En un mundo que exalta inclusión y progreso, es irónico ver cómo estas ideas a veces imponen visiones que silencian la disidencia.
Como mujer cristiana, como yo, con una gran discapacidad, me preocupa que movimientos como lo «woke» y la Agenda 2030, aunque bienintencionados, promuevan valores contrarios a la fe cristiana, la familia y la dignidad humana. La verdadera inclusión no exige renunciar a principios éticos.
Lo «woke”, más allá del respeto a la diversidad, impone ideologías que redefinen conceptos como matrimonio y género, mientras desacredita las creencias tradicionales.
Por otra parte, la Agenda 2030, aunque persigue metas positivas, también normaliza políticas como el aborto y la ideología de género, desvirtuando la dignidad de la vida.
Desde mi experiencia, la inclusión no debe centrarse en victimismo ni utilitarismo. Toda vida tiene valor por ser creada a imagen de Dios, no por políticas o tendencias. Sin embargo, estas agendas a menudo tratan la discapacidad como carga, promoviendo ideas como la eutanasia o el aborto selectivo.
La creciente resistencia a estas imposiciones, como el caso de Walmart abandonando políticas afirmativas, refleja un rechazo a narrativas que ignoran la libertad de pensamiento y los valores tradicionales.
Como cristianos, debemos discernir lo bueno y reafirmar la verdad con amor y firmeza, defendiendo la dignidad humana y educando en los principios de la fe.
En este contexto, la verdadera justicia requiere compasión basada en la verdad, no en ideologías.
Al alzar la voz y actuar desde nuestra fe, podemos construir una sociedad que respete el valor intrínseco de cada persona como hijo de Dios.
¿Qué te pareció este artículo? Deja tu opinión: