Hace poco leía un artículo sobre Michelle Obama, donde se hacían eco de las palabras que pronunció ante un auditorio lleno de alumnas de un instituto de secundaria en Londres.
El síndrome del impostor
Michelle comenzó su discurso a las adolescentes afirmando: ‘Todavía sufro el síndrome del impostor’.
Aunque parezca algo nuevo, este término se usó por primera vez en 1978 por Pauline Clance, y son muchas las personas famosas, de distintos ámbitos, quienes lo utilizan ahora.
Por ejemplo, Sheryl Sandberg, directora de operaciones de Facebook, la jueza de la Corte Suprema de los EEUU, Sonia Sotomayor, o actrices como Emma Watson o Natalie Portman e incluso hombres como Howard Schultz, CEO de Starbucks se han sumado a esta etiqueta.
Empezó su discurso con las siguientes palabras “Todavía sufro el síndrome del impostor”.
Pongamos cada término en su sitio
Dicho por varios estudios y médicos psiquiatras, este síndrome no es tal síndrome ni enfermedad mental, sino que es un sentimiento de la persona que percibe que las metas que ha alcanzado son fruto de la suerte o la casualidad.
Por tanto, al sentirse así, piensan que no son competentes y que pueden ser desenmascarados en cualquier momento.
Según la escritora, conferenciante y coach experta en liderazgo Pilar Jericó, el origen del síndrome del impostor está en la autoexigencia, prosigue la autora… ‘muestran un patrón de pensamiento basado en la idea de ser un fraude como profesional, o de que sus habilidades no son dignas de atención’.
Los factores que más predisponen a padecerlo son la ansiedad por perfeccionismo y por alto rendimiento, la baja autoestima, la introversión, cierta inestabilidad emocional y, paradójicamente, el miedo al fracaso, según se puede leer en un estudio norteamericano de 2006.
Imagino que las personas que se plantean estos “complejos” tratan de ser humildes… ¿quién soy yo para merecer tal elogio?
Pero humildes en relación ¿a qué?
El CEO de Starbucks admitió pensar que su problema de autoestima venía de pensar que siempre habría algún trabajador que le considere indigno de su puesto.
Este señor, sin duda tenía un problema porque lo normal es que los demás cuestionen lo que hacemos, esto es una premisa asumida básica para gestionar bien sea la familia o el trabajo. ¿Es que acaso no somos infalibles? ¿solo hay una forma de hacer las cosas?
La humildad sincera es pensar y reconocer que, aunque esté desarrollando ese trabajo, siempre puede haber alguien que lo haga mejor, e incluso se lo merezca más. Pero ahora eres tú quien está desarrollando ese papel. Los errores son parte de la vida y lo que importa es esforzarse y mejorar siendo conscientes de que uno no es perfecto.
El verdadero líder siempre es humilde.
Considerarse un fraude puede venir de pensar que no lo haces bien y está, sin duda, relacionado con un nivel alto de autoexigencia, que puede llegar a ser enfermizo. Pero esto también es soberbia…
También puede venir de que se le de un valor desmedido a la función desarrollada, ¿es que acaso es tan especial? Cuántos actores ha habido fruto de la suerte o cuántas empresas se han dirigido a lo largo de la historia, relativicemos el éxito, aunque claro, en un mundo superficial donde cuenta tanto el éxito y la imagen, es difícil.
Por otro lado, en cualquier escuela de negocios te dirán que además de formarte, tener suerte es un factor fundamental. No todo el que está preparado tiene suerte y llega a demostrar sus habilidades y esfuerzo al nivel ni en el campo que le gustaría, por ello demos gracias a la suerte también.
Otra de las cuestiones que planteo en relación a este tema es la gente que da más valor a la persona que a la tarea desarrollada, ‘me creo tan especial que dudo de mí mismo‘. El verdadero líder cree en una idea y tiene una misión más importante que trasciende a su persona, no es personalista, dirigir a otros y que funcione, está por encima de mí mismo.
Evaristo Fernández, profesor de Psicología Diferencial de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED, España) explicó en un ensayo publicado por la Asociación española de Psicología Clínica y Psicopatía (AECP) ‘El Pesimismo Defensivo (PD) y el Síndrome del Impostor (SI) tienen dos cosas en común: la existencia de dudas acerca de la propia habilidad, el miedo al fracaso y el mantenimiento de unas bajas expectativas de resultado, todo ello a pesar de una importante historia de éxitos’.
De esta forma, asegura que este síndrome está muy ligado al pesimismo defensivo.
‘No se creen merecedores de los éxitos que obtienen y les preocupa que los demás puedan descubrir en cualquier momento que no son tan inteligentes como parecen’.
Y agrega: ‘A pesar de sus logros, los denominados impostores manifiestan importantes dudas acerca de sus habilidades y creen que éstas son continua e injustificadamente sobreestimadas por los demás’.
Me quedo con el final de la conferencia de la Sra. Obama, que debería haber sido al principio, su receta para desactivar esos pensamientos tóxicos. ‘He estado en las mesas y comités más poderosos que podáis imaginar. También en ONGs, fundaciones, multinacionales, y cumbres del G-20. Tengo un asiento en la ONU. Os aseguro que nadie es tan brillante como aparenta’.
Luego…!No soy tan especial, he trabajado duro pero he tenido mucha suerte y doy gracias por ello y a las personas que me ayudaron… y gracias a que tengo suerte, puedo hacer del mundo, aunque sea en una pequeña parcela…un lugar mejor!
Porque la realidad es que… ¡No hay nadie perfecto!
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