La preocupación y la paternidad suelen ir de la mano. Es normal preocuparse por el futuro de tus hijos y que te preocupes constantemente de si tu hijo se lastima o de si está bien. No importa la edad que tengan tus hijos, eres su padre o su madre y siempre querrás lo mejor para ellos.
En ocasiones, los padres tienen ansiedad y pueden tener cierto rol sobreprotector para lidiar con esta emoción que no saben manejar de otro modo.
Desafortunadamente, eso puede afectar al desarrollo de un niño y evitar que adquiera las habilidades que necesita para convertirse en un adulto responsable. Si tienes ansiedad y la transmites a tus hijos, ellos podrían verse afectados.
Tu ansiedad afecta a tus hijos
Si eres un padre o madre con ansiedad, quizá puedas controlarla con medicamentos, o ejercicios de respiraciones, meditación, ejercicio físico… pero en muchas ocasiones, tus reacciones no siempre serán saludables para tus hijos y mucho menos normales. Es normal que te preocupe cargar a tus hijos con tu ansiedad. Muchos padres con este tipo de trastornos de ansiedad también tienen la preocupación constante de que si debido a ellos mismos, sus hijos podrían sufrir ansiedad en el futuro.
El trastorno de ansiedad tiene una componente genético, y también del entorno del entorno. El aspecto genético no se puede controlar, hay quienes tienen más probabilidad de padecer ansiedad como herencia igual que puede ocurrir con cualquier otra condición. Lo importante es que tu ansiedad puede afectar a tus hijos y que hay soluciones prácticas para que no ocurra. Existen ciertas prácticas para evitar que tus hijos sufran por culpa de tu ansiedad.
Piensa en tu comportamiento
Ser testigo de un padre en un estado de ansiedad puede ser más que un momento inquietante para los niños. Los niños buscan en sus padres información sobre cómo interpretar situaciones ambiguas. Si un padre parece constantemente ansioso y temeroso, el niño determinará que una variedad de escenarios no son seguros.
Hay evidencia de que los hijos de padres ansiosos tienen más probabilidades de exhibir ansiedad ellos mismos, una combinación probable de factores de riesgo genéticos y comportamientos aprendidos. Puede ser doloroso pensar que, a pesar de tus mejores intenciones, puedes estar transmitiendo tu propia ansiedad y estrés a tus hijos.
Si eres un padre con ansiedad y te das cuenta de que tu hijo también empieza a tener comportamientos ansiosos, no te sientas culpable por ello. No tienes que castigarte por esto, no es fácil convivir con la ansiedad. La buena noticia es la transmisión de la ansiedad de padres a hijos no es inevitable. Tendrás que implementar estrategias para ayudar a garantizar que no transmitas tu ansiedad. Eso significa controlar tu propia ansiedad y estrés de la manera más efectiva posible y ayudar a tus hijos a controlar el suyo a través del aprendizaje de emociones.
Aprende a controlar tu ansiedad
Puede ser muy difícil comunicarle una sensación de calma a tu hijo cuando estás lidiando para sobrellevar tu propia ansiedad. Un profesional de salud mental puede ayudarte a trabajar a través de métodos de manejo del estrés que se adaptarán a tus necesidades específicas. A medida que aprendas a tolerar el estrés y la ansiedad, a su vez le enseñarás a tu hijo, que se fijará en tu comportamiento y aprenderá a hacer frente a las situaciones de incertidumbre o duda.
Controla tu ansiedad siempre que la sientas que llega haciendo actividades que te relajen y confiando en que ese estado de ansiedad pasará. No reprimas las emociones, siéntelas y realiza actividades que te hagan sentir mejor como dar un paseo, toma un baño, hacer ejercicio o cualquier otra actividad que te relaje emocionalmente.
Sé un modelo de tolerancia a la ansiedad
Es posible que encuentres estrategias de aprendizaje en terapia que luego puedas impartir a tu hijo cuando se sienta ansioso. Si, por ejemplo, estás trabajando para pensar racionalmente en momentos de estrés, puedes practicar esas mismas habilidades con tu hijo. Puedes decirle cosas como: «Entiendo que tienes miedo, pero ¿cuáles son las posibilidades de que algo aterrador realmente suceda?”
Trata de mantener un comportamiento tranquilo y neutral frente a tu hijo, incluso mientras trabajas para controlar la ansiedad. Sé consciente de tus expresiones faciales, las palabras que elijas y la intensidad de la emoción que expresas, porque los niños te están observando y aprendiendo de ti. Son pequeñas esponjas y se dan cuenta de todo…
Explica tu ansiedad
Si bien no quieres que tu hijo sea testigo de cada momento de ansiedad que experimentes, no tienes que reprimir constantemente tus emociones. Está bien, e incluso saludable, que los niños vean a sus padres lidiar con el estrés de vez en cuando, pero necesitas explicar por qué reaccionaste de la manera en que lo hiciste.
Digamos, por ejemplo, que perdiste los estribos porque llegabas tarde a la cita del pediatra. Más tarde, cuando las cosas estén tranquilas, dile: “¿Recuerdas cuando me sentí realmente frustrado por la mañana? Me sentía ansioso porque llegábamos tarde al médico y eso me haría llegar tarde al trabajo. La forma en que controlé mi ansiedad fue gritando y no estuvo bien. Hay otras formas de controlar la ansiedad. Tal vez podamos encontrar una mejor manera de salir de la casa a tiempo la próxima vez”.
Hablar de ansiedad de esta manera les da permiso a los niños para sentir estrés les envía el mensaje de que el estrés y la ansiedad se pueden controlar. Si sentimos que tenemos que proteger constantemente a nuestros hijos para que no nos vean tristes, enfadados o ansiosos, sutilmente les damos a nuestros hijos el mensaje de que no tienen permiso para sentir esos sentimientos, o expresarlos ellos. Entonces también, en cierto modo, les estamos dando una indicación de que no hay una manera de controlarlos cuando ocurren.
Pide perdón cuando tu ansiedad pueda contigo y sigue hacia adelante, buscando estrategias de control y comportamiento para mejorar tu actitud en el futuro. Si pierdes los nervios por culpa de la ansiedad puedes decir a tus hijos cosas como: “Lo siento, estoy un poco estresado porque tengo mucho trabajo que hacer, pero escuchar algo de música ahora seguro que me hará sentir mejor”.
Es importante que como padres tengamos control de nuestra propia ansiedad para que los niños aprendan, a través de nuestro ejemplo a gestionar sus emociones de manera efectiva. Ellos aprenden de ti, por lo que es necesario que pienses en cómo actuar antes de hacerlo.
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