Recibí en el Whatsapp un enlace con el comentario: «Mira qué chorrada». La curiosidad despertó y abrí el enlace. Efectivamente, mi amiga tenía razón ¡Menuda chorrada! El asunto trataba de un Congreso virtual llamado «Primer Congreso Virtual Internacional “Gestores de Conciencia por la Paz”.
¡Descubre lo mejor de ti elevando tu nivel de conciencia. Descubre cómo ser Creador de tu Bienestar y alcanzar la Paz interior!
Lo reconozco, nada más abrir la web que promociona este «Congreso virtual gratuito» tras leer unas líneas lo cerré. Luego me dije, bueno, demos una oportunidad, siempre hay algo bueno tras las cosas. Admito que a medida que iba leyendo la propuesta, más y más reafirmaba a mi amiga ¡Menuda chorrada!
Y más y más la confirmación de que hay mucho cara dura, que a costa de la confusión ajena y deseo de «bienestar», organiza perogrulladas como estas.
El agua que impedía la paz
Hace bastantes años tuve ocasión de conocer una zona muy pobre de México, los lugareños me contaban que había dos poblaciones literalmente en guerra, el motivo era el agua. Una de las poblaciones tenía agua, pero la otra se la robaba, y como consecuencia las tierras de unos perdían, y las de otros ganaban. En tierra de nadie, el Estado por allí ni aparecía.
Porque efectivamente, la paz se forja con voluntad y poniendo soluciones reales que cambien la vida de las personas, no… solamente la mía
Tengo aún grabada la imagen de una mujer que nos recibió en su casa y mientras nos contaba su vida, se limpiaba el oído con un clavo largo oxidado, como si nada, se lo metía y sacaba de la oreja sacudiendo la mierdecilla sin pudor. El interior de la casa era de tierra y los espacios divididos por telas deshilachadas, una pobreza pavorosa. Nos señalaba «su campo» de maíz, yo por más que miraba, veía bultos de un amarillo pálido, todo era sequedad.
Lógicamente era un lugar, como digo, paupérrimo, sin acceso a la educación básica, etc. Pero el odio entre las poblaciones vivía asentado, se palpaba. Ahí no había paz. Porque efectivamente, la paz se forja con voluntad y poniendo soluciones reales que cambien la vida de las personas, no… solamente la mía, como parece promover el Congreso virtual gratuito.
El bienestar y la paz
Congresos como este, que a mi modo de ver no buscan otra cosa que vender algún camelo a las personas, afirman cosas tan genéricas como: ¡Descubre lo mejor de ti elevando tu nivel de conciencia. Descubre cómo ser Creador de tu Bienestar y alcanzar la Paz interior! Es decir, una chorrada más. O esta, que es aún mejor: «Sumergirte en una visión del mundo y de la salud apasionante a través del conocimiento de los nuevos paradigmas científicos, como son la epigenética y la física cuántica».
Se amparan en una cosa llamada Sintergética, una especie de ciencia nueva y ‘maravillosa’ que ofrece que tengas salud y bienestar eterno…
Otra de las perlas que se pueden leer en la promoción de este «congreso virtual gratuito» organizado por «Book for wellness» es la de: «Tener una vida sana, como es la gestión del estrés, una alimentación adecuada y establecer buenos hábitos de sueño«.
Seamos serios. La paz verdadera nada tiene que ver con la salud, ni con el bienestar, ni con una alimentación adecuada, ni con la física cuántica, ni con la niña sueca que pasean por el mundo a cuenta del cambio climático.
La paz verdadera
La paz verdadera nace de un corazón limpio que mira a las personas como iguales. Que rechaza drásticamente la violencia, sea en la forma que sea. Que no miente, ni busca aprovecharse de los demás. La paz verdadera, en su humildad, podrá o no cambiar a mejor vidas ajenas, pero desde luego cuando anida en una persona contagia y desprende a su alrededor alegría, bondad, amor y ganas de vivir.
La paz verdadera no ofrece confusión, además tiene mucho que ver con una vida espiritual sana y vigorosa que sale al encuentro de los demás, no se encierra en sí misma mirándose el ombligo y juntando los dedos de la mano en posición «Buda» para encontrar el elixir del bienestar.
La paz verdadera acepta la debilidad, la enfermedad y el dolor como parte de la vida. Aporta conciliación cuando surgen conflictos entre personas, pero sobre todo no se erige en «conciencia» de nadie, puesto que cada persona posee conciencia y conforme a ella actúa y se rige por la vida en plena libertad.
Da lástima comprobar cómo proliferan este tipo de eventos, en lugar de por ejemplo, buscar alguna zona social de conflicto y proponerse darle solución. Seguramente eso implicaría sacrificio, esfuerzo, sinsabores, rechazos, trabajar en ratos libres, todo lo opuesto al supuesto bienestar personal, armonía y equilibrio vital que proponen tantas personas sin oficio, ni beneficio, en pro de la falsa felicidad humana.
La extraña confusión habita en nuestra sociedad y campa a sus anchas.
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