Cuando escribo estas palabras, aún es Adviento. Seguimos en la Espera de este Dios que nos va a nacer. Seguimos preparando nuestro Belén interior para recibirlo. El mundo ya está embarazado de Dios. ¡¡Embarazado de Dios!! en María. Ahora, cada uno de nosotros podemos darle a luz o abortarle. María nos muestra cómo podemos vivir esta Navidad.
Si aprendemos a vivir esta Navidad, aprendemos para vivir toda nuestra vida. ¿Cómo nos enseña María? Nos enseña a vivir, en primer lugar, meditando. Hacer silencio de ruido externo. ¡Cuánto nos cuesta! En esta sociedad en la que recibimos tantos items de información, hacer silencio y meditar nos cuesta tanto. Pero es la única manera de vivir de verdad.
También nos enseña a vivir saboreando. Paladeando cada instante. Probando el sabor de cada situación que vivimos. Habrá situaciones que serán dulces, otras ácidas, otras amargas. Pero cada una es una situación de vida. Y necesitamos aprender a vivir saboreando cada situación. Porque llegarán de distintos sabores y tenemos que saber digerirlas.
María nos enseña a vivir desde dentro. Vivir todo lo que viene desde nuestra esencia, desde quién soy yo realmente. Vivir cada situación, cada relación con otra persona, siendo Yo, esto es: sin miedos, sin máscaras, sin protegerme de nada. Cuando soy yo, mi esencia, la que se relaciona con la esencia de la otra persona, todo se ilumina.
Y finalmente, María nos invita a vivir observando la vida que vivimos y asumiendo el coste de vivir. Es cierto que esta última invitación a muchas personas les costará especialmente. Porque han perdido la esperanza. Y sin esperanza, ¿cómo puedo asumir el coste que supone vivir? Pero María viene a traer al motivo de nuestra esperanza.
Te invito a que estas Navidades las vivas recordando todo lo que has vivido, volviendo a vivirlo, con pausa, con meditación, desde tu interior, tu esencia, uniendo puntos. Para que no se vaya la vida, la experiencia, sin sacar toda su esencia. Guardar los signos, para ir saboreando su interpretación, uniendo puntos. Escuchando los interrogantes que aún tienes sin respuesta, meditándolos. Volviendo a revivirlos.
Así estarás preparado para que, el que es superior a todo, que trasciende todo, se haga lo más íntimo tuyo, más íntimo que tu propia intimidad. ¡Feliz Navidad!
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