A punto de cumplir cincuenta y tres años del mismo, las mismas personas que estuvieron allí no creen que se haya llegado a alcanzar lo que en aquellos años anhelaban. Según T.Rasul Murray, un poeta de Nueva York y coordinador de la marcha de Washington dijo en una entrevista para la BBC en su cincuenta aniversario: “nuestras expectativas en ese tiempo eran mayores que lo logrado hasta ahora. Hay una presencia continuada de pobreza y racismo en este país, sumada a la encarcelación desproporcionada de jóvenes negros”. Tristemente corroborado por muchas noticias.
Pero lo más curioso y sorprendente es que si cambiamos la palabra negro en el discurso por: mujer, vida, creyente, infancia, niños no nacidos…. se convierte en un discurso de total actualidad según el país, historia, leyes o situación en muchas, muchísimas circunstancias. Con una gran diferencia: ya no se sueña.
Reglas básicas del mismo como la no descalificación del contrario, el respeto, la libertad real, la fraternidad, están totalmente fuera del leguaje de nuestros líderes y políticos. Está por delante conseguir el objetivo a toda costa, incluso a costa de las personas, y por su puesto de los ideales, y sobre todo a costa de la verdad y la verdadera libertad.
“En el proceso de ganar nuestro justo lugar no debemos ser culpables de hechos erróneos. No saciemos nuestra sed de libertad tomando la copa de la amargura y del odio. Siempre debemos conducir nuestra lucha en el elevado plano de la dignidad y la disciplina.”
MLK
Rosa Parks, que en 1955 se negó a ceder el puesto a un blanco, y cuyo arresto provocó un boicot al transporte público de 381 días, durante el cual cientos de trabajadores negros fueron despedidos y otros arrestados, hablaba hace unos años de que “los sacrificios necesarios para lograr la libertad para todos no son prioridad para suficiente gente hoy día”.
En la actualidad, la defensa de ciertos valores tiene un coste en la mayoría de las ocasiones sólo social, que no se está dispuesto a asumir. Y si no se asume no hay compromiso real.
En el programa llamado Caminos hacia la libertad de su Fundación que trabaja con jóvenes, se enfatiza en el trabajo comunitario y la filosofía de “Fortaleza Serena” (Quiet Strength: habilidad de demostrar dignidad con orgullo, coraje con perseverancia y poder con disciplina, enfatizando el crecimiento espiritual, la comunicación efectiva y el ser autosuficiente, en un clima de respeto mutuo y amistad).
A más de uno no le vendría mal asistir a un programa de esta fundación, pero como recordatorio del valor de soñar: el discurso.
YO TENGO UN SUEÑO
“Estoy feliz de unirme a ustedes hoy en lo que quedará en la historia como la mayor de demostración por la libertad en la historia de nuestra nación. Hace años, una gran americano, bajo cuya sombra simbólica nos paramos, firmó la Proclama de Emancipación. Este importante decreto se convirtió en un gran faro de esperanza para millones de esclavos negros que fueron cocinados en las llamas de la injusticia. Llegó como un amanecer de alegría para terminar la larga noche de cautiverio. Pero 100 años después, debemos enfrentar el hecho trágico de que el negro todavía no es libre. Cien años después, la vida del negro es todavía minada por los grilletes de la discriminación. Cien años después, el negro vive en una solitaria isla de pobreza en medio de un vasto océano de prosperidad material. Cien años después el negro todavía languidece en los rincones de la sociedad estadounidense y se encuentra a sí mismo exiliado en su propia tierra. Y así hemos venido hoy para dramatizar una condición extrema. En un sentido llegamos a la capital de nuestra nación con un cheque. Cuando los arquitectos de nuestra república escribieron las magníficas palabras de la Constitución y la Declaración de Independencia, firmaban una promisoria nota de la que todo estadounidense sería el heredero. Esta nota era una promesa de que todos los hombres tendrían garantizados los derechos inalienables de “Vida, Libertad y la búsqueda de la Felicidad”. Es obvio hoy que Estados Unidos ha fallado en su promesa en lo que respecta a sus ciudadanos de color . En vez de honrar su obligación sagrada, estados Unidos dio al negro un cheque sin valor que fue devuelto marcado “fondos insuficientes”. Pero nos rehusamos a creer que el banco de la justicia está quebrado. Nos rehusamos a creer que no hay fondos en los grandes depósitos de oportunidad en esta nación. Entonces hemos venido a cobrar este cheque, un cheque que nos dará las riquezas de la libertad y la seguridad de la justicia. También vinimos a este punto para recordarle a Estados Unidos, la feroz urgencia del ahora. Este no es tiempo para entrar en el lujo del enfrentamiento o para tomar la droga tranquilizadora del gradualismo. Ahora es el tiempo de elevarnos del oscuro y desolado valle de la segregación hacia el iluminado camino de la justicia racial. Ahora es el tiempo de elevar nuestra nación de las arenas movedizas de la injusticia racial hacia la sólida roca de la hermandad. Ahora es el tiempo de hacer de la justicia una realidad para todos los hijos de Dios. Sería fatal para la nación el no percatar la urgencia del momento. Este sofocante verano del legítimo descontento del negro, no terminará hasta que venga un otoño revitalizador de libertad e igualdad. 1963 no es el fin, sino un principio. Aquellos que piensan que el negro sólo necesita evacuar frustración y que ahora permanecerá contento, tendrá un rudo despertar si la nación regresa a su rutina habitual. No habrá ni descanso ni tranquilidad en estados Unidos hasta que el negro tenga garantizados sus derechos de ciudadano. Los remolinos de la revuelta continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra nación hasta que emerja el esplendoroso día de la justicia. Pero hay algo que debo decir de mi gente, que aguarda en el cálido umbral que lleva al palacio de la justicia: en el proceso de ganar nuestro justo lugar no debemos ser culpables de hechos erróneos. No saciemos nuestra sed de libertad tomando la copa de la amargura y del odio. Siempre debemos conducir nuestra lucha en el elevado plano de la dignidad y la disciplina. No debemos permitir que nuestra protesta creativa degenere en la violencia física. Una y otra vez debemos elevarnos a las majestuosas alturas de la resistencia a la fuerza física con la fuerza del alma. Esta nueva militancia maravillosa que ha abrazado a la comunidad negra no debe conducir a la desconfianza de los blancos, ya que muchos de nuestros hermanos blancos, como lo demuestra su presencia aquí hoy, se han dado cuenta de que su destino está atado a nuestro destino. Se han dado cuenta de que su libertad está ligada inexorablemente a nuestra libertad. No podemos caminar solos. Y a medida que caminemos, debemos hacernos la promesa de que marcharemos hacia el frente. No podemos volver atrás. Existen aquellos que preguntan a quienes apoyan la lucha por derechos civiles:”¿Cuándo quedarán satisfechos?”. Nunca estaremos satisfechos en tanto el negro sea víctima de los inimaginables horrores de la brutalidad policial. Nunca estaremos satisfechos en tanto nuestros cuerpos, pesados por la fatiga del viaje, no puedan acceder a alojamiento en los moteles de las carreteras y los hoteles de las ciudades. No estaremos satisfechos en tanto la movilidad básica del negro sea de un gueto pequeño a uno más grande. Nunca estaremos satisfechos en cuanto a nuestros hijos les sea arrancado de su ser y robada su dignidad por carteles que rezan: ”Solamente para blancos”. No podemos estar satisfechos y no estaremos satisfechos en tanto un negro de Mississippi no pueda votar y un negro de Nueva York crea que no tiene nada por qué votar. No, no estamos satisfechos, y no estaremos satisfechos hasta que la justicia nos caiga como una catarata y el bien como un torrente. No olvido que muchos de ustedes están aquí tras pasar por grandes pruebas y tribulaciones. Algunos de ustedes apenas salieron de celdas angostas. Algunos de ustedes llegaron desde zonas donde su búsqueda de libertad los ha dejado golpeados por las tormentas de la persecución y sacudidos por los vientos de la brutalidad policial. Ustedes son los veteranos del sufrimiento creativo. Continúen su trabajo con la fe de que el sufrimiento sin recompensa asegura la redención. Vuelvan a Mississippi, vuelvan a Alabama, regresen a Georgia, a Louisiana, a las zonas pobres y guetos de las ciudades norteñas, con la sabiduría de que de alguna forma esta situación puede ser y será cambiada. No nos deleitemos en el valle de la desesperación. Les digo a ustedes hoy, mis amigos, que pese a todas las dificultades y frustraciones del momento, yo todavía tengo un sueño. Es un sueño arraigado profundamente en el sueño americano.
EL SUEÑO
“Con esta fe seremos capaces de transformar las discordias de nuestra nación en una hermosa sinfonía de hermandad”.
MLK
Yo tengo un sueño de que un día esta nación se elevará y vivirá el verdadero significado de su credo, creemos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales. Yo tengo un sueño, que un día en las coloradas colinas de Georgia los hijos de los ex esclavos y los hijos de los ex propietarios de esclavos, serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la hermandad. Yo tengo un sueño, que un día incluso el estado de Mississippi, un estado desierto, sofocado por el calor de la injusticia y la opresión, será transformado en un oasis de libertad y justicia. Yo tengo un sueño, que mis cuatro hijos pequeños, vivirán un día en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel sino por el contenido de su carácter. ¡Yo tengo un sueño hoy! Yo tengo un sueño, de que un día, allá en Alabama, con sus racistas despiadados, con un gobernador cuyos labios gotean con las palabras de la interposición y la anulación; un día allí mismo en Alabama, pequeños niños y niñas negros, serán capaces de unir sus manos con pequeños niños y niñas blancos como hermanos y hermanas. ¡Yo tengo un sueño! Yo tengo un sueño, que un día cada valle será exaltado, cada colina y montaña serán bajadas, los sitios escarpados serán aplanados y los sitios sinuosos serán enderezados, y que la gloria del Señor será revelada, y toda la carna la verá al unísono. Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la que regresaré al sur. Con esta fe seremos capaces de esculpir de la montaña de la desesperación una piedra de esperanza. Con esta fe seremos capaces de transformar las discordias de nuestra nación en una hermosa sinfonía de hermandad. Con esta fe seremos capaces de trabajar juntos, de rezar juntos, de luchar juntos, de ir a prisión juntos, de luchar por nuestra libertad juntos, con la certeza de que un día seremos libres. Este será el día, este será el día en que todos los niños de Dios serán capaces de cantar con un nuevo significado: “Mi país, dulce tierra de libertad, sobre ti canto. Tierra donde mis padres murieron, tierra del orgullo del peregrino, desde cada ladera, dejen resonar la libertad”. Y si Estados Unidos va a convertirse en una gran nación, esto debe convertirse en realidad. ¡Entonces dejen resonar la libertad desde las prodigiosas cumbres de Nueva Hampshire. Dejen resonar la libertad desde las grandes montañas de Nueva York. Dejen sonar la libertad desde los Alleghenies de Pennsylvania. Dejen sonar la libertad desde los picos nevados de Colorado. Dejen sonar la libertad desde los curvados picos de California. Dejen zonas la libertad desde las montañas de piedra de Georgia. Dejen sonar la libertad de la montaña Lookout de Tennessee. Dejen sonar la libertad desde cada colina y cada topera de Mississipi, desde cada ladera, dejen sonar la libertad!. Y cuando esto ocurra, cuando dejemos resonar la libertad, cuando la dejemos resonar desde cada pueblo y cada caserío, desde cada estado y cada ciudad, seremos capaces de apresurar la llegada de ese día, cuando todos los hijos de Dios, hombres negros y hombres blancos, judíos y gentiles, protestantes y católicos, serán capaces de unir sus manos y cantar las palabras de un viejo espiritual negro: “¡Por fin somos libres! ¿Por fin somos libres! Gracias a Dios todopoderoso, ¡por fin somos libres!”.