La literatura está repleta de madres, tanto en papeles protagonistas como secundarios. Pero suelen responder a estereotipos extremos, que van desde la madre abnegada hasta la figura materna autoritaria. Y en muchas ocasiones, están descritas por la mirada masculina o reducidas a sus funciones biológicas. Existen madres luchadoras, como la Anna Fierling de Bertolt Brecht, en su obra teatral “Madre coraje y sus hijos”. Emprendedoras, como Úrsula Iguarán en “Cien años de soledad”, de García Márquez. O autoritarias, como la que habita en “La Casa de Bernarda Alba”, de Lorca. Pero faltan autoras e historias que relaten la maternidad de forma valiente, honesta y en primera persona.
La escritora inglesa, Doris Lessing, es una de las pocas que ha retratado la complejidad de la madre contemporánea, con sus defectos y sus virtudes. Su relación con la maternidad siempre conflictiva, ha sido abordada en varios libros, como “El cuaderno dorado”, escrito en 1962. Ese año, Sylvia Plath recitaba en la BBC su poema “Tres mujeres”. En España, fue publicado por Nórdica hace solo unos años, en una bonita y cuidada edición bilingüe traducida por María Ramos e ilustrada por Anuska Allepuz.
En 1976, la autora americana Jane Lazarre, escribía “El nudo materno”, un poderoso relato autobiográfico en el que contaba su maternidad en primera persona, alejada del imaginario colectivo. El movimiento feminista era incompatible con la maternidad y en España no se ha editado hasta 2018.
El mismo año, Adrienne Rich publicaba el ensayo “Nacemos de mujer”, editado hace poco por Traficantes de Sueños. La escritora estadounidense, llegó a decir: “No entiendo como algo tan universal como lo materno, no haya sido un tema literario primordial. Las mujeres han sido madres e hijas, pero han escrito muy poco sobre este tema. La vasta mayoría de imágenes visuales y literarias de la maternidad nos llega filtrada por la conciencia masculina individual y colectiva”.
La escritora canadiense Alice Munro, ha sido una de las pocas autoras que ha escrito relatos de ficción sobre la figura materna. En su libro “Escapada”, tres historias están protagonizadas por la misma mujer, quien sirvió de inspiración a Pedro Almodóvar para su película “Julieta”.
En España, en los últimos años, se han empezado a publicar algunos ensayos escritos por mujeres sobre la maternidad y sus conflictos, pero pocas novelas. La psicóloga Victoria Sau escribía en 1995 “El vacío de la maternidad”, afirmando que: “La maternidad no existe, porque está restringida a lo biológico (concepción, embarazo, parto y crianza). Se le niega su dimensión humana, su proyección económica, política y social”.
Esther Vivas, en su libro “Mamá Desobediente”, publicado hace dos años, analiza lo que significa ser madre en el siglo XXI. Retrata un movimiento feminista que aún no acaba de apoyar la maternidad, porque parece dificultar el desarrollo de la mujer. Una estructura médica que atiende a la madre con protocolos sanitarios, pero que olvida su bienestar emocional. Un sistema económico que sigue esperando madres perfectas y productivas.
Laura Freixas, escribía hace dos años “A mí no me va a pasar”. Una autobiografía en forma de novela en la que reflexiona: “La maternidad no se ve como un proceso humano y cultural, sino como algo que está fuera de la cultura, meramente biológico o emocional, idealizado e impersonal, como si todas las maternidades fueran iguales y como si las madres no fueran realmente individuos sino vehículos o recipientes”. En su conferencia ¿O escritora o madre? Por qué las madres no se escriben, Freixas dijo: “La maternidad como tema literario está absolutamente devaluada, se asocia con la baja cultura y se considera que no está a la altura de otros temas universales, como el enfrentamiento del individuo con la sociedad, los viajes o las crisis de identidad”. No deja de parecerme una paradoja, que la complejidad de la maternidad, abarque estos temas y otros conflictos generados en muchas mujeres antes, durante o después de convertirse en madres. Ese viaje confuso, lleno de altibajos, contradicciones, expectativas y miedos, que muchas veces enfrenta a las mujeres con la sociedad, provoca cambios de rumbo en su vida y crisis de identidad.
En “La mejor madre del mundo”, su autora Nuria Labari, habla de la maternidad de forma personal y social. Abarca temas presentes en el debate político actual como la gestación subrogada o el envejecimiento de las sociedades más desarrolladas, derivado del descenso de la natalidad. Labari opina que: “Durante siglos, las mujeres se dedicaron a la creación en forma de procreación y los hombres, como no podían engendrar, se dedicaban a la creación intelectual, como si fueran cosas que se excluyeran mutuamente. Y quienes más incómodas han estado con esa idea han sido las mujeres artistas, obligadas a debatirse entre su obra y sus hijos a la hora de fijar sus prioridades”.
Así lo refleja la cineasta americana Mary Trunk, en su documental “Lost in Living”. En él cuenta como, a partir de convertirse en madre y sentir como su vida cambiaba radicalmente, decide grabar durante siete años, momentos de las vidas de cuatro mujeres creativas, una de ellas escritora. Sus inspiradoras historias, denotan no solo que la maternidad no reduce la capacidad y el brillo de las mujeres, sino que las suele volver más complejas y creativas.
En ocasiones, esa complejidad de las madres reales, ni tan perfectas ni tan malvadas, es percibida y retratada por sus hijos en novelas como: “El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes”, en la que la escritora rumana Tatiana Tîbuleac, cuenta la difícil relación entre una madre y su hijo adolescente, que acaba en un viaje de redención maternofilial. O “También esto pasará”, de Milena Busquets, en la que la protagonista, tras la muerte de su madre, emprende un viaje que le llevará de vuelta a sus recuerdos de infancia y adolescencia.
Aunque en los últimos años, el tema de la maternidad se está abordando de una forma más valiente, real y compleja, es necesario que la sociedad en general y el mundo de la cultura en particular, apuesten por más voces y miradas femeninas. Aquellas que cuenten historias verdaderas e inventadas, de mujeres y madres, que merece la pena escuchar. Para visibilizar conflictos, entender y respetar las decisiones de las mujeres y seguir evolucionando como sociedad. De lo contrario, algunas distopías pueden convertirse en realidades y el “mundo feliz”, dejar de serlo. ¿Os imagináis un planeta infértil, donde cada vez nacen menos niños y las mujeres pierden todos sus derechos y libertades? Así comienza la novela de “El cuento de la criada”. Esa sociedad inventada por la visionaria Margaret Atwood ya en los años ochenta y llevada a la pantalla ahora de forma exitosa. Un mundo donde la maternidad es más importante de lo que parece, como también lo son los pensamientos y deseos de las mujeres.
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