Llega el final del curso y con él las graduaciones universitarias, y con ello, la incorporación al mercado laboral, en el mejor de los casos, de tantos estudiantes que, después de pasar varios años en la Universidad salen al mundo pensando…¿y ahora qué?
Los discursos de graduación por el padrino de la promoción o, cómo en este caso, la madrina, son un momento para pensar, o para hacer reflexionar al alumno, que ya dejó de tener una actitud de aprendizaje, para pasar a la acción, y esto a veces puede causar emoción y preocupación a la vez. Aunque cada día aprendemos algo nuevo, el alumno cambia su rol para empezar a dar, y en la medida en que demos, desarrollemos nuestro trabajo buscando la excelencia y descubramos el sentido de lo que hacemos, contribuiremos a hacer un mundo mejor.
Muchas veces nos llegan discursos de artistas, empresarios, o personas con una trayectoria de éxito (especialmente americanos), que nos recuerdan que el camino y la forma de hacerlo es lo importante, pero hace poco nos llegó el discurso de graduación en una universidad Española, de una mujer que estuvo en el mundo de la política hace unos años, gran profesional, y madre de una familia muy numerosa, cuyo mensaje, lleno de sabiduría, nos gustaría compartir.
Georgina Trías Gil es una muestra de que hay esperanza y de que los jóvenes siguen escuchando, aunque sea en una graduación, el mensaje que el mundo necesita. Ya solo tienen que ponerlo en práctica para cambiar, aunque sea esa pequeña parcela en la que viven, se relacionan y trabajan, y mejorar así un poco esta sociedad, sabiendo que muchos poquitos, hacen un mucho.
“El fin no justifica los medios es un principio moral que aprendí de Juan Pablo II y que ha configurado mi “forma de mirar” en la vida en general, y en particular en la política».
Con la frase anterior es cómo comenzaba su discurso la Sra.Trías, recordando también a Aristóteles, porque … “¡Según es cada uno, así se le aparece el fin”!
El liderazgo humanista al que estamos llamados está muy bien reflejado en la Doctrina Social de la Iglesia. En el catecismo leemos: “una intención buena (por ejemplo, ayudar al prójimo) no hace ni justo ni bueno un comportamiento que es en sí mismo desordenado (como la mentira y la calumnia)”. Así, Georgina recordaba a los jóvenes que una conciencia moral bien formada nos permite tener seguridad y valentía a la hora de desenvolvernos en la vida, y al ejercer la intensa vida pública, porque a nadie deja indemne que estar definido aleja lo que debe estar alejado y acerca lo propio.
Recalcó que son los principios morales, los que nos permiten construir nuestras propias vidas, a pesar de que todos los mensajes que recibimos vayan en sentido contrario, porque lo importante es alcanzar el objetivo. Es su conocimiento de la política lo que avala sus palabras sobre el mensaje más extendido en este ámbito y que suele justificar actuaciones contradictorias con los idearios de los partidos en general, como es que lo importante es llegar al poder, y una vez allí “ya cambiaremos las cosas”.
Así animó a cuestionar, por parte de los alumnos, sobre si uno puede ser y hacer en el futuro lo que de forma adaptativa y diletante no es en el presente, afirmando que “lo que no se teje en la coherencia del presente no tiene ni futuro, ni un futuro”.
“Todo en la vida son elecciones”, decía, “debemos decidir en qué espejo queremos reflejarnos: la virtud y la integridad de Tomás Moro, o el cinismo y la manipulación de Maquiavelo… Y elegimos de acuerdo a lo que somos. No existen modelos puros ni ideales, pero estos pares contrapuestos nos permiten ver hacia donde se dirige cada mirada. El primero a vivir en confianza de forma trascendente, y el segundo a dudar y desconfiar para que el arte de gobernar sea una estrategia basada en manipular las conciencias”.
En el mundo de lo virtual, recordó a los alumnos, lo que somos se construye día a día, siendo las pequeñas acciones las tejen el tapiz de lo que es la vida de cada uno.
Afirmaba con entusiasmo que hoy lo que nos falta son corazones valientes y virtuosos porque son estos los que construyen verdaderos líderes, capaces de superar el miedo, optar por la confianza y crear vínculos y adhesión. Que lo más importante en nuestras vidas, más allá de lo que hagamos y estudiemos, es saber quiénes somos, cuál es la razón de nuestra existencia, saber por qué y para qué estamos aquí. Animó a los alumnos a meditar sobre esto, ya que les permitirá tomar decisiones acertadas y priorizar el bien común sobre sus deseos y tendencias. Así, decía, una vez identificado nuestro bien, la transición hacia el bien común será natural, aunque lo natural no significa que sea fácil, puesto que está opacado en nuestra época.
“Llegará un día en que será preciso desenvainar una espada por afirmar que el pasto es verde”. Chesterton
Continuaba haciendo un análisis del momento actual en que todo se ha vuelto muy complejo y confuso, siendo fundamental y necesario el ejercicio virtuoso de la actividad profesional o de la política, entendidas como vocación de servicio patrimonio de muy pocos, animando a los jóvenes a mantenerse firmes e íntegros.
“Estoy convencida que solo un puñado de corazones valientes y humildes, contemplativos e íntegros, van a ser los que transformen la sociedad desde la vida».
En relación a su etapa política, contó cómo precisamente su sostén precisamente su vida interior. “He comprobado que al extraño mundo de la política conviene llegar hecho, bien construido y armado interiormente, porque las sacudidas son muy intensas, y resistir manteniendo la virtud es una tarea ardua, que no se improvisa. Por eso tantos caen y se corrompen” explicaba.
Aquellos que tengáis vida interior sois los que conquistaréis corazones.
¡¡Leed, formaos, contemplad la verdad, y sobre todo luchad para que vuestra vida se desenvuelva en el amor!!
El verdadero éxito de las personas suele ser una combinación del personal y el profesional, así no podía ser Georgina aislada de su gran familia. Como madre de seis hijos, contó cómo esta faceta le ayudó a conformar su mirada en el mundo y, especialmente, a amar, por ello animó a los jóvenes a algo muy poco habitual hoy día, a emprender, al mismo tiempo que desarrollen su carrera profesional, el camino más arriesgado y más contracultural que hoy uno puede tomar: casarse y tener hijos, comprometerse y desear amar para siempre. Todo un mensaje transgresor y libre a la vez, es lo que escucharon las jóvenes promociones de la Universidad Francisco de Vitoria.
Porque tener hijos, es un regalo y por ello, es necesario favorecer y proteger legislativamente ese contexto, retando a la sociedad y a los poderes públicos a poner en valor el don de la maternidad y apoyarla de forma decidida desde quien tiene en su mano el poder de cambiar las leyes, así como desde todos los ámbitos de la sociedad, porque “hay que comprender que una buena madre será una mejor profesional” añadía.
“Mi familia me devuelve a lo más valioso de esta existencia, que son las relaciones que se tejen fruto del amor desinteresado. La familia nos hace resilientes y sostenibles.”
En su discurso dio también algunas ideas para poder realizar este camino ya que recordaba las palabras del evangelio que siempre son actuales, porque “quien es fiel en lo poco es fiel en lo mucho” como indicador para descubrir a las personas.
Recordó entonces la famosa frase del Almirante Mc Raven, que entrenaba a los SEALS, en el discurso de graduación que pronunció en la Universidad de Texas, en 2014: Hazte la cama. Esta es una sencilla manera de comenzar el día con una tarea completada, al alcance de todos, sabiendo que habrá días en que será lo único que se haga de valor, pero mostrando la importancia de los hábitos diarios y de cómo nuestras pequeñas acciones pueden tener un gran impacto en la vida. Recordaba que “el futuro lo construís hoy, aquí y ahora, con cada pequeña acción, con cada acto de amor. La medida de vuestro presente determina el tipo de futuro al que estáis predispuestos, o como sintetizó Peter Drucker, padre del management moderno: “la mejor manera de predecir el futuro es crearlo”.
En cuanto a sus recomendaciones para el desempeño profesional distinguía tres tipos de personas: las proactivas, las reactivas y las recesivas… De todas ellas, a pesar de la incertidumbre y fragilidad del mundo y los entornos y retos laborales, animó a ser proactivos, ya que son las personas con iniciativa, imbatibles al desánimo, las que transforman el mundo, y a no renunciar a soñar y a pensar en grande… y seguir aprendiendo.
Ante los retos y miedos que plantean los rápidos cambios derivados de los avances tecnológicos, daba un claro consejo: invertir en lo humano. En tiempos de Inteligencia Artificial, destacarán aquellas personas que sepan hacer buenas preguntas y plantear reflexiones distintas a lo predecible, las personas que buscan y valoran lo permanente, lo que permanece dentro del cambio.
En definitiva, como exhortaba Benedicto XVI:
“¡No tengáis miedo a soñar! ¿Acaso hay sueños irrealizables cuando el que los suscita y custodia en el corazón es el espíritu de Dios?
Como comentaba al comienzo de su discurso, recomienda llegar a ese mundo “hecho” y habiendo conquistado previamente la propia libertad. Contó como los años empleados al servicio público fueron muy intensos y en un estado de alerta constante, porque cuando se es responsable, el trabajo es infinito, se trata de dar lo mejor de uno sacrificando mucho, feliz siempre por el espíritu de servicio y búsqueda del bien común, como pasa siempre que las motivaciones sean elevadas. Reconoce que tuvo libertad para defender sus propios valores: desde la libertad de enseñanza y la libertad de los padres para elegir la educación de sus hijos, hasta la posibilidad de atender y reunirse con innumerables asociaciones, pasando por la defensa de la familia y la vida, y en particular, de la inocencia de los niños, aunque pudo constatar también cómo las leyes en muchas ocasiones no responden a las necesidades reales de los ciudadanos. Hizo un llamamiento a la necesidad de que todos trabajemos, sea desde el servicio púbico o desde la sociedad civil, desde donde está ella ahora también para, entre todos, transformar esta sociedad.
Denunciaba que el verdadero problema para la solución de muchos problemas radica precisamente en la falta de interés por conocer a los beneficiarios y damnificados de las leyes; lo que se traduce en definitiva, en la falta de voluntad política.
Terminaba:
“ Por eso, os invito a integrar mente, corazón y voluntad; solo así lograremos un desempeño óptimo en nuestra vida y trabajo. …Mi objetivo es recordaros que necesitamos estar bien formados, y que todos nos necesitamos mutuamente en nuestra mejor versión. Lo que no hagáis, lo que no améis, lo que no contempléis, lo que no luchéis, se quedará sin hacer, sin amor, sin atención, y habremos perdido. Preocupaos por lo importante y veréis cómo todo lo demás se ordena e ilumina en vuestra vida”.
El discurso completo de la graduación del 1 de junio de 2024, de Georgina Trías, madrina de promoción de los grados de la Facultad de Derecho, Empresa y Gobierno en la Universidad Francisco de Vitoria, puedes verlo a continuación.
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