan para soñar toda una vida, así de relativo es el tiempo”.
Pero nosotros no tenemos que estar soñando toda una vida, basta con soñar hasta las próximas vacaciones.
Debemos no obstante, hacer un ejercicio de control, de establecer horarios factibles y no empezar con prisas que nos provoquen la ansiedad de la que hemos huido en vacaciones e intentar mantener el buen humor a pesar de los kilos de más. Siempre hay algo positivo a lo que agarrarse.
Esta sociedad, que quiere poner nombre a todo, vuelve a la carga con la depresión postvacacional, la ansiedad causada por volver al trabajo supone que no somos capaces de vivir el momento presente. Si no disfrutamos de lo vivido, no podremos tampoco saborear el futuro, y menos el presente. Tener la oportunidad de “cambiar de aires”, como suele decirse, supone un recargo de baterías para coger con más ganas el tiempo que viene por delante, tomarnos esta vuelta como una nueva oportunidad y fijarnos nuevos objetivos que nos ayudarán a avanzar.
Si durante el verano hemos despejado la cabeza de problemas y obligaciones seremos ahora más capaces de organizar los proyectos y tareas de forma ordenada y de emplear mejor el tiempo gracias a esa liberación de stress que tengo que seguir controlando. (Getting Things Done: The Art of Stress-Free Productivity. David Allen)
La nostalgia aparece ante las recién pasadas vacaciones, a veces sin apenas haber terminado la jornada estival, y sin valorar que por lo menos tenemos un trabajo al que volver. La vuelta al colegio, las compras y gastos en libros, uniformes y material, sin dejar de ser exagerado, nos tienen que recordar que hay quien no puede realizarlos y hay países donde hay que andar kilómetros para poder ir al colegio, o donde las niñas no pueden ir al colegio por que son las que traen el agua desde largas distancias, clases de niños de varias edades, sin libros, sin mesas, sin electricidad.
¡Qué ilusión seguir avanzando, seguir teniendo una oportunidad! para crecer, para mejorar.
Hay algunas personas para las cuales el verano ha sido muy diferente, no han podido irse de vacaciones por varios motivos, los refugiados, las víctimas de Isis, los que no pueden irse de vacaciones, o casos como el de Pablo Ráez, cuya enfermedad le ha mantenido en el hospital. Pero Pablo precisamente es un ejemplo de fortaleza y coraje, de afrontar las cosas de forma positiva, y vivir, de disfrutar de la vida e incluso con una grave enfermedad. Pablo es un gran deportista, y siempre se ha dicho que el deporte te prepara para la vida.
Si planteamos lo que nos va aconteciendo como retos, no tendremos ningún problema en afrontarlos, ni en superar cualquier situación. Plantea el nueva curso, escolar o laboral como una nueva oportunidad, disfruta de lo que haces por que puedes hacerlo, y aprovéchalo para sacar siempre algo bueno. Aunque sea aprender de la vida y no volverte a amargar a la vuelta de las vacaciones.
¡Deseamos mucha suerte a Pablo y que aparezca la médula compatible!
“El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los perezosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad.” Víctor Hugo